
Ministro del Interior Luis Fernando Velasco en entrevista con Alternativa. Fotos: Hansel Vásquez.
Alternativa: ¿Cómo ha sido ese tránsito de pasar de tanto tiempo en el Congreso, haciendo muchas veces oposición, debates de control político y ahora estar sentado en el Ministerio del Interior?
Luis Fernando Velasco: Es volver un poco al ejecutivo. Uno de los momentos en que fui feliz, no tan indocumentado como diría García Márquez, cuando fui alcalde de Popayán. Tenía 26 años y poder hacer cosas es muy interesante. El Congreso es complejo. Tuve una experiencia espectacular, saqué leyes que le servían a la gente, millones de colombianos pudieron salir de Datacrédito, le saqué la libreta militar a miles que no podían sacarla, le di un seguro a los bomberos, Cruz Roja, Defensa Civil, hice muchas cosas interesantes. Pero evidentemente en el ejecutivo se tiene la capacidad de hacer más cosas a pesar que este Ministerio más que ejecutor, es un articulador de políticas sociales.
Es un potro duro, difícil. El Ministerio del Interior en materia de agenda legislativa tiene muchos compromisos. Hay quienes han dicho que la agenda no ha avanzado al ritmo que se quisiera. Hay muchos proyectos que se han quedado e inmediatamente recaen sobre la figura del ministro del Interior. ¿Usted cómo siente eso?
Les doy un dato. En el primer año del presidente Duque, se aprobaron 14 proyectos de ley. En el primer año de Petro, 40. Se sacaron actos legislativos mucho más que en el gobierno del presidente Duque. Uno de ellos, que es ni más ni menos, un acuerdo de toda la estrategia de paz, que era la jurisdicción agraria, que estaba en deuda. Logramos sacar adelante una reforma tributaria progresista. Aquí hizo un mayor esfuerzo el sector empresarial. Especialmente el sector minero y el sector financiero. No fue tanto una agenda fallida, como alguna gente la quiso plantear.

El Ministro de Interior, Luis Fernando Velasco, en entrevista con el Director de Revista Alternativa, Hassan Nassar y el Editor, Jorge Lesmes M.
En el tema puntual tiene que ver lo estructural. Se habló mucho que las reformas de salud, laboral avanzarían rápidamente. ¿Qué pasó?
Yo creo que se cometieron algunos errores y hay que reconocerlo. Primero, no hubo acuerdo político. Porque una cosa es sentarse, firmar y volvernos partido de gobierno y otra es hacer acuerdo político. ¿Cómo se hace un acuerdo político? Uno lo hace para sacar esto adelante. Y eso no se había hecho. Lo que se hizo fue seguir hablando con los partidos y ahí se cometió un segundo gran error: uno hace acuerdos políticos con directores de partidos, pero se hacen leyes con los parlamentarios. ¿Qué me encontré? A unos técnicos muy capacitados, que enviaban los directores de los partidos a hacer leyes. Perdóneme, quienes están legítimamente e investidos para hacer las leyes son los congresistas. Encuentro un tema complejo, un rompimiento entre los gobiernos y los partidos. A partir de eso es que comenzamos a sacar las iniciativas.
Analistas como Fernando Cepeda, señalan que un error del Gobierno ha sido haber roto la coalición, que es necesario hacer un Acuerdo Nacional, pero no un acuerdo sentados en un almuerzo sino con reglas de juego y con compromisos de parte y parte. ¿Cómo va ese Acuerdo Nacional del que habló el presidente el 20 de julio en el Congreso?
El maestro Cepeda por lo general acierta y esta es otra de las veces que acierta. Gustavo Petro ha venido hablando de un Acuerdo Nacional. Creo que en el fragor del debate no hemos escuchado cuando él lo ha planteado. Lo presentó un día en particular, que fue el 20 de julio. Él llegó al Congreso a decir hagamos un Acuerdo Nacional y no lo saquemos del Congreso. Lo explicó. Dijo que las amenazas de la sociedad, son a, b, c y d. Para enfrentar estas amenazas —violencia, necesidad de potenciar la capacidad industrial del país, volver a producir en el agro, justicia social, justicia ambiental—, pues hagamos eso. Había tal grado de pugnacidad, que no le respondieron. Yo esperé, honestamente, que alguien respondiera el discurso del presidente ahí mismo y le cogiera la caña.
¿A quién se refiere ministro?
Yo esperé un acto audaz de la oposición. Oiga, usted propone un Acuerdo Nacional, venga, hagámoslo. Pero no es lo que usted quiere. El Acuerdo Nacional tiene que ser pensado así con a, b, c y d. La visión de la oposición es desde un punto de vista distinto. El país sí necesita un Acuerdo Nacional. ¿Por qué? La potencialidad de Colombia es inmensa, pero también las amenazas son inmensas. Pero todo ese potencial que tiene Colombia choca con un tema estructural: la violencia. No hemos sido capaces de superar la violencia. Ha habido periodos de violencia más álgidos, otros menos, pero no hemos sido capaces.
Ministro, hay una carta muy importante que se jugó el presidente, incluso en campaña, que es el tema de la seguridad y el tema de la ‘paz total’. Y ese proceso está también muy ligado a su cartera.
Hay que hacerlo desde el territorio. Los fenómenos de violencia en el país cambiaron. Ya no veo una guerrilla en lo rural, tratando de tomar el poder nacional. Veo una guerrilla tratando de tener poder regional. Que le permita capturar rentas ilícitas, capturar un poco de poder local para mantener sus espacios. Unos grupos totalmente “traquetizados”. Unas bandas criminales muy fuertes, tratando de mostrarse.

¿Las bandas criminales le han declarado la guerra al Estado?
Lo que dije en la Comisión Primera es que, en Tuluá, a manera de ejemplo, lo que están haciendo allá contra la gente, contra el proceso electoral, es una declaración de guerra que no es contra la gente de Tuluá. Es contra todo el Estado, contra el Gobierno.
En este tema de orden público hay una molestia enorme por parte de los gobernadores. Han dicho que hay una desconexión completa del Gobierno, de oídos sordos… pidieron la cabeza del ministro, el defensor del Pueblo ha señalado que hay 380 municipios en alto riesgo electoral. ¿Qué es lo que está pasando?
En el episodio de los gobernadores creo que hubo un cruce de titulares, que no quise salir a explicar en su momento, porque me gustó que se abriera el debate. Los problemas de seguridad tienen que asumirlos como nación. Conté una historia que a mi me ocurrió. El 12 de octubre del 2007 venía de hacer campaña regional, faltaban menos días de los que faltan hoy para elecciones. Venía de una población, de Puerto Rico, en el Caquetá y entre Doncello y Paujíl, me estallaron nueve bombas, me dispararon durante 20 segundos, dos soldados resultaron heridos, un civil resultó gravemente herido. Le hacía oposición a ese gobierno. Había podido hacer un uso electoral, volviéndome una víctima. Pero a cambio de golpear al presidente le respondí la llamada, era Uribe y le dije: lo que me hicieron a mi no es contra una persona, es contra la sociedad. Eso fue lo que pedí a los gobernadores. Cuando hablé de hipocresía no me refería a la seguridad, porque evidentemente los gobernadores y alcaldes tienen que hablar de seguridad.
¿Usted cree que se han victimizado los gobernadores?
Creo que les ha faltado juntarse más con el Gobierno. No es un tema simplemente de denunciantes de lo que está pasando sino también de actores de la solución. Uno no solamente puede ser gobernador o alcalde, para estar simplemente dando estadísticas. ¿Qué tanto habrán ejecutado de sus presupuestos en seguridad? Vale la pena echar una revisada, para saber si realmente están comprometidos. También creo que en algunos momentos hemos debido estar más cerca de los gobernadores.

En campaña se utilizó el tema de seguridad para hacer política. Señalar que no estaba haciendo nada el ministro de Defensa, el de gobierno de turno, en fin. También en poner en campaña unas metas muy complejas de parar las masacres, con el ELN de acabar el conflicto en una negociación de tres meses. Ahora, que son gobierno son unos retos enormes de poder ejecutar. Se cuestiona mucho el manejo que le dieron en campaña al de ahora que tienen que gobernar.
El debate de seguridad es un debate nacional. Era evidente que el Gobierno tenía que presentarlo. Era evidente que había dos modelos distintos de seguridad. Acabo de terminar un debate en la Comisión Primera de Cámara y al finalizar algún congresista hizo intervenciones, diciendo que no nos importaban las víctimas, ni los soldados ni la Policía. Y me entregó inmediatamente el comandante de la Policía y del Ejército una estadística bien interesante: en el primer semestre del año pasado cuando no gobernábamos al primer semestre de este año que, si gobernábamos, en muertos y heridos de policías y soldados hemos bajado en más de un 50 %. Un solo muerto es terrible. Pero no quiero convertir el debate de la seguridad en un debate estadístico. Claro, que es mucho más fácil hacer un debate que gobernar.
¿Usted cree que la política de ‘paz total’ ha funcionado?
La estamos diseñando. Ha tenido unos primeros resultados. No los mejores. Decir que ya estamos en paz total y que vivimos en Disneylandia, ¡no! Pero en más de 50 años el ELN firma un cese al fuego y tiene unos verificadores.
¿Le tiene usted fe a ese proceso con el ELN? Porque ni la desmovilización ni la entrega de armas está sobre la mesa…
Debo tenerle. Recuerdo las negociaciones con el M-19, las recientes con las Farc y así comenzaron. Aquí no vamos a entregar armas y terminamos en una negociación de dejación, no de entrega de armas. La lingüística también funciona en estos procesos.
¿El Gobierno garantiza al cien por ciento las elecciones de octubre?
Es nuestra obligación. Tenemos un plan de democracia, hay unos generales y coroneles que lo están coordinado y ya se repartieron responsabilidades y tareas. Ya sabemos dónde tiene que estar cada una de las fuerzas militares en el país. Están cubiertos todos los puestos de votación. Claro, de acá a allá se nos van a presentar problemas y desconocerlos es una estupidez. Aspiramos a que las elecciones se desarrollen al cien por ciento. Y en el marco de lo que estaba hablando Danilo Rueda, nosotros les estamos hablando que sí vamos a firmar un cese al fuego que sea un cese de hostilidades y que se respeten las elecciones. Es parte de lo que estamos pidiendo. No digo que ya esté pactado, pero digo que sí lo estamos trabajando.

Usted habla de un Acuerdo Nacional con todos los sectores. ¿Ya se sentaron con la oposición?
Hemos enviado una serie de mensajes a los líderes de la oposición y queremos sentarnos con ellos. Si uno va a hacer un Acuerdo Nacional en Colombia, tiene que hablar con todos. Tiene que hablar con Álvaro Uribe, tiene que hablar con la derecha de Vargas Lleras, tiene que hablar con el expresidente Duque. Tiene que hablar con los empresarios, con los pequeños empresarios, con la economía popular, con las etnias, con las regiones. Esto no es soplar y hacer botellas.
¿Cómo está el tema con César Gaviria y los liberales?
Soy liberal y creo que, en medio del debate de las mesas directivas del Congreso, se nos olvidó algo. Un liberal que acompañó nuestra campaña es hoy el presidente de la Cámara. El partido que ha sido un partido socialdemócrata, terminó en los últimos años acercándose a la derecha. No tengo nada contra la derecha, tengo diferencias ideológicas. Pero es que el liberalismo no es eso. Es como si yo le pido al Centro Democrático, que se vuelva de la noche a la mañana, el aliado del Pacto Histórico. El disidente del liberalismo no he sido yo. He sido coherente con las ideas liberales. Otros que intentaron llevar al liberalismo a la derecha, son los verdaderos disidentes.
¿En ese Acuerdo Nacional, los temas de las reformas, salud, laboral, pensiones, se va a permitir por parte del Gobierno hacer ajustes como lo han pedido otros sectores políticos?
Cuando uno busca un acuerdo no puede salir a decir estas son mis ideas, firmen ustedes y ya. Entonces, mejor no salgamos a buscar un acuerdo. Ahora, creo que el orden del acuerdo no tiene que ser votemos la reforma a la salud y luego hablamos. ¿Cómo debe ser el orden del Acuerdo? Hagamos un Acuerdo de justicia social. Hay una parte de los colombianos que están siendo bien atendidos en salud. No le quitemos esa salud. Pero hay por lo menos 15 o 20 millones que viven en las zonas rurales que no están recibiendo esa salud. No les estamos haciendo prevención. Traigamos la buena hoja de vida de algunas EPS que supieron asegurar y llevémoslo a aquellas zonas donde no llegó.
¿Ministro, ese es un discurso más conciliador al que tenía la ministra Corcho?
Es mi temperamento. Lo que yo quiero decir es qué tenemos que hacer. Tenemos que mejorar la prevención en la salud. Tenemos que lograr que los recursos de la salud tengan mejor ubicación y sean mejor manejados.
Pero las EPS dicen que no hay plata, que en septiembre se les acaban los recursos, que eso va a colapsar el sistema y el presidente Petro dice que es mentira.
Se les ha dado anticipos. Parte de este debate político es que alguien nos diga y nos de confianza sobre cuál es la realidad. He escuchado muchos argumentos. Entonces, si queremos hacer justicia social, como lograr que millones de hombres y mujeres que llegan a la edad adulta, sin ningún ingreso, tengan un bono al menos de 250 mil pesos. Sentémonos y hagamos matemática financiera. Yo creo que en ese objetivo está toda Colombia. ¿Quién va a ser enemigo que una persona de la tercera edad que la está pasando mal, reciba un ingreso, reciba salud? ¡Nadie! Es cómo llegar allá. Ese es el arte del Acuerdo.
Quedan tres años de gobierno y la favorabilidad para el presidente en las últimas mediciones no es la mejor y con una agenda ambiciosa para sacar adelante. ¿Qué plazo se han puesto ustedes para sacar ese Acuerdo Nacional?
No he pensado en un plazo. Pero las reformas sociales tienen que salir en esta legislatura, sino el tema es muy complejo.
Este gobierno no ha estado exento de escándalos y uno reciente tiene que ver con el hijo del presidente, Nicolás Petro y la campaña presidencial. ¿Cómo ve usted este escenario donde ejerce vocería y ejerce de escudero?
Yo creo en este proyecto político. Yo tenía 20 años y caminaba con monseñor Samuel Silverio y luego con Alberto Giraldo, las montañas del Cauca buscando acercar a la guerrilla con el Gobierno. Y a fe que lo logramos. Y el M-19 firmó un acuerdo de paz. Por eso este no es un tema de conveniencia política momentánea. Este proyecto político lo vengo ayudando a madurar desde hace décadas. Defiendo el proyecto político, defiendo la posibilidad que tiene Colombia de que un gobierno de izquierda proponga algo distinto. Este país era como una gran olla a presión. Yo creo que el país necesitaba este gobierno para soltar esa presión. Si seguíamos en esa presión, ese estallido social que vimos iba a ser mucho más grave. Como creo en esto lo defiendo. ¡Claro, cometemos errores! No voy a justificar lo que hizo Nicolás, ni más faltaba. Pero si tengo que salir a decir, un momentico. Hagamos cuentas.
Se dice que recibió mil millones de pesos, él mismo y quien era su esposa está diciendo: “oiga el presidente no sabía y esa plata no llegó a la campaña porque la usamos dando una cuota inicial de una casa bastante cara, comprando unos carros”. Pero eso lo tiene que juzgar, como lo ha pedido el presidente, la justicia. Yo tengo que salir a decir, como a mi consta, que la campaña no se metió en esas cosas. Yo estuve cerca de la campaña, no tuve responsabilidades administrativas, pero estuve muy cerca. Yo sí conozco la vida del presidente y tengo muy claro que el presidente después de décadas de lucha, no va llegar a la Presidencia a conseguirse unos pesitos. Él llega porque tiene un proyecto de país que él quiere construir.
Después de ver lo que ha pasado con las campañas presidenciales de Samper, Santos, Zuluaga, Petro, por mencionar algunas, se ha vuelto a hablar que el Estado debería financiar esos procesos electorales. ¿Por qué no se ha podido hacer?
A mi me gusta esa idea. La defendí muchas veces. A la sociedad le hace un profundo daño la financiación privada de las campañas. Porque con excepciones, los grandes financiadores no hacen actos de caridad. Lo que hacen son inversiones que esperan recibir con favores del Estado. Yo prefiero que el Estado sí financie las campañas.
Los colombianos están preocupados por el incumplimiento del presidente. De llegar tarde, de cancelar, de desaparecer. ¿Por qué se da esta situación?
Yo preferiría que sí vaya a que no vaya. Algunas veces lo sufrí cuando fui consejero de regiones que también me dejó esperando con la gente. Si fuera un problema de salud, el país ya lo sabría.
¿Es complejo este potro del Ministerio del interior, usted que ha ocupado diferentes cargos, concejal, alcalde y congresista?
El periodo de parlamentario fue muy interesante, también me pasaron cosas muy complejas. El atentado, montaje, carcelazo… Llego al Ministerio en un momento muy complejo. La sociedad está muy polarizada. El grado de agresividad es impresionante. Quisiera poner toda mi capacidad de acción para lograr hacer ese Acuerdo Nacional. En este país cabemos todos. El presidente cree que el Acuerdo puede terminar con una ley de reconciliación nacional. Este país no puede volver a que si yo tengo un contradictor político mi idea es eliminarlo física o políticamente.