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Fundación El Nogal, una esperanza en medio de la tragedia

Poner en marcha una fundación para ayudar a las víctimas fue un acto altruista de un grupo de socios del Club El Nogal que dos décadas después sigue trabajando para construir un mejor país

Inés Elvira Roldán, directora de la Fundación El Nogal

Hace 20 años en Bogotá se registró uno de los hechos violentos más impactantes en la historia reciente de la ciudad, el estallido de la bomba en el Club El Nogal en el cual fallecieron 36 personas y más de 170 resultaron heridas.

Ese viernes 7 de febrero de 2003 fue un día triste que quedará para siempre en la memoria de muchos colombianos especialmente de aquellos que estaban en ese momento en el club o que perdieron por culpa de una violencia sin sentido a un ser querido.

Un día después de aquel atentado y cuando ni siquiera se había podido dimensionar todavía la magnitud del ataque terrorista, un grupo de socios ya estaba pensando en una forma de superar ese episodio oscuro de sus vidas y de paso que permitiera ayudar a las víctimas a sobreponerse de esa tragedia, fue ahí cuando propusieron la idea de una fundación. Diez meses después ya estaba materializado ese sueño que lleva el nombre de Fundación El Nogal.

Desde un comienzo ese grupo de socios entre los que estaban Álvaro Rodríguez Acosta, Pedro Medellín, CarlosPacheco Devia, Carlos Carrillo, Fernando Ruiz Llano, María Estela Sanín Posada, Hernando Yepes Arcila, Hugo Fernando Valderrama, Marco Tulio Gutiérrez Morat, María del Carmen Zambrano, Óscar Rueda García, entre otros, decidieron hacer cada uno voluntariamente un aporte mensual que permitiera cumplir con el objetivo de ayudar a los afectados.

El foco principal de la Fundación ha sido desde un comienzo que los hijos de las víctimas puedan educarse porque según cuenta Inés Elvira Roldán, directora de la Fundación, todo lo aprendido queda para el futuro y da la posibilidad de conseguir un empleo y de construir una vida. A la fecha han podido apoyar a 42 personas entre niños, jóvenes y adolescentes para que continúen con sus estudios ya sea en primaria, secundaria o universidad. “Cuando converso con estos jóvenes, muchos de ellos profesionales, me doy cuenta que la mejor forma de reparación definitivamente es construir un futuro” afirma la directora.

En medio de estos procesos es normal que algunas personas no estén del todo satisfechas con las ayudas porque hay heridos de todas las dimensiones, muchas víctimas quedaron con graves secuelas tanto físicas como emocionales que les impiden llevar sus vidas como antes del atentado. Desde el enfoque de la Fundación que era garantizar la educación, se sienten muy tranquilos.

Según Inés Elvira Roldán gracias al apoyo de la organización muchos de los hijos de las víctimas han podido salir adelante “creo que el tema de reparar es un tema muy difícil pero doy fe de que se ha hecho el mejor esfuerzo en obtener el logro propuesto que es educación” afirma la directora.

En busca del perdón

Dicen que la mejor forma de sanar una herida es a través del perdón pero cuesta trabajo asimilar la idea de perdonar cuando por culpa de un atentado que fue en contra de la sociedad civil, le arrebaten la vida a muchos inocentes que no tenían nada que ver con el conflicto que se presentaba en el país por ese entonces. “Todo este tiempo me ha costado mucho trabajo en mis conversaciones con las víctimas hablar de perdón porque para ellas perdonar cuando hay una ausencia de un ser querido o cuando la vida que llevaban antes se destruyó por completo, es un proceso muy complejo”. afirma Roldán, quien además asegura que durante el tiempo que lleva al frente de la entidad, no ha pasado un día en el que alguien no le hable del atentado, de lo que era su vida antes del atentado o de lo que ha sido su vida después del atentado.

Puede que las víctimas estén dispuestas a perdonar pero una vez recuerdan el ataque, vuelven a experimentar sentimientos de tristeza, soledad o rabia que les impiden olvidar y mucho menos perdonar.

“Hay gente que me habla del tema porque iba a ir al club ese día y no estuvo. Hay gente que me habla porque es víctima, hay gente que me habla porque era vecina, es un tema muy difícil porque la realidad es que las personas permanecen con esos sentimientos y no he visto hasta el momento que lo puedan olvidar o perdonar completamente”.

La guerra en el país ha sido muy difícil y la gente hace sus esfuerzos, no obstante los socios, directivos y los empleados que trabajan todos los días, en cocinas, porterías u otros espacios difícilmente borrarán ese recuerdo. Sacar del alma esa marca indeleble es muy difícil, pero contar con la organización o con la Fundación en este proceso es algo muy valioso. Durante todo este tiempo han hecho su mayor esfuerzo para que las vidas de las víctimas recobren sentido.

Otras líneas de acción

A través de los años la Fundación El Nogal ha desarrollado otro tipo de proyectos enmarcados en la responsabilidad social con su comunidad y con el país. Su alto impacto y crecimiento ha logrado posicionarlos como un referente de responsabilidad social. Todos los años organizan un congreso y llevan a cabo un foro con presidentes de compañías, aprovechando la esencia del club que es de tipo empresarial y que cuenta con alrededor de 2600 socios empresarios y 60 % de acciones de compañías.

Otra de las iniciativas de la entidad es el Premio Fundación el Nogal en el que anualmente reciben las propuestas y proyectos de cientos de jóvenes a nivel nacional que contribuyen a la reconciliación de los colombianos y a la construcción de país. En la última versión se presentaron más de 200 participantes en diversas áreas de reflexión y debate. Adicionalmente el club ha logrado vincularse con varias universidades, 22 como socias y cerca de 17 que acompañan los comités académicos de esos tres proyectos (congreso, foro y premio) con el fin de garantizar que haya siempre un muy buen contenido intelectual.

La meta de la Fundación es seguir continuado con la atención de las víctimas siempre que lo requieran, los temas de reflexión y debate seguirán siendo su prioridad porque son conscientes que su comunidad no se limita al club sino que hacen parte de un país que lo necesita y donde todavía hay mucho trabajo por hacer para construir una sociedad en la que no ocurran episodios tan dolorosos como el de aquel 7 de febrero de 2003.

“A la fecha la Fundación ha podido apoyar a 42 personas entre niños, adolescentes y jóvenes para que continúen con sus estudios ya sea en primaria, secundaria o universidad”

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