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Barú, con sello de sostenibilidad

Aura Hotel Barú es un lugar para disfrutar tranquilamente un coctel especial en la playa, pero también para descubrir maravillas de la naturaleza y de la cultura del Caribe.

Aura Hotel Barú fue el sueño de una inmigrante italiana, Aura Cenzato, quien hace 30 años decidió explorar la isla Barú, cuando no muchas personas lo habían hecho, y allí, entre sus playas cristalinas y sus hermosos manglares, encontró un refugio natural.

Con el pasar del tiempo, ese espacio deslumbrante en la ensenada de Cholón, a solo 45 minutos en lancha desde Cartagena, se volvió destino para disfrutar de la tranquilidad que regala el mar, la gastronomía caribe y la cultura local.

Barú es una joya de la naturaleza con rasgos muy especiales. Hace parte del parque Corales del Rosario, uno de los más atractivos del país por ser submarino. Su ecosistema juega un papel clave en la región y ofrece maravillas como sus arrecifes coralinos y su amplia variedad de especies marinas.

Con tanta naturaleza, Aura Hotel Barú no podía ofrecer solamente la posibilidad de tomarse un mojito en la orilla de la playa al atardecer. El menú de actividades también incluye explorar los arrecifes durante una excursión de snorkeling o buceo, navegar en tablas de paddle board, y hacer pequeña vela o kayaking.

Otro dos grandes planes son las caminatas ecológicas, acompañados por guías locales, para descubrir el pueblo de Barú y la flora del bosque seco tropical. Otra opción es el baño de estrellas en la ensenada con el manto del cielo encendido y el plancton destellando luz en el mar. Esas diminutas ‘luciérnagas’ que siguen los movimientos de los bañistas, son un espectáculo imperdible.

Aura Hotel Barú tiene 19 habitaciones, lo cual permite una atención personalizada.

Como se ve, las opciones para pasar días maravillosos en la isla, integrándose con el medio ambiente y la cultura de la costa caribe son múltiples. “Creo que debemos entender que en esta nueva era pospandemia, las vacaciones en la naturaleza no son un lujo sino una necesidad prioritaria. Son el espacio que necesitamos para restablecer nuestros sentidos y conectarnos con las cosas de la vida que realmente importan, como la familia y las amistades”, dice Giacomo Thiele, gerente general del hotel.

Antes de la pandemia los visitantes de Aura Hotel Barú eran en un 80 % internacionales, la mayoría de ellos, personas que buscan un encuentro con la cultura local y que valoran mucho a Colombia y a su gente. “Algo que suelen destacar los visitantes foráneos es la arquitectura local y la gastronomía típica barulera”, anota Thiele. Por eso, el hotel se abocó a redescubrir los sabores locales e implementarlos en su carta de alimentos, en la cual figuran como estrellas el patacón rayao y las carimañolas de calamar.

“Actualmente, somos muy visitados por el mercado local y nacional que, debido a las restricciones internacionales, decidió conocer los atractivos de esta región, los cuales siempre han estado al alcance de su mano. Esto es muy positivo”, agrega Thiele.

“Los extranjeros aman los techos de palma y las construcciones ecológicas”, dice Giacomo Thiele.

Sostenibilidad y comunidad

Aura Hotel Barú fue el primer hospedaje de las islas del Caribe en obtener la certificación NTS TS 02 en sostenibilidad. Fue gracias a una labor conjunta con el Fondo Nacional del Turismo (Fontur), que se implementaron prácticas para reducir el impacto ambiental en este ecosistema. Entre ellas, la codificación QR de todas las especies arbustivas, el riego de jardines con las aguas grises, el uso de agua salada para los inodoros y el reciclaje de los aceites de cocina con empresas especializadas. “Y, aunque no será fácil, próximamente estaremos apuntando a eliminar el manejo de plásticos de un solo uso”, asevera Thiele.

Sin embargo, combinar la hotelería con el cuidado del medioambiente en un sitio como Barú, donde hay unas condiciones de vida aún precarias para la población local, siempre será un reto, opina Thiele. “Considero que aún hay mucho trabajo por delante, pero la sostenibilidad cada vez toma más fuerza y es importante incluirla en los proyectos hoteleros desde la planeación; así mismo, debe exigirse a las empresas de servicios públicos mayor presencia y apoyo”.

El hotel tiene un código de comportamiento de los clientes que no solo habla de preservar el entorno, sino también de tener respeto por la cultura de la comunidad. Thiele expresa con dolor cómo los extranjeros son más conscientes de esta exigencia que los propios colombianos. Son personas que llegan con un alto interés por conocer a la gente del sitio, su estilo de vida, sus tradiciones y hasta sus dificultades. “Los extranjeros aman los techos de palma y las construcciones ecológicas, y nosotros los colombianos aún debemos crecer mucho más en ese aspecto. No solo en conservar la arquitectura local, sino también en dotar a la comunidad de Barú de los servicios básicos para vivir en forma digna”.

Sería algo apenas justo con quienes hacen aún más esplendoroso este atractivo turístico exótico, sinónimo de magia, trópico, diversión y descanso.

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