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Default Author Fanny Kertzman Opinión

Una economía para los consumidores

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Está sobre la mesa una discusión sobre si la economía colombiana está mas cerrada ahora que hace treinta años, cuando el entonces presidente César Gaviria llevó a cabo la apertura en 1991, bajando aranceles y eliminando barreras no arancelarias como cupos y licencia previa.

Mientras que un estudio* del Banco de la República afirma que hoy en día, a pesar de que los aranceles son menores, la economía colombiana está más cerrada que antes debido a la cantidad de barreras arancelarias, José Antonio Ocampo en artículo en El Tiempo sostiene que “el arancel promedio sobre las importaciones es hoy un 5 %, contra 30 % antes de la apertura; se eliminó la licencia previa, con lo cual se protegían unas cuatro quintas partes de la producción nacional… la economía colombiana es más abierta hoy que en cualquier período anterior de nuestra historia”.

Como porcentaje del PIB, o sea relativo al tamaño de la economía, la suma de las exportaciones e importaciones es casi una constante entre 2000 y 2014. Mientras que en países como Chile la proporción es de 68 %, 56 % en México y 45 % en Perú, en Colombia es de sólo 35 %, como nos recuerda Carlos Caballero en artículo en El Tiempo.

La discusión académica oculta el meollo del asunto. En una economía cerrada los costos de producción son más altos, lo que resulta en mayores precios para el consumidor final, que es quien acaba pagando las consecuencias de una u otra política económica.

La revista The Economist trae a colación el caso del vino en Colombia. El importador debe hacer papeleo en ocho entidades estatales diferentes y después transportarlo por tierra a los centros de consumo, con las dificultades que ello conlleva. El resultado es que el precio del vino es ocho veces mayor cuando llega a la mesa del consumidor que en su país de origen.

Otro ejemplo es el pretendido arancel a las confecciones de menos de diez dólares el kilo: se pretende gravarlas con un derecho de 40 %. Es el consumidor el que acaba pagando por esta medida proteccionista.

En una economía abierta los precios se auto regulan por la competencia.

Si hay escasez de un producto, éste se importa para cubrir la demanda impidiendo que se eleve el precio. Esto beneficia a los consumidores.

Yo crecí en la década de los sesenta. Era común la escasez de productos como aceite, sal, mantequilla y leche, todos producidos en el país. La política exterior dictada por Carlos Lleras Restrepo era la industrialización por sustitución de importaciones, con unos aranceles altísimos y licencia previa.

Hoy en día hay sectores completos que sobreviven gracias a la protección que les da el gobierno con la excusa de evitar un mayor desempleo. El precio internacional de ciertos commodities es mucho más bajo que el precio interno, pero el costo de importación los hace prohibitivos. Por eso existen las asociaciones de productores (gremios) que tienen mucho más poder de lobby con el gobierno que los consumidores, que acaban pagando el pato.


* “Comercio Exterior en Colombia: Política, Instituciones, Costos y Resultados”, editado por Jorge García García, Enrique Montes Uribe y Lader Giraldo Salazar. Banco de la República.