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«Ser o no ser, esa es la cuestión»

Como haciendo las veces del fantasma del rey Hamlet en […]

Como haciendo las veces del fantasma del rey Hamlet en una de sus más populares obras, William Shakespeare deambula por los pasillos del mundo audiovisual actual.

Por Juan Fernando Sánchez /Actor, productor teatral y gestor cultural/ @juanfernandosanchezv

Desde siempre el transitar de las sociedades ha estado enmarcado por la premisa “el pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla”, tal vez es lo opuesto, entre más conocimiento tenemos, la tecnología se apodera de las conversaciones, vivimos una vida aparentemente más práctica y nos enfrentamos a nuevas eras en las que somos espectadores y protagonistas de los mismos relatos, a lo largo del camino podemos presenciar cómo los referentes literarios o la tradición oral cobra vida en cada esquina y se apodera de cada conflicto familiar o disputa sentimental, las pasiones siguen siendo la mismas: codicia, celos, amor, odio, mezquindad, resentimiento y como una huella epigénetica imborrable, se podría decir que seguimos librando las mismas guerras descritas en la Iliada de Homero y donde podemos ver que nuestros caballos de Troya tienen unas dimensiones y contextos distintos pero contienen las mismas sin salidas, el poder sigue siendo el motivador y vehículo principal de las realidades,

los instintos básicos gobiernan las decisiones más trascendentales, y frente a esas preguntas filosóficas que surgieron en Grecia con sus más eruditos exponentes siguen hoy buscando respuesta.

El bardo de Avon uno de los nombres con los que se le conocía al célebre inglés William Shakespeare, fue, es y será uno de los más enigmáticos personajes de la historia, no solo por los amplios recursos lingüísticos con los que desarrollaba sus universos, o la complejidad con la que estructuraba a sus personajes sino por lo permanente que ha sido en la conversación popular o como lo describiría casi como una profecía, uno de sus contemporáneos Ben Jonson.

“Shakespeare no pertenece a una sola época sino a la eternidad” y es que el bardo retrata en sus obras a la humanidad en su más pura esencia, lo más mundano está impreso en cada uno de sus escritos y debido a eso es el autor con más recurrentes adaptaciones o puestas en escena expuestas en la cartelera cultural mundial. De ahí la universalidad de su legado, y ¡si! es corto lo que se pueda decir del señor William puesto que no solo es un enigma, es también un sinnúmero de especulaciones y cuentos que lo describen de una y mil formas, fue actor, poeta y dramaturgo, se ubicó como el escritor más importante en lengua inglesa, pero saliéndose un poco de lo sofisticado de su prontuario, es también el creador del “ser o no ser” usado de manera recurrente y vulgar por tantos. Fue la inspiración del apodo tan coloquialmente conocido Chespirito, otorgado a la luminaria latinoamericana Roberto Gómez Bolaños, quien por su multidisciplinaria carrera se hizo merecedor de este seudónimo.

¿Por qué decir que Shakespeare deambula por los pasillos del mundo audiovisual moderno? Pues es muy sencillo; en ese lenguaje tan nuestro como lo son las telenovelas están dispuestos todos los arquetipos de su obra, lo aspiracional y el ascenso de los personajes de clases no tan afortunadas y como ven ese impedimento de vivir su amor por las diferencias sociales nos retratan a ese Romeo y Julieta que viven un romance imposible, la intriga y la tragedia, personajes oscuros que evocan a la brujería y a los amuletos nos llevan Las 3 brujas en Macbeth que hacen su aparición con una profecía para el futuro rey o la intriga que despierta los celos de Otelo hacia Desdémona y que tiene como desenlace la muerte de ella a manos de un Otelo que empieza a transitar una penitencia motivada por la culpa.

Estos referentes nos hablan de un paisaje local, pero en lo global podemos ver El Rey León, una de las películas más taquilleras de la historia del cine y deleite de todas las edades, que fue digitalizada y reestrenada en 2019, nos habla de ese príncipe Hamlet que pierde al padre a manos de su tío para usurpar el trono y que en apariciones se le presenta al joven Simba, esas apariciones también son uno de los elementos usados por Woody Allen en Match Point su primera película filmada en Europa y que nos relata una historia del viacrucis emocional librado por Cris (Jonathan Rhys Meyers) quien siendo profesor de tenis y que viene de una historia fragmentada y atribulada encuentra el ascenso social al casarse con una mujer de la clase alta inglesa, pero al transcurrir de la historia tiene un romance con Nola (Scarlett Johanson) quien queda embarazada, propiciando su muerte a manos del personaje de Cris quien ve que su castillo de naipes puede ser destruido. En la popularidad actual se encuentra un reflejo de El Rey Lear donde el tema principal es la ingratitud filial aunque también trata de la vejez y de la locura, en la multipremiada serie Succession de HBO donde como en la tragedia Shakesperiana, Logan Roy que emularía al viejo rey, quiere repartir su reino entre sus codiciosos hijos: Kendall, Siobhan, Roman y Connor, interpretados impecablemente. En este moderno espejo vemos una Nueva York y sus poderes y la corrupción que no indultan a la sangre.

Esta es una puesta en escena que cuenta con dos temporadas y donde podemos disfrutar de un drama muy consistente, en donde el suspenso de cada capítulo nos regala un aire de humanidad isabelina digna de comparación con las maneras del bardo.

Ser o no ser esa es la cuestión.

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