Miércoles, 24 de abril de 2024
Suscríbase
Miércoles, 24 de abril de 2024
Suscríbase
FERNANDO CEPEDA Fernando Cepeda Ulloa Reino Unido

Libertad y orden

Más de este autor

En una democracia se le otorga preferencia a la libertad pero no en desmedro del orden. Si se privilegia el orden es bien probable que sufra el postulado de la libertad»

Fernando Cepeda Ulloa

Se trata del lema de nuestro escudo. Pero no reflexionamos sobre su significado. Ni lo invocamos oportunamente. Y no me sorprendería que muchos no lo entiendan en su real significado.

Todo el tema de la “Paz Total” como lo fue el Acuerdo Final con las Farc o el del presidente Barco y de Gaviria con el M-19 y otros grupos guerrilleros representan buena parte de nuestra historia —que no ha sido de violencia permanente, como lo ha observado con frecuencia el historiador Malcolm Deas—.

Los fenómenos de violencia que hemos tenido representan la violación del ideal de orden que se proclama en nuestro escudo y, también, la expresión del ideal de libertad que este símbolo patrio proclama. Es la tensión entre estos dos ideales la que lleva al Gobierno a reconocer el estatus político de una organización rebelde armada que ha cometido mayores violaciones al medio ambiente. No es cualquier cosa, porque ha atentado, y de qué manera, no solamente contra el orden nacional sino contra el orden internacional. Y esos no son separables.

Este lema, muy afortunado, fue establecido en el artículo 4º de la Ley 3 del 9 de mayo de 1934. Ahí quedó registrada magistralmente la naturaleza esencial de nuestro sistema político: la libertad que es el anhelo humano más sentido y la necesidad de orden que es el de la convivencia social. Sin orden no hay libertad y la libertad no puede traducirse en desorden, caos, anarquía, y, mucho menos, en atentar o limitar, contra la libertad de los demás. La coexistencia de estos dos postulados la vivimos todos los días y en todos los escenarios.

La protesta social en las ciudades o en el sector rural, Bajo Cauca, Los Pozos, los ámbitos universitarios. Se dice que ahora hay cuatro protestas diarias. Se ha vuelto muy popular en todas partes, pese a que la izquierda consideraba que si llegaban al poder estos movimientos sociales, por lo menos, darían un margen de espera.

Se trata de una manifestación de la libertad de cada ciudadano y de muchos, a veces multitudes de ciudadanos como lo hemos visto recientemente en Francia e Israel y ¿qué pasa con la libertad de quienes no participan en esas protestas? Pues por eso las alcaldías en el mundo civilizado exigen que se informe sobre la fecha de la protesta, su eventual desarrollo y recorrido para así asegurar el ejercicio de los derechos de los demás ciudadanos al tiempo que se garantiza la libertad de protestar y manifestarse. Es que hay que asegurar la libertad y el orden. En una democracia se le otorga preferencia a la libertad pero no en desmedro del orden. Si se privilegia el orden es bien probable que sufra el postulado de la libertad.

Es una tensión permanente. Nada fácil y requiere, por ello, la armonía entre las instituciones políticas, la Policía y las Fuerzas Armadas. Muy difícil. Libertad para todos y orden para todos. Algo así como lograr la cuadratura del círculo. Es la vida política cotidiana, en todos los países del mundo. Cuando la libertad busca expresarse por medio de organizaciones rebeldes armadas el tema desborda los lineamientos civilizados de la vida política y para ello se inventó el Derecho Internacional Humanitario.

No hay orden si no hay regulaciones por todos compartidas. La libertad busca recomponer esas regulaciones cuando no son aceptadas tanto en el manejo de la vida diaria como en la macropolítica y la macroeconomía. En Los Pozos no hubo orden, y así ocurrieron hechos muy deplorables porque implicaron la violación de los derechos humanos de muchas personas, principalmente y por razón de su investidura, de los policías que fueron secuestrados, maltratados y humillados. Se ejerció la libertad y hubo máximos excesos. Y no hubo cómo restablecer o restaurar el orden. Libertad y orden tienen que coexistir y en eso consiste una dimensión fundamental de la tarea de gobernar.