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Chile confrontará un punto de inflexión al rechazar o aprobar la nueva Constitución

Los chilenos se preparan para ir a las urnas el próximo 4 de septiembre y aprobar o rechazar la propuesta de Constitución elaborada por la Convención Constitucional

Para el presidente Gabriel Boric no ha sido fácil el trámite de la reforma a la constitución

Por: ARIEL RAMÍREZ ORREGO
Director de la Escuela de Gobierno y Gestión Pública de la Universidad de Chile

El pasado 4 de julio fue presentada oficialmente por los integrantes de la Convención Constitucional la propuesta de una nueva constitución para Chile entregando el texto en una ceremonia oficial al presidente Gabriel Boric. Siguiendo estrictamente un apretado cronograma, que le mandata entregar un texto constitucional definitivo en el plazo de un año desde su envestidura, los convencionales trabajaron hasta el último momento para aprobar las normas que serían parte de esta propuesta que cuenta con 388 artículos permanentes y 57 normas transitorias.

Este proceso constituyente en curso para la redacción de una nueva Constitución fue la salida política-institucional para enfrentar el estallido social iniciado el 18 de octubre de 2019.

Según el cronograma establecido, a partir del miércoles 6 de julio se inició oficialmente la campaña del plebiscito de carácter obligatorio que se realizará el 4 de septiembre próximo, en la que la ciudadanía deberá votar por aprobar o rechazar esta propuesta de carta magna que reemplazará a la Constitución de la República de Chile de 1980 creada por la dictadura militar y que, a pesar de cambios sustantivos realizados en 2005, sigue rigiendo los destinos del país.

Asimismo, la norma que, respecto de estos pueblos originarios, establece el “deber del Estado respetar, promover, proteger y garantizar el ejercicio de la libre determinación, los derechos colectivos e individuales son titulares y su efectiva participación en el ejercicio y distribución del poder, incorporando su representación política en órganos de elección popular a nivel comunal, regional y nacional, así como en la estructura del Estado

Si bien este proceso constitucional presenta un cronograma claro para su desarrollo, es altamente incierto el resultado electoral que determinará la aprobación o el rechazo a la propuesta de nueva constitución, considerando, al menos, los siguientes elementos.

EL TEXTO CONSTITUCIONAL

El texto de la nueva constitución contiene una cantidad de normas que significan cambios sistémicos respecto de la situación actual. Esto se puede ejemplificar en la concepción del Estado, el que en la actual Constitución Política se concibe como “el Estado de Chile es unitario”, mientras que la nueva propuesta constitucional señala que “Chile es un Estado social y democrático de derecho. Es plurinacional, intercultural, regional y ecológico”, incorporando los conceptos de plurinacionalidad e interculturalidad, como lo han hecho las últimas constituciones en Bolivia y Ecuador. Si bien se reconoce en forma explícita a once pueblos y naciones indígenas preexistentes de Chile, un objetivo buscado por décadas por quienes han defendido la causa indígena, el significado de la plurinacionalidad e interculturalidad no ha sido suficientemente precisado en el texto, abriendo la posibilidad a variadas interpretaciones.

Asimismo, la norma que, respecto de estos pueblos originarios, establece el “deber del Estado respetar, promover, proteger y garantizar el ejercicio de la libre determinación, los derechos colectivos e individuales son titulares y su efectiva participación en el ejercicio y distribución del poder, incorporando su representación política en órganos de elección popular a nivel comunal, regional y nacional, así como en la estructura del Estado, sus órganos e instituciones” es amplia en alcance y profunda en su implementación, dificultando su operacionalización por parte de las entidades que forman parte de las ramas del poder público, órganos autónomos y de la organización electoral, entre otros que forman parte de la estructura del Estado.

También, como resultado de la deliberación constitucional se creó el constructo de la “democracia paritaria”, la que dispone la inclusión de mecanismos de paridad en la conformación y funcionamiento en diferentes órganos del Estado, específicamente mandatando en el texto constitucional que estos “deberán tener una composición paritaria que asegure que, al menos, el cincuenta por ciento de sus integrantes sean mujeres”.

Respecto del debate de sistema político, se incorporó una forma de representación democrática que fue conceptualizada como un bicameralismo asimétrico, cambiando la actual conformación del Congreso Nacional, que tiene una Cámara de Diputados y Diputadas y un Senado -ambas instancias con similares atribuciones para la formación de leyes y su respectiva revisión cuando es aprobada, en primera instancia, por la otra cámara— al incorporar en la nueva constitución un Congreso de Diputadas y Diputados, esto es “un órgano deliberativo, paritario y plurinacional que representa al pueblo” el que “concurre a la formación de las leyes” y una Cámara de las Regiones (de carácter departamental), definido como “un órgano deliberativo, paritario y plurinacional de representación regional encargado de concurrir a la formación de las leyes de acuerdo regional”. Se elimina de esta forma el actual Senado y crea un sustituto de origen departamental de menor rango en cuanto a su alcance territorial y atribuciones, siendo, en la práctica, un sistema de representación unicameral.

Manifestantes chilenos en las calles

En relación con la institución de la Presidencia de la República, también se establece un cambio importante, por cuanto se incluye la opción de reelección inmediata, por una vez, al finalizar el periodo de cuatro años, a diferencia de lo que sucede en la actual norma constitucional que no permite la reelección inmediata, instalando un germen propicio para el caudillismo y clientelismo al tener el mandatario que asumir incentivos para iniciar su gestión pensando en la siguiente elección.

En el sondeo de la segunda semana de julio, la tendencia se mantiene, ya que el 52% opta por el rechazo y el 40% por el apruebo, bajando quienes no saben o no responden a un 8% lo que demuestra que los indecisos podrían ser claves para dar vuelta la elección hacia la opción apruebo.

LOS RESULTADOS DE LAS ENCUESTAS

El segundo término que pone incertidumbre a la aprobación de la propuesta del nuevo texto constitucional, son las encuestas, que muestran un marcado cambio hacia la opción de rechazo en el plebiscito de salida del 4 de septiembre. En los últimos sondeos conocidos se mantiene esta tendencia.

Desde que se presentó el primer borrador del texto constitucional, en el mes de mayo, las diferentes encuestas muestran una clara opinión hacia el rechazo en la papeleta del septiembre.

Ante la pregunta sobre el plebiscito con voto obligatorio para aprobar o rechazar la nueva constitución, con toda la información que se conoce a la fecha, un 45,5% de los entrevistados optaba por la opción rechazo, el 27,1 apruebo y el 27,4% no sabe o no responde (Pulso Ciudadano, primera quincena de mayo). En la última encuesta aplicada por esta empresa (primera quincena de Julio) y con la campaña electoral oficialmente en curso estas tendencias se mantienen, quienes votarían por el rechazo aumentan a 46,3%, mientras quienes aprobarían representan el 28% del total, disminuyendo quienes no saben o no responden al 15,6%.

A pesar de ser un plebiscito obligatorio, el 7,2% de los encuestados señala que no votará. Adicionalmente, esta empresa realizó un primer pronóstico electoral a 56 días de la votación, indicando que el 62,3% de los electores votarían rechazo y un 37,7% votaría apruebo.

Por otra parte, la encuesta Plaza Pública Cadem, con el trabajo de campo realizado una vez que se entregó el borrador de la nueva constitución en el mes de mayo, arrojaba que la opción rechazo también supera al apruebo. Ante la indagación que pregunta a los entrevistados, con la información que tiene actualmente, ¿usted votaría apruebo o rechazo a la constitución que proponga la Convención Constitucional en el plebiscito de salida de septiembre de este año?, el 46% de los encuestados opta por la opción rechazo, mientras el 37% elige apruebo y el 17% declara no saber o no responde, sin presentar cambios semanales significativos en los resultados de los últimos meses. En el sondeo de la segunda semana de julio, la tendencia se mantiene, ya que el 52% opta por el rechazo y el 40% por el apruebo, bajando quienes no saben o no responden a un 8% lo que demuestra que los indecisos podrían ser claves para dar vuelta la elección hacia la opción apruebo.

UNA CAMPAÑA PERMANENTE POR EL RECHAZO

Un tercer elemento a considerar, que ha agregado incertidumbre del proceso constituyente, es la campaña por el rechazo que se ha iniciado solapadamente desde la instalación de la Convención Constitucional y se ha acentuado en las últimas semanas.

Esto, a través de información con verdades a medias o ‘fake news’ que circulan profusamente por redes sociales, así como la posición editorial de influyentes medios de comunicación, tanto escritos, como radiales y televisivos, los que han amplificado escándalos y polémicas de convencionales constituyentes, tales como el caso de Rodrigo Rojas Vade, quien mintió sobre su diagnóstico de cáncer, el que usó como plataforma política para ser electo en un cupo de la denominada Lista del Pueblo (colectivo que fue despareciendo con el pasar de los meses) y fue descubierto a dos meses de iniciado el trabajo de la Convención Constitucional.

Este escenario ha llevado al propio presidente Gabriel Boric a pronunciarse públicamente a dos semanas de haber recibido la propuesta por parte de la Convención Constitucional, señalando que si gana la opción rechazo “vamos a tener que prolongar este proceso por un año más, en donde va a tener que discutirse todo a partir de cero…”

Iniciativas de normas constitucionales extremas, como la propuesta de ocho convencionales que buscaba eliminar los poderes del Estado reemplazándolos por una Asamblea Plurinacional de los Trabajadores y los Pueblos; los duros insultos que profirió la convencional Teresa Marinovic, del derechista Partido Republicano, a la Convención Constitucional y sus integrantes mientas participaba de una rueda de prensa; así como la posición convencional de sectores de derecha en abierta oposición a la redacción de la nueva constitución, a pesar de ser parte de la propia Convención Constitucional.

Los sectores de derecha han aprovechado esta deteriorada imagen del proceso constituyente para crear un eslogan que ha servido para generar apoyo a su posición: “Rechazar para reformar”, en el marco de la actual Constitución Política que se quiere cambiar.

Los significativos cambios que contiene el borrador del texto de la nueva constitución que han elaborado los integrantes de la Convención Constitucional, los resultados que se han conocido de las diferentes encuestas de opinión de los últimos dos meses y una campaña en curso por aprobar o rechazar esta propuesta, permiten concluir que la decisión que tomarán los chilenos a inicios de septiembre de este año será ajustada, existiendo una alta probabilidad de que gane la opción rechazo a la propuesta de la nueva carta magna y, como consecuencia inmediata, que siga rigiendo la actual Constitución Política.

Este escenario ha llevado al propio presidente Gabriel Boric a pronunciarse públicamente a dos semanas de haber recibido la propuesta por parte de la Convención Constitucional, señalando que si gana la opción rechazo “vamos a tener que prolongar este proceso por un año más, en donde va a tener que discutirse todo a partir de cero…”, causando sorpresa entre sus partidarios, optimismo entre quienes optan por la opción rechazo, y controversia entre todos por definir cuál sería el mecanismo para elaborar una nueva propuesta: una convención constitucional elegida por votación popular, un acuerdo político en el actual Senado, una comisión de expertos constitucionalistas, o alguna combinación de estas alternativas. Así las cosas, los chilenos seguirán enfrentando la crisis político-institucional más importante de los últimos cincuenta años por algunos años más.

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