Jueves, 25 de abril de 2024
Suscríbase
Jueves, 25 de abril de 2024
Suscríbase
ENRIQUE GOMEZ Enrique Gómez petro

Crisis inducida

Más de este autor

Con cerca de 70 billones de pesos en presupuesto, el sistema de salud representa un botín fenomenal para los políticos y los adeptos petristas”

Enrique Gómez Martínez

El cinismo con el que se ha manejado la agenda de reforma a la salud por el dúo dinámico de la ministra Corcho y el superintendente de salud Ulahy Beltrán es aterrador.

La reguladora y el responsable de vigilancia y control representan al sindicalismo duro de la salud, enemigo acérrimo del sistema de estímulo a la demanda nacido bajo la Ley 100 de 1993.

Son herederos de una cultura que pelechó del subsidio a la oferta en épocas anteriores a la Ley 100 cuando menos del 20% de la población tenía cobertura, la atención médica era un milagro y los sindicatos del ISS y la red pública paralizaban la atención a su antojo.

No han superado la pérdida de protagonismo de la red pública, siempre sujeta a la rapiña de los políticos de turno que se congraciaban con los sindicatos para poder robar con tranquilidad. Un sistema que propiciaba la reivindicación permanente y el “avance” de la agenda sindical.

Ese mundo se acabó. La Ley 100 empoderó a los usuarios de la salud, creó un nuevo actor independiente de control del riesgo médico a través de las EPS e integró el sistema de aseguramiento con la prestación pública y privada de servicios.

El sistema de seguridad social en salud vigente ha sufrido muchos avatares. Nunca se diseñó para un entorno de informalidad laboral prevalente que ha llevado a que el 55% de los usuarios se beneficien del régimen subsidiado, cuando en sus estimados iniciales este régimen debía representar el 25% del sistema. Enfrentó la infiltración de los politiqueros en las administradoras de régimen subsidiado y las EPS que con demasiada lentitud y tolerancia se fueron depurando. Ha sufrido de los abusos de todos los actores. ¡Todos! médicos involucrados en la facturación, laboratorios promoviendo soluciones costosas o inefectivas, aseguradores ligeros en los recobros del No POS, prestadores enriquecidos con cobros indebidos o desborde de servicios y atenciones innecesarias.

A todo lo anterior ha sobrevivido nuestro sistema de salud logrando una cobertura efectiva superior al 95% de la población, con el gasto de bolsillo para el usuario más bajo del hemisferio, trayendo el estado del arte al diagnóstico y a la terapéutica, conformando un amplio espectro de moléculas disponibles en el plan básico de beneficios, superando diversas crisis financieras, controlando el gasto médico, realizando y atendiendo más 600 millones de eventos al año y mejorando todos los indicadores de salud de la población.

Pero con cerca de 70 billones de pesos en presupuesto, el sistema de salud representa un botín fenomenal para los políticos y los adeptos petristas. Quieren apropiarse del dinero de la salud generando monopolios y estructuras de favorecimiento centrados en el poder del ministerio. Buscan además un escenario de dominación política electoral.

Eliminar el derecho a la salud y transformarlo en un favor, será una de las grandes herramientas para consolidar la hegemonía del Pacto Histórico en el poder.

Por ello Corcho ha iniciado un ataque frontal a la sostenibilidad de las EPS como articuladoras principales del sistema. Retrasó el pago de los ajustes a los presupuestos máximos ya aprobados, hace anuncios tremendistas para alienar a los inversionistas y el superintendente de salud cita a las EPS para amenazarlas a la vez que las condena a muerte en cada intervención.

Buscan destruir las capacidades del sistema y afectar la prestación de servicios a los usuarios para ambientar en 2023 una reforma radical que le entregue la salud a la corruptela política regional a través de las secretarías de salud territoriales.

En el gobierno del amor se vale destruir la salud de los ciudadanos con tal de alcanzar una victoria temprana.