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Política

Tiempo de esfuerzos y cuidados

Por ANA FERNANDA MAIGUASHCA* Codirector Junta Directiva del Banco de […]

Por ANA FERNANDA MAIGUASHCA*

Codirector Junta Directiva del Banco de la República

Una característica de la tragedia que vivimos es que nos exige actuar como una colectividad. Una situación que no permite la salvación individual. Si las empresas llegan al punto de prescindir de sus empleados, no habrá demanda para consumir sus bienes. Si las personas que podemos continuar pagando nuestras cuentas dejamos de hacerlo, la infraestructura va a colapsar y nos enfrentaremos a carencias que no nos hemos imaginado. Y así, vamos en un espiral en la que todas nuestras acciones demandan esfuerzos propios y cuidados para con los demás, si es que queremos tener un sustrato que nos permita recuperar lo perdido una vez superemos la emergencia sanitaria. Estamos en el extraño mundo en el que todos tenemos que correr mayores riesgos para tener más chances de salvarnos.

El sistema financiero no escapa a esta lógica. A esta industria se le demandará unos de los mayores esfuerzos para superar esta crisis, puesto que es ella la que puede apoyar a empresas y personas en el enorme bache de ingresos que enfrentan. Es precisamente por esta razón que debe ser sujeta también de enorme cuidado. A mediados de mayo, los establecimientos de crédito (que son solo una parte del sistema), cuidaban $520 billones de pesos de los hogares y empresas colombianas. Son esos los recursos que se les exige todos los días prestar para que la economía pueda seguir funcionando –en contraste con $108 billones que corresponden al patrimonio de sus accionistas– y los mismos que tienen que recuperar una vez prestados.

Evidentemente no vivimos tiempos normales. Los trámites, las exigencias, los riesgos que se evaluaban cuando no vivíamos en medio de una pandemia, ya no pueden ser los que hoy acompañen ninguna actividad. Sin cambios habrá más pérdidas, y la actividad financiera no es la excepción. Es así como la Superintendencia Financiera informa cada semana sobre cómo se avanza en las exigencias al sistema y sus resultados. Pero también es cierto que lo peor que podría pasarle a la economía en una coyuntura como la actual es que se desate una crisis financiera

que nos deje sin formas de financiar la salida.

Muchas empresas están viviendo crisis en sus ingresos. Muchas otras enfrentan la incertidumbre de si lograrán sobrevivir a este choque. Todos los impactos e incertidumbres se acumulan en el sistema financiero. El punto de arranque es sólido y el andamiaje institucional que hoy conforman el Banco de la República, el Ministerio de Hacienda, la Superintendencia Financiera y Fogafín, ha respondido con agilidad para ir acompañando este proceso. Sin embargo, por más antipatía que despierte la industria financiera —aquí, en el resto del mundo y a lo largo de la historia de la humanidad— nos corresponde a todos su cuidado. Sin ella, tampoco habrá salvación.

* Esta opinión es personal y no compromete al Banco ni a su Junta Directiva.

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