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Arte y Cultura

Messi, del Barcelona al PSG: las dos caras de la moneda

Para Catar, dueño del PSG, es un paso clave en […]

Para Catar, dueño del PSG, es un paso clave en su plan de marca. Para el Barcelona, la confirmación de la bancarrota.

Messi ganaría alrededor de 43 millones de dólares por año en el PSG.

En París, al tiempo que un atiborrado Parque de los Príncipes coreaba el nombre de Lionel Messi, la nueva estrella del París Saint-Germain Football Club (PSG), el presidente de Qatar Sports Investments (QSI) y del club galo, Nasser Al-Khelaifi, sonreía porque había logrado dar un paso trascendental en la estrategia de promoción de su país, que tiene al fútbol como instrumento clave.

El crack argentino (34 años) no solo es el mejor delantero visto en Europa en todos los tiempos, con 672 goles marcados en el Barcelona, y el mejor jugador de la historia para buena parte del mundo futbolero, sino también la cereza del plan del pequeño estado (Catar) para sacudirse la fama de patrocinador del terrorismo que le ha traído hasta embargos por parte de sus poderosos vecinos del Golfo Pérsico.

El dinero no es problema para Catar: el petróleo y el gas lo convirtieron en un país millonario. Sin embargo, no era relevante en el contexto mundial. Por eso la familia Al Thani, gobernante del exprotectorado británico, lanzó en 2008 su visión nacional hacia 2030, para transformar a Catar en una sociedad avanzada, capaz de lograr un desarrollo sostenible, una tarea en la cual el deporte y, sobre todo, el fútbol son elementos importantes.

El gobierno de Doha quiere que 2022 sea todo sobre Catar. Tendrá el mundial y le apunta a la Champions con Messi en el PSG.

Contra todo pronóstico, en 2010 la FIFA, ente rector del fútbol, le otorgó a Catar la realización del mundial de mayores de 2022, y hoy aún muchos cuestionan la forma poco transparente como se tomó la decisión. Sin embargo, el evento –que acapara el máximo de interés global– sigue agendado para el final del próximo año en el país catarí mientras toda su gente se prepara para lo que han asumido como una gran oportunidad para promover el desarrollo de fastuosas infraestructuras y para el turismo, pero también como un ejercicio de marketing para la marca Catar, en palabras de Simon Chadwick, director del Centro Deportivo Euroasiático de la Escuela de Negocios de Emlyon, en Francia.

La adquisición del PSG en 2011 también formó parte del plan de generar dinero y extender la influencia catarí. Y lo ha logrado: el equipo parisino está entre los más poderosos de Europa, aunque la Liga de Campeones aún le sea esquiva. Al-Khelaifi espera superar ese punto negativo con los últimos fichajes: Sergio Ramos, excapitán del Real Madrid, campeón del mundo y ganador de cuatro Champions; Gianluigi Donnarumma, el joven guardameta que se coronó recientemente como campeón de la Eurocopa 2021 con la selección de Italia, en el estadio de Wembley, y por supuesto Messi, quien le asegura goles, asistencias y dinero a granel.

El astro del fútbol dejó el Barcelona, equipo con 487 millones de euros de pérdidas entre 2020 y 2021.

La caída del Barça

El otro lado de la moneda es la salida del astro argentino del club al que pertenecía desde los 13 años cuando llegó desde Rosario (Argentina) para realizarse un tratamiento que le permitiera crecer y competir profesionalmente. El adiós de la figura emblemática del club catalán durante casi 18 años es la confirmación del enorme fracaso deportivo y económico del Barça, el primer equipo en alcanzar ingresos anuales por casi 1.000 millones de euros, pero que literalmente despilfarró en fichajes costosos y un manejo deportivo errático; todo ello lo ha llevado prácticamente a la quiebra, con una deuda superior a los 1.400 millones de dólares.

Simon Kuper, un periodista británico que escribió un libro sobre el Barcelona y es columnista del Financial Times, sostiene que el club ha estado en caída libre desde la noche de junio de 2015, en Berlín, cuando ganó su cuarta final de la Liga de Campeones en 10 años.

El Barça había logrado el dominio a bajo precio, gracias a una generación de brillantes futbolistas de su propia academia juvenil, la Masía. La decadencia comenzó bajo la presidencia de Josep Maria Bartomeu, un empresario que sabía poco de fútbol y heredó el cargo cuando el titular, Sandro Rosell, dimitió.

Los problemas aparecieron cuando el PSG pagó la cláusula liberatoria de Neymar, el brasileño que formaba una temible delantera con Luis Suárez y Messi. Después de recibir 220 millones de euros por el exídolo del Santos, Bartomeu realizó fichajes incomprensibles como los de Ousmane Dembélé, Philippe Coutinho y Antoine Griezmann.

De la noche a la mañana, el Barcelona estaba traicionando el modelo que lo había hecho exitoso y comenzó a gastar en forma desenfrenada. Entre 2017 y 2021, Messi ganó más de 555 millones de euros, según su contrato. Pero un directivo le dijo a Kuper que “Messi no era el problema. El problema era el ‘contagio’ del resto del equipo”. Siempre que Messi recibía un aumento, sus compañeros también querían uno y lo recibían.

Después vino la pandemia, que le ocasionó millonarias pérdidas a los clubes europeos, y la creación y muerte rápida de la Superliga promovida por el Real Madrid, el Barcelona y la Juventus de Italia, los cuales buscaban crear un torneo paralelo a la Champions y apropiarse de sus beneficios económicos.

Las pérdidas de la temporada pasada rondaron los 487 millones de euros. Esta cifra, por sí sola, explica por qué el Barcelona no pudo renovar a la máxima figura de su historia, que había aceptado bajar a la mitad su sueldo.

Con la crisis de muchas ligas por la pandemia como telón de fondo, todo quedó servido para que el astro argentino se fuera a un equipo con chequera fuerte y muy bien relacionado con los poderes del fútbol (Nasser Al-Khelaifi también es presidente de la Asociación de Clubes Europeos, cargo que le otorga un puesto en el Consejo Ejecutivo de la UEFA), lo cual le ha permitido violar reiteradamente el ‘fair play’ financiero y seguir realizando fichajes como el de Messi.

Así, a medida que nos acercamos a 2022, Al-Khelaifi estará al lado de Messi y del Mundial en la alineación titular de Catar, dice Simon Chadwick. Sin embargo, a juicio suyo, aunque el traslado de Messi a Francia haya acaparado los focos, por una vez no es el protagonista. “El gobierno de Doha quiere que 2022 sea todo sobre Catar, y el argentino ha sido reclutado para desempeñar su papel en un plan de juego altamente táctico”.

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