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basuras

Bogotá en la mira

Delincuencia organizada, grupos disidentes de las Farc, preocupan al Gobierno Nacional por la seguridad de la capital. A ello se suma la caótica movilidad, el desaseo de la ciudad y el miedo de los bogotanos al salir de sus casas. No es un tema de percepción aumentada como lo manifiesta la administración distrital

Los problemas de la ciudad no solo están relacionados con orden público, si no con los servicios más básicos

Trancones, basuras, inseguridad. Una ciudad que deambula sin norte, que regresó de las largas cuarentenas obligatorias por la pandemia y se ha estrellado con su propia realidad. No hay día en que no se presente un atraco en un bus de servicio público, el robo reiterado de celulares, de bicicletas. De lamentar la muerte de jóvenes estudiantes o trabajadores que al regresar a casa encuentran la muerte porque se opusieron a entregar sus pertenencias. De menores de edad que pierden la vida en un demencial ataque terrorista a una estación de Policía.

Bogotá va al garete. Cuando se les pregunta a sus funcionarios por qué las basuras y los escombros no se recogen, el mutismo es total. Cuando se pregunta por qué los estudiantes de los colegios ubicados al norte de la ciudad tardan más de una hora y media por la autopista para llegar a clases, la respuesta es que los padres de familia están mintiendo. Cuando se les interroga sobre el aumento de atracos callejeros dicen que no es verdad, que es un tema más de percepción.

Ahora, el miedo de los bogotanos corre por cuenta de las acciones de los grupos disidentes de las Farc y las milicias urbanas del Eln. A tal punto, que hubo necesidad de un consejo extraordinario de seguridad realizado por el presidente Duque. La información en manos de la Policía Metropolitana y su equipo de inteligencia prendió las alarmas de la presencia de más de 30 grupos delincuenciales en la zona de Ciudad Bolívar que ha venido realizando ataques en diferentes puntos de la ciudad. Los mismos grupos que alimentaron a la primera línea en las protestas sociales que han menguado, pero no finalizado.

En Bogotá se generan más de 7.500 toneladas de basura por día

Los escombros

Los problemas de la ciudad no solo están hoy relacionados con orden público y delincuencia organizada, sino con la prestación de los servicios más básicos como es el de la recolección de basuras.

La ciudad genera más de 7.500 toneladas de basura por día. En los diferentes puntos de la ciudad están invadidas de residuos. La contaminación del espacio público es más que latente. La Autopista Norte, la Avenida NQS, la Avenida Ciudad de Cali, la carrera Séptima, Chapinero, Kennedy. No hay lugar de la ciudad que no tenga problemas de recolección de las basuras a diario, uno de los servicios por el que más pagan los bogotanos.

La administración de Claudia López señala en buena medida a los recicladores de la invasión de las basuras por la ciudad. Para la directora de la Unidad Administrativa Especial de Servicios Públicos (Uaesp), la entidad que tiene a su cargo la responsabilidad de recoger los escombros y de mantener limpias las zonas públicas, el desaseo de la ciudad tiene dos responsables: la pandemia y las personas que viven del reciclaje. Y se defiende: “La ciudad no está sucia como se dice. Es que en algunos lugares se concentra un mayor número de recicladores, que no conocen bien el oficio”, señala Amanda Camacho.

El proyecto “juntos cuidamos Bogotá”, con el que se ha pretendido organizar el acopio para que los recicladores realicen sus labores, ha sido una quimera. La falta de claridad por parte de las directivas de Uaesp, así como la reticencia de los recicladores de participar en el proyecto, ha llevado a aplazarlo en reiteradas oportunidades. Mientras tanto, la ciudad se llenó de escombros de obras y basura por doquier. Pero para la administración de López son más las quejas de los ciudadanos que la realidad.

Pico y placa extendido

A partir del 11 de enero pasado, cuando los bogotanos regresaban de sus vacaciones de fin de año, se enfrentaron a otra nueva realidad: la administración de Claudia López estableció un nuevo horario de pico y placa, que en otras palabras significa que cada día de por medio los vehículos particulares no podrán salir a rodar por las calles, al no ser que paguen un elevado costo para tener el privilegio de utilizar las vías públicas en los días que el último número de su placa no le permita circular.

El horario extendido se implementó para mitigar el caos del tráfico, justificado según la administración de López, por los diferentes frentes de obra de infraestructura que se llevan a cabo en la ciudad.

Las cifras de la Secretaría de Movilidad señalan que en las primeras semanas con la nueva medida se logró un aumento del 14% de velocidad en algunos sectores; que la congestión se había logrado reducir en aproximadamente un 20%. Que el pico solidario -diario, mensual y semestral- por el que hay que pagar para circular-, deja sus buenos dividendos; que el carro compartido ha sido una maravilla obligatoriamente hay que desplazarse por cualquier parte de la ciudad mínimo con tres ocupantes. Lo que no dicen las cifras de Movilidad es que casi tres meses después, el tráfico de la ciudad está igual de caótico como antes de la implementación del pico y placa de seis de la mañana a las nueve de la noche.

“Las cifras de la Secretaría de Movilidad señalan que en las primeras semanas con la nueva medida se logró un aumento del 14% de velocidad en algunos sectores; que la congestión se había logrado reducir en aproximadamente un 20%”

Puntos neurálgicos como la salida vía a La Calera y la Autopista Norte, son intransitables. Los padres de familia de los colegios ubicados cerca de los cementerios, se quejan a diario que las rutas escolares tardan entre hora y dos horas para que sus hijos logren llegar a clases o regresar a casa. Los ciudadanos que viven rumbo a la Calera soportan un calvario diario para llegar o salir.

Mientras tanto, las famosas ciclorrutas, que redujeron un carril de las principales vías, permanecen prácticamente desocupadas durante buena parte del día y la noche.

Lo que la administración de López también ignora es el incremento de la venta de carros y motos. En febrero, la venta de vehículos creció en un 15,6%. Más de nueve mil vehículos entraron a hacer parte del caótico tráfico. La demanda por las motos llegó a la cifra de 73.000 unidades vendidas en el mismo mes. Más de la mitad de ellas en Bogotá.

Orden público

Durante esta administración el tema de seguridad de los bogotanos ha sido el gran talón de Aquiles. La situación de orden público en las últimas semanas tiene las alarmas encendidas en la capital. El despliegue de fuerza pública en la zona de Ciudad Bolívar, detrás de cabecillas de las disidencias de las Farc y del Eln que han perpetrado varios atentados, entre ellos la bomba en un CAI que dejó dos niños muertos, ha generado un clima de indignación y de preocupación entre los capitalinos.

La Policía Metropolitana, que ha realizado un seguimiento muy de cerca a la actividad delincuencial, ha detectado a través del trabajo de inteligencia la presencia de una serie de grupos de disidentes de las Farc que operan en la zona de Ciudad Bolívar y que están ligados a los actos terroristas de las últimas semanas.

Por esa razón el presidente Duque, después de realizar un consejo extraordinario de seguridad en Bogotá, ordenó un plan escudo que proteja a la ciudad; una serie de retenes militares en todas las vías de entrada y salida de la capital; a los operadores de telefonía móvil una colaboración inmediata en el caso que los grupos de inteligencia detectan planes delincuenciales contra la ciudadanía; se realizará un plan estructural de inteligencia y de operaciones especialmente en la zona de Ciudad Bolívar, donde se ha podido establecer que hay por lo menos seis grupos conformados por guerrilla urbana del Eln.

En un consejo extraordinario de seguridad en Bogotá, el presidente Duque ordenó un plan escudo que proteja a la ciudad

El atentado contra el CAI en Arborizadora Alta, ubicada en el sector de Ciudad Bolívar, donde fallecieron dos pequeños, una niña de cinco años y un niño de 12 años y 35 adultos resultaron heridos, tiene nombre propio para las autoridades: Javier Alonso Velosa García, más conocido con el alías de “John Mechas”. De acuerdo con las autoridades este hombre es el cabecilla del Frente 33 de las disidencias de las Farc.

Para perpetrar el atentado Velosa García, de acuerdo con la investigación de inteligencia, maneja una red de delincuentes que operan en la zona de Ciudad Bolívar, quienes fueron los encargados de dejar una maleta de explosivos en la estación de Policía y cuya explosión fue activada a control remoto. Cinco mil millones de pesos se ofrecen de recompensa por este hombre.

El tema del orden público en la capital ha sido tomado con gran seriedad y preocupación tanto por el alto Gobierno como por las Fuerzas Militares. Soldados expertos en contraguerrilla ayudarán en las labores de vigilancia de la ciudad, mientras la Policía despliega toda su fortaleza en materia de inteligencia. Los males de la ciudad aumentan, mientras los ciudadanos aseguran que no se trata de un problema de percepción aumentada sino de realidad.

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