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EDUARDO URIBE Eduardo Uribe agro

La erosión de los suelos

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Durante la última campaña presidencial, todos los candidatos, a su manera, hicieron propuestas dirigidas a convertir al sector agrícola en un protagonista clave del desarrollo regional y nacional. Ninguno, sin embargo, aludió al problema de la erosión y, en general, al deterioro de los suelos agrícolas.

Por Eduardo Uribe Botero

La erosión es un proceso irreversible del deterioro de los suelos. Consiste en la pérdida gradual del horizonte superficial del suelo que, por su contenido normalmente mayor de materia orgánica, microrganismos y nutrientes, ofrece condiciones favorables para el crecimiento de las plantas y los cultivos. Las causas fundamentales de la erosión de los suelos agrícolas son el sobrepastoreo y el uso inadecuado y excesivo de la maquinaria y de los implementos que se utilizan para preparar el suelo para la siembra de cultivos.

Según el Ideam, el 60% de los suelos con vocación agrícola en Colombia está afectado por erosión y el 4,6% la presenta en grado severo. El problema es particularmente grave en la macro cuenca Magdalena-Cauca, precisamente en las regiones de mayor desarrollo agrícola.
Por tratarse de un proceso gradual y silencioso, la erosión ha recibido muy escasa atención por parte del Estado. Se trata de un problema poco conocido. La gradualidad y escasa visibilidad del problema hacen que los gobiernos no lo hayan considerado un problema apremiante. Sin embargo, su prevención y control son asuntos urgentes.

Durante la última campaña presidencial, todos los candidatos, a su manera, hicieron propuestas dirigidas a convertir al sector agrícola en un protagonista clave del desarrollo regional y nacional. Ninguno, sin embargo, aludió al problema de la erosión y, en general, al deterioro de los suelos agrícolas. Esto a pesar de que este proceso de deterioro, que es una amenaza implacable, en marcha y de consecuencias irreversibles, está poniendo en riesgo la capacidad de extensas áreas del territorio nacional para producir alimentos. Es clave entonces que las políticas de desarrollo rural y agrícola integren medidas eficaces para asegurar la conservación de los suelos y prevenir su erosión y deterioro. Las políticas y estrategias de modernización del sector agrícola deben tener presentes los riesgos inherentes a la mecanización de los suelos, e incluir medidas para controlarlos.

“Según el Ideam, el 60% de los suelos con vocación agrícola en Colombia está afectado por erosión y el 4,6% la presenta en grado severo”

Persiste el riesgo de que las políticas de desarrollo rural y agrícola que buscan la modernización del campo, sigan contribuyendo a exacerbar los problemas de erosión de los suelos agrícolas. Para que esto no ocurra, es necesario diseñar y poner en marcha, por primera vez en la historia de Colombia, políticas, regulaciones y arreglos institucionales dirigidos a su prevención y control. La transferencia de tecnología sobre la utilización adecuada de equipos e implementos de laboreo, y la investigación de sistemas de “labranza mínima” en distintos cultivos, principalmente en zonas de ladera, resultan apremiantes.

De otra parte, hoy en Colombia, la deforestación y, en general, la remoción de la cobertura vegetal, conducen a la erosión de suelos con vocación forestal y de conservación. Los suelos agrícolas y forestales que son arrastrados por el agua hacia las zonas bajas sedimentan los cauces y alteran el funcionamiento de las cuencas hidrográficas. La acumulación de sedimentos en los cauces y cuerpos de agua de las zonas bajas, disminuye su capacidad para evacuar y almacenar agua y aumentan la vulnerabilidad de las zonas bajas a las inundaciones durante las temporadas de lluvia.

La erosión de los suelos es pues un problema desapercibido de enorme trascendencia económica y ambiental. Aunque no forma parte de las preocupaciones inmediatas de la sociedad y no ha merecido mayor atención por parte del Estado, es urgente evitar que sus impactos y los costos sociales se maternicen en el mediano y largo plazo: pérdida de productividad, pobreza rural, desastres naturales e inseguridad alimentaria entre otros.