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Por fin le tocó a Buenaventura

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Por Marco Tulio Gutiérrez Morad

El Distrito especial de Buenaventura es la puerta de entrada y salida del comercio exterior de Colombia, es el puerto eje de logística, por donde ingresa el 55 % del comercio a nuestro país. Pero, a la vez, el contraste con su pueblo es escalofriante, pues el índice de desempleo llega al 62 % siendo el más elevado del país, ya que solo tres de cada 10 habitantes en esta región tienen un trabajo formal; apenas el 5 % de la población tiene acceso a internet; no cuenta con todos los servicios públicos vitales y, según cifras del Departamento Administrativo de Planeación (DNP), a pesar de que en Buenaventura hay 70 cuencas hidrográficas y llueve casi todo el año, el 70 % de sus habitantes no cuentan con servicio de agua entre cuatro y siete horas al día. El puerto sigue sin tener un acueducto que les proporcione agua permanentemente.

Nos preguntamos: ¿qué habrá pasado con el contrato que ganó Hidropacífico en 2002, para prestar el servicio en Buenaventura? El contrato terminará el 31 de diciembre de 2021 y aún los bonaverenses no tienen derecho al agua sino por solo siete miserables horas continuas.

Es un logro que el presidente Duque haya volteado sus ojos hacia Buenaventura, con el nombramiento de Angélica Mayolo como nueva Ministra de Cultura, para que sea ella vocera de esta olvidada región, que tanto necesita intervención del Estado, y no solo en invertir recursos, sino también en hacer un fuerte y meticuloso control social y político al puerto, para frenar esa bola de nieve de incesante corrupción, que azota y permea la economía y mantiene en extrema pobreza, según el DANE, al 41 % de sus habitantes.

Vale la pena recordar, que en 2017 Buenaventura estuvo 22 días paralizada por cuenta de un paro. Se vieron protestas e intensas manifestaciones, en las cuales la gente alzó la voz denunciando lo mismo de siempre, lo que se repite, pero a su vez se olvida, el mismo canto por la corrupción, falta de servicios públicos, desempleo y demás azotes que a lo largo de la historia ha afectado dramáticamente esta región. Pero lo más aberrante de la historia es que, después de llegar a un acuerdo, el Estado -en cabeza de otras administraciones- otorgó a esta región un billón de pesos para levantar la protesta. Estaban destinados para salud y educación, y, entre otras cosas, se iban a utilizar para mejorar el hospital público del puerto. Pero de ese dinero, el entonces alcalde presuntamente tomó 5.000 millones de pesos.

“Es un logro que el presidente Duque haya volteado sus ojos hacia Buenaventura con el nombramiento de Angélica Mayolo como nueva ministra de Cultura, para que sea ella vocera de esta olvidada región”.

Allí se demostró que lo que requiere Buenaventura es una política de Estado, que la ministra debe liderar, para conseguir resultados, no simplemente de apagar una protesta basada en el descontento consuetudinario de un pueblo agotado y sometido, sino de consolidar una potencia. El Pacífico, con Buenaventura, tiene cómo reivindicar nuestro territorio desde Bahía Solano hasta el último rincón limítrofe con Ecuador por el Mar de la Esperanza.

Según el Director Anticorrupción, Edward Calderón, en Buenaventura han sido capturados por corrupción cuatro Alcaldes, cinco secretarios distritales, cuatro subdirectores de la EPA, (Establecimiento Público Ambiental), 40 funcionarios de Tránsito, dos directores del INPEC, y 62 funcionarios de otras entidades, contratistas y particulares. Como se aprecia, el nivel de corrupción es abominable, y así llegue la danza de los millones, en la región, primero deben exterminar la plaga de la corrupción.

Todo esto para ser enfático y reiterativo con el extraordinario nombramiento de la nueva ministra bonaverense para la cartera de Cultura. Tiene en su labor un sinfín de responsabilidades, para que esta región tenga todo el apoyo del gobierno y que le devolvamos al Pacífico todo lo que nos entrega a nosotros.

También alabo esta nueva ola de jóvenes con voz en este Gobierno, como Isis Muñoz, viceministra de Trabajo y proveniente del Cauca. Es el momento preciso para que el Presidente reivindique su gestión. Es una oportunidad irrepetible para que nos deje la herencia de un Pacífico desarrollado en todos sus frentes. Es momento de pensar en la ley 489 de 1998 y de apelar por la formación de una región de planificación, en la que se enaltezca el potencial de biodiversidad y el incuestionable índice de desarrollo en materia de infraestructura que se puede construir desde la periferia hacia el interior del país.

Es momento de voltear la cabeza hacia este territorio y verlo como patrimonio de la humanidad, pues en lo corrido de nuestra historia, a duras penas lo tuvimos en cuenta para construir una colonia penal que, al estilo de La Bastilla, era sinónimo de castigo y represión, y no para contemplar un entorno ambiental que, sin duda es de los pocos pulmones que le queda a la humanidad; una diversidad de fauna irrepetible en el planeta, escenario de tal vez uno de los espectáculos naturales sin parangón en el mundo, como es el espectáculo de las ballenas jorobadas en estas costas.

Buenaventura debe ser la ciudad, abierta y amigable, no solo a la industria naviera sino también a la big data y a gigantes de la tecnología, donde todas las potencias tengan su representación. Así mismo, los empresarios locales tienen una socia natural, pues la doctora Mayolo, quien fungió como directora de la Cámara de Comercio de la ciudad, está para apoyar desde el Gobierno estas importantes iniciativas. Es momento de ponderar políticas públicas que piensen en el canal del Pacífico, una región de ecoturismo y conservación. En fin, presidente, aproveche a estos jóvenes que está incluyendo en su gabinete y vuélvalos visibles. Estamos en un momento en el cual la juventud, con sus exigencias, tiene al país en las calles. Es oportuno que les dé protagonismo a esta cantidad de excelentes funcionarios que escasamente sobrepasan los 35 años de edad y que todos los días están mostrando sus magníficas condiciones para la administración de un país tan complejo como es el nuestro.