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Chile elige este domingo entre dos visiones extremas del país

Gabriel Boric y José Antonio Kast protagonizan unos comicios que […]

Gabriel Boric y José Antonio Kast protagonizan unos comicios que han puesto al país frente a frente con su pasado y su futuro.

Gabriel Boric, de izquierda, y José Antonio Kast, el candidato de derecha.

SANTIAGO-EUROPA PRESS

Dos visiones completamente distintas de Chile se enfrentan este domingo en unas elecciones presidenciales calificadas como las más importantes desde la vuelta a la democracia en el país andino.

El izquierdista Gabriel Boric y el ultraderechista José Antonio Kast llegan a la cita habiendo moderado sus programas con respecto a la primera vuelta presidencial, en busca de ampliar su espectro de apoyos, pero sin renunciar a lo fundamental de sus respectivos proyectos para Chile.

Apenas dos puntos separaron ambos políticos hace un mes, en una cita inicial que ganó Kast con el 28% de los sufragios. Ahora es Boric quien lidera los sondeos, aunque con un escaso margen, cercano al empate técnico, en la mayoría de esas encuestas.

Chile dejó atrás su imagen de «oasis» de estabilidad en América Latina hace dos años, cuando estallaron unas masivas protestas ciudadanas en reclamo de mejores condiciones de vida y un cambio hacia lo social del sistema económico neoliberal establecido por la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990). La crisis dejó una treintena de muertos y centenares de detenidos.

Boric hizo propias muchas de las demandas de quienes tomaron las calles, incluyéndolas en su programa. El candidato progresista propone subir impuestos a los ricos, poner las bases se un sistema de seguridad social, aumentar el salario mínimo y reducir la jornada laboral a 40 horas semanales, por ejemplo. Moderó, eso sí, algunos puntos de su programa, bajando el porcentaje de PIB necesario para llevar a cabo sus propuestas del 8% al 5%.

De cara a la segunda vuelta, consiguió el apoyo de los partidos centroizquierdistas de la ex Concertación que gobernaron el país durante dos décadas tras el retorno a la democracia.

KAST, EMBLEMA NEOLIBERAL

Kast tiene una visión económica completamente antagónica, defendiendo a capa y espada el sistema neoliberal creado por los ‘Chicago Boys’ durante la dictadura de Pinochet, figura que ha defendido públicamente en numerosas ocasiones, aunque rechazando las violaciones a los Derechos Humanos que se produjeron durante el régimen cívico-militar.

El candidato considera que el estallido social fue violento, y aboga por reducir el gasto público, eliminar tasas, y conservar el actual sistema de pensiones, defendiendo el sistema neoliberal al argumentar que puso a Chile como el país económicamente más desarrollado de América Latina.

También moderó su mensaje de cara a la segunda vuelta, consiguiendo el apoyo de las formaciones centroderechistas que sustentaron las dos presidencias del mandatario saliente, Sebastián Piñera.

Kast redujo su programa de exenciones fiscales para empresas y acabó también con un controvertido proyecto a nivel latinoamericano que tenía como objetivo la lucha contra la extrema izquierda, visto por algunos analistas como un nuevo Plan Cóndor.

Probablemente ninguno de los dos candidatos pueda hacer realidad las medidas más rupturistas de sus programas, en parte debido a que las elecciones legislativas de noviembre arrojaron un Parlamento profundamente dividido, después de que la derecha consiguiera uno de los mejores resultados de su historia reciente.

UN NUEVO MARCO

Estos comicios presidenciales se celebran en un contexto inédito en el país. Los partidos políticos con representación parlamentaria aprobaron en 2019, para darle solución al estallido social, el inicio de un proceso constituyente, con la perspectiva de reemplazar la Carta Magna aprobada en 1980, durante la dictadura.

En mayo fueron elegidas las 155 personas que integrarían la Convención Constituyente. La izquierda barrió en esos comicios, al contrario que en noviembre, y tiene una amplia mayoría entre los redactores de la nueva Carta Magna.

«No es que los chilenos cambien de opinión de una elección a otra», dice Claudio Fuentes, analista de la Universidad Diego Portales. «En las elecciones a la Convención la derecha obtuvo poco más de un millón de votos. Es decir, la gente de derecha no fue a votar», explica

«En cambio, la gente de izquierda sí logró movilizarse para ese evento. Seis meses después, en las legislativas, lo que sucedió es que la derecha recuperó su capacidad de movilización electoral, que se acerca a tres millones de votos, y de ellos 1,9 millones se inclinaron por el segmento más conservador de la derecha», aclara el politólogo.

Los resultados de las presidenciales son también decisivas para el futuro de la Convención Constitucional, más cómoda con un gobierno de Boric debido a la afinidad ideológica. «Boric apoyará a la constituyente sin condiciones, mientras que es probable que Kast apoye por defecto, sin apoyar», explica Juan Pablo Luna, politólogo de la Universidad Católica de Chile.

«Es posible, sí, que también decida confrontar a la Convención desde la Presidencia. En el caso de que quede en la oposición, será el líder de la opción del rechazo en el plebiscito de salida. El resultado de ese referéndum terminará dependiendo de quién sea electo en segunda vuelta y de la popularidad de ese presidente a mediados del año próximo», añade el analista.

Los indecisos y la cifra de participación decantarán el resultado final de una elección que ha dividido al país, y enfrentado a familias y grupos de amigos.

Chile es un país tradicionalmente abstencionista. En la primera vuelta apenas fueron a votar un 47% de los chilenos, cifra, eso sí, superior a la de otras citas presidenciales en las últimas décadas.

«Como la elección es competitiva, en teoría debería participar más gente. Los mayores niveles de polarización y el efecto que produjo en ambas candidaturas el resultado de primera vuelta podría estimular una mayor participación», comenta el analista Fuentes.

Existe cierto consenso académico, refutado por un sector de los politólogos, en que una mayor participación beneficia a Boric en unas elecciones que son también un plebiscito al neoliberalismo.

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