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En busca de la receta exportadora

Con las cadenas globales de valor en proceso de reconfiguración […]

Con las cadenas globales de valor en proceso de reconfiguración por la pandemia y la guerra fría EE.UU.-China, la relocalización o ‘nearshoring’ es una grandiosa oportunidad para Colombia.

Colombia podría ser la nueva plataforma de producción de empresas de EE.UU. que están hoy en China.

Por Narciso De la Hoz G.

Director editorial del Grupo Gerente

Al anunciar uno de los primeros intentos de apertura al comercio global a mediados de los años 70, el entonces presidente Alfonso López Michelsen pronunció la frase «Colombia es el Tíbet de Sudamérica» y señaló que el país debería convertirse en el Japón de la región insertándose rápidamente en la economía mundial.

Aunque las exportaciones sí crecieron en las décadas siguientes y el país redujo su dependencia del café, Colombia sigue siendo un jugador marginal en el comercio internacional y, de hecho, la participación del valor agregado externo en sus exportaciones es inferior al 10 %.

Después de alcanzar un récord de 60.666 millones de dólares en 2012, gracias al “superciclo” de las materias primas, el país enfrenta el desplome y estancamiento de sus exportaciones, agravado por la pandemia y la recesión mundial que esta provocó: USD$ 31.056 millones en 2020, una cifra ligeramente inferior a la de 2016 (31.831 millones), cuando se produjo el desplome de los precios del petróleo.

Y aunque las ventas al exterior aumentaron 16,4 % entre enero y mayo de este año hasta 14.995 millones de dólares, casi la mitad de esa cifra (6.810,8 millones) corresponde al grupo de combustibles y productos de las industrias extractivas y a un efecto precio. La inserción de la economía colombiana en el mercado internacional no ha experimentado un cambio estructural en los últimos años y sigue siendo una tarea pendiente en la agenda económica, según el Consejo Privado de Competitividad.

Colombia tiene la oportunidad de aprovechar 124 productos que se han identificado como competitivos para el nearshoring.

Apuesta por la relocalización

En un país con tan pobre participación en las cadenas globales de valor y una excesiva dependencia de las exportaciones de la economía extractiva, que representan más del 70% del total, los economistas aún discuten las razones de ello, luego de tres décadas de apertura y de haber suscrito 17 acuerdos comerciales que le han dado acceso a economías que representan el 19 % de la población mundial y el 54 % del PIB global.

En la discusión hay dos puntos de vista enfrentados. Un bando atribuye el fracaso exportador a una alta protección a la producción local, una infraestructura escasa y unos servicios logísticos costosos. Según el economista Jorge García García, Colombia tiene una economía cerrada y debe reducir el proteccionismo. “Hoy nuestros deportistas están compitiendo en las grandes ligas, pero los industriales colombianos, en mercados de tercera o cuarta categoría”, dice. En el otro bando hay voces como la del exministro José Antonio Ocampo: “No es cierto que la economía sea cerrada. Necesitamos una política de exportaciones y desarrollo productivo, no más apertura».

Pero también existe una postura intermedia. El economista ecuatoriano Augusto de la Torre, profesor de la Universidad de Columbia, dice que Latinoamérica (no solo Colombia) perdió el tren de las exportaciones manufactureras, jalonado por el crecimiento de EE.UU., Europa y Japón. Las raíces históricas se conectan con el modelo de sustitución de importaciones, promovido por la Cepal en la posguerra, el cual generó un aparato productivo poco competitivo y una inserción deficiente.

“Nos rezagamos y entramos en un período de reinvención complicado: nos gastamos dos décadas estabilizando la macroeconomía en los 80 y 90, y cuando llegó el año 2000 estábamos poco preparados para integrarnos, porque el mundo de las manufacturas se achicó y llegó el auge de las materias primas. Ahora tenemos que encontrar nuevos nichos”, afirma De la Torre.

En un contexto de guerra fría entre EE.UU y China, y con las cadenas globales de valor en proceso de reconfiguración por la pandemia –apuntando hacia la regionalización–, la relocalización (nearshoring, en inglés) aparece como una oportunidad para Colombia, ya que le permitiría posicionarse como una gran plataforma exportadora para la región, sacando provecho de las ventajas del país, que se han potenciado en la nueva normalidad: TLC, cercanía a los consumidores finales, estabilidad económica, etc.

En un análisis para la Cámara Colombo Americana, Martín Gustavo Ibarra, presidente de la firma Araújo Ibarra, sostiene que el país podría aumentar siete veces sus exportaciones si aprovecha las oportunidades que se han abierto con la reconfiguración del comercio mundial, como el nearshoring y el comercio electrónico.

De hecho, en el próximo año 996 productos quedarán libres de arancel para exportar a Estados Unidos. de ellos 23 son agrícolas: harina de maíz, azúcar, café y atún, entre otros; y los otros 973 son no agrícolas: cementos, derivados del petróleo, automóviles, muebles, juguetes, whisky, calzado y equipos electrónicos, entre otros.

Actualmente, 10.457 productos chinos tienen aranceles entre el 15 % y el 25 % en Estados Unidos, mientras que para Colombia es del 0 %. A juicio suyo, este es uno de los grandes argumentos para la reconformación de las cadenas regionales de valor, pues ya no es competitivo producir en China para vender a EE.UU.

De dicho universo, Colombia tiene la oportunidad para aprovechar 124 productos que se han identificado como competitivos para el nearshoring, el cual, según estimaciones del BID, podría aportar inversiones por 40.000 millones de dólares a América Latina.

“De estos productos, 24 son competitivos por vía aérea, 94 por vía marítima y seis por ambas vías. Entre ellos se destacan vegetales, puertas y ventanas, manufacturas de cemento, cerámica y caucho, espejos de vidrios, cocinas y estufas, cables de hierro, grabadoras, imanes, consolas de videojuegos, muebles de metal, jabones, elementos de construcción, artículos de oficina, entre otros», explica Ibarra.

Para Augusto de la Torre, la relocalización es el gran desafío de la región, “porque si bien hay oportunidades que se podrían capturar, también existen riesgos que a lo mejor se materializan y nos llevan a una situación de estancamiento como en el pasado”.