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‘La tragedia de Macbeth’, gran experiencia cinematográfica

La primera película en solitario de Joel está llena de […]

La primera película en solitario de Joel está llena de elementos de calidad, desde la actuaciones hasta las atmósferas.

Imagen: tráiler y detrás de cámaras propiedad de Apple original films y A24.

Esta nueva adaptación del clásico literario de William Shakespeare es una poderosa puesta en escena que se siente aún más desconcertante y atemporal que su versión anterior de 2015, Macbeth, dirigida por Justin Kurzel.

Joel Coen se presenta escritor y director de esta adaptación. Es, además, la primera película que comanda en solitario. Esto es sin la codirección de su hermano Ethan, con quién se ganó el respeto y el cariño de la industria, la crítica y los espectadores. Entre sus grandes obras se encuentran títulos como Fargo, O Brother, Where art thou?, The Big Lebowski y No Country for Old Men.

La Tragedia de Macbeth es una experiencia cinematográfica en todas sus dimensiones. Denzel Washington y Frances McDormand construyen una simbiosis perfecta de experiencia y poderío visual. Sus interpretaciones son implacables y desconcertantes. Los dos conforman una nueva bestia, conspiradora y despiadada asesina.

Washington, como Macbeth, logra imprimir un terror que se desprende de la psicosis y los delirios. Los fantasmas se presentan ante el criminal que blasfema en contra de sus tormentos, cual esquizofrénico atrapado en los laberintos de una mente torturada y llena de escorpiones, tal como él mismo lo describe en una de sus líneas.

Lady Macbeth, su esposa, es el susurro que empuja al hombre a sucumbir ante el deseo que madura sobre el poder absoluto; su presencia es la de una mujer que nació para reinar en las sombras, pero que es la artífice clara y brillante ante los ojos del perpetrador.

Esta puesta en escena es visualmente una obra magnífica, construida con cuidado artesanal. Integra un derroche interpretativo de primer nivel con los escenarios irreales que dan vida a un reino cubierto de niebla, en el cual no podemos discernir si estamos ante el día o la noche. Los astros iluminan estructuras decadentes en parajes boscosos, majestuosos castillos envueltos en una eterna bruma, como metáfora visual de la mente retorcida y apuñalada del mismo Macbeth.

Todo en esta película es de una naturaleza siniestra. Es más una representación fantástica del mito, con brujas salidas del Hades, que se transforman en cuervos que revolotean en los campos, los castillos y las mentes, obsequiando visiones y profecías.

Bruno Delbonnel (Director de fotografía), Joel Coen (director) y Stefan Dechant (Diseñador de producción) logran construir un mundo único, en donde las luces y las sombras se despliegan de forma imponente sobre los decorados artificiales y prácticos, generando una atmosfera emocional en la que nos sumergimos tal como si estuviéramos en medio de una pesadilla silenciosa y extensa, donde los gritos de las victimas de la espada nos recuerdan ese laberintico sueño en el que nos encontramos.

La película está presentada en un impecable blanco y negro, una vasta llanura de grises que dan paso a contrastes poderosos sin que sepamos realmente de donde viene la luz. Lo único cierto es que la oscuridad, la sombra y la penumbra están justificadas por sí mismas y por la naturaleza criminal del relato.

Sus imágenes son abstractas, con una composición fina y exquisita, por momentos minimalista, muy sobria. Es un océano de neblina en donde sobresalen detalles de las estructuras y la fascinante geometría de su composición arquitectónica. La fotografía es matemática, un derroche de exactitud propia del perfeccionismo estético. Proyectada en formato 4:3, permite atrapar a los personajes en primeros planos, llenos de texturas, brillos y sombras.

Imagen: tráiler y detrás de cámaras propiedad de Apple original films y A24.

La tragedia de Macbeth logra distinguirse de su anterior adaptación al no ser una experiencia violenta y descarnada, como lo fuera la adaptación de 2015, donde se nos presentaba un mundo mucho más reconocible, lleno de paisajes rurales y una rica imagen de castillos y decorados más apegados a la tradición de este género.

La versión de Joel Coen evita mostrar batallas y omite el espectáculo sangriento de desmembramientos y luchas que inundan la pantalla con la sangre de los caídos. Al contrario, sin renunciar a estas confrontaciones, La tragedia de Macbeth es mucho más sutil; opta por una elegancia que sugiere en lugar de mostrar. Su triunfo está en imprimir esta violencia en sus elocuentes diálogos, en las pequeñas acciones y momentos de furia. Al final, tenemos un enfrentamiento en un estrecho puente de la fortaleza en la que se resguarda este rey usurpador. Allí se desarrolla una corta pero claustrofóbica lucha entre dos titanes, la justa venganza y la insostenible soberbia.

Esta magnífica obra completa su prodigiosa construcción con la música del compositor neoyorkino Carter Burwell, quien da vida a una tonada melancólica, con atmosferas siniestras y marchas oscuras. Es más un constante recordatorio emocional del operístico funeral que presenciamos.

Sin duda la última película de Joel Cohen tiene todos los atributos para competir por las categorías más importantes de los premios Oscar de este año.

La Tragedia de Macbeth, coproducción de Apple Original Films y la productora independiente A24, ya está disponible en Apple TV+.

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