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adulto mayor

¿Por qué hay que priorizar la atención en salud mental de los adultos mayores?

Un estudio a cargo de la Universidad CES de Medellín demostró que a pesar de que la mayoría de abuelos en Colombia se sienten felices, preocupan algunos aspectos de su salud mental

Por: Javier Villarraga

Periodista Revista Alternativa

Colombia, al igual que ha pasado en otras partes del mundo, está atravesando una transición demográfica donde cada vez hay más adultos mayores, lo cual exige un cambio hacia una mirada positiva de la vejez y en el modelo de atención en salud especialmente en lo que se refiere a salud mental. La Universidad CES de Medellín recientemente publicó los resultados de la Investigación “Salud y bienestar mental de la persona mayor en cinco ciudades de Colombia entre los años 2020 y 2022”, donde se evidencia un preocupante deterioro en la salud mental de dicha población.

Para Doris Cardona Arango, una de las lideres del estudio y docente de la Facultad de Medicina y de la Escuela de Graduados de la Universidad CES, entre los propósitos de la investigación está el medir el bienestar mental del adulto mayor, lo cual no había sido muy abordado en estudios previos hechos en el país. “La mayoría de investigaciones se enfoca en la enfermedad pero nuestro objetivo era medir el bienestar con variables como el bienestar psicológico y la parte de la felicidad en cinco ciudades representativas de las diferentes subregiones de Colombia, en la zona Pacífica, Popayán; en la Atlántica, Santa Marta, en la Oriental, Bucaramanga; y en la Andina, Pereira y Medellín”. afirma la doctora Cardona.

Según el estudio, que fue financiado por el Ministerio de Ciencia y Tecnología y la Universidad CES, el 44,2% de los adultos mayores tienen riesgo de conducta suicida. De las cinco ciudades que se incluyeron en la muestra, Pereira fue la que registró el mayor porcentaje (62,5%) de abuelos que presentan riesgos superiores que ameritan atención especializada de profesionales en salud física y mental.

En total se encuestaron 2506 personas de 60 años en adelante, es decir un promedio de 500 por ciudad. El estudio inició el 1 de junio del año 2020 y concluyó el 30 de junio de 2022. Un periodo complicado teniendo en cuenta que fueron años de pandemia en donde no se pudo hacer recolección de información debido a que esta población fue la primera en ser aislada a través de las medidas sanitarias que determinó el Estado.

Hallazgos en salud mental

Se indagó por tres situaciones propias de la vejez y la longevidad, tales como el comportamiento suicida; la afición al juego y el consumo de sustancias psicoactivas. El análisis estableció que menos del 15% de la población mayor consume sustancias legales e ilegales como tabaco o cigarrillo, cannabis, cocaína, anfetaminas, tranquilizantes u otras. Mientras que el 8,1% de los consultados aceptó consumir varios medicamentos de forma simultánea.

Con respecto a la variable de afición al juego, el estudio concluyó que uno de cada tres abuelos tiene afición a juegos como el chance, Baloto o bingo. El 13,6% de los encuestados manifestó haber realizado en algún momento de su vida apuestas en dinero siendo este uno de los criterios para establecer el riesgo de juego patológico. Aunque en tres ciudades no se encontró riesgo de ludopatía cabe anotar que esta variable está mediada por el acceso a los recursos económicos, el cual no es el mismo en todas las ciudades. Cada vez aparecen más casinos y salas de juego dirigidas a adultos mayores, lo que indica que este fenómeno va en aumento sin que muchos se percaten de las consecuencias que implica esto en la sociedad.

“El 44,2% de los adultos mayores en Colombia tienen riesgo de conducta suicida”

Resultados en bienestar mental

En este sentido la investigación se centró en tres condiciones relacionadas, por ejemplo en bienestar psicológico, que se mide a través de la fuerza y vitalidad que siente la persona para afrontar algunos eventos estresantes de la vida. Se encontró que un 38% de personas a pesar de su edad, de sus enfermedades o de la soledad, manifiestan sentirse todavía muy vitales, lo cual es a su vez, un factor protector para otros eventos más deletéreos de la salud.

También la investigación registró un 73% de felicidad, un alto índice que demuestra que un número significativo de los participantes no necesita mucho para sentirse bien y que tiene una percepción positiva de la vida.

Finalmente, sobre la calidad de vida se evaluó el estado de salud física y mental, la capacidad funcional, la seguridad económica y el apoyo social y familiar recibido. En ese sentido, se encontró que la percepción de la buena calidad de vida fue del 29,2% de ellos, predominando la moderación en su sentir (47,4%) y como mala la percibió el 23%.

Estas tres características de bienestar reflejan que las condiciones individuales pesan mucho al momento de una valoración subjetiva del ser humano. De acuerdo con la doctora Cardona esas tres condiciones fueron más altas que las tres de salud mental, lo que representa una buena noticia porque con medidas de salud a nivel individual se pueden prevenir las otras tres que pueden ser atendidas por los servicios de salud. “Esto permite que las personas se sientan útiles, con vitalidad, felices y con autonomía para tomar decisiones y con las ayudas que les brinden la sociedad y el Estado, les va ser más fácil salir adelante”, asegura la docente.

Reflexiones para el futuro

Uno de los propósitos de estas investigaciones es poder conocer la situación actual de las personas, en este caso del adulto mayor, para poder mejorar sus condiciones actuales, responsabilidad que no es exclusiva del Estado y de las instituciones de salud, sino que también requiere hacer cambios desde lo individual.

A continuación, la doctora Cardona hace una serie de recomendaciones desde varios frentes para mejorar la calidad de vida del adulto mayor y prepararnos para lo que viene.

Educar para la vejez

Es un hecho que cada vez va a haber más población adulta mayor y por eso hay que iniciar cuanto antes a educarnos para la vejez, tener una cultura del envejecimiento, donde cada uno sea consciente de la importancia del autocuidado, de la prevención y cómo debe prepararse para llegar a esta etapa en las mejores condiciones tanto de salud física como mental.

Familia

Al igual que en todas las etapas de la vida es importante el apoyo de los seres queridos quienes deben hacer partícipes a los adultos mayores dentro de la dinámica familiar. En la medida en que se sientan útiles, activos y queridos se van a sentir mucho mejor y de paso tener una buena condición de salud, muchas enfermedades tienen orígenes de tipo mental que terminan repercutiendo en lo físico. La familia debe brindar incondicionalmente mucha armonía, cordialidad, rodearlos de afecto y entender el proceso de envejecimiento como algo natural y no como una condición desafortunada.

Comunidad

El adulto mayor debe hacer parte de grupos ya sea con los amigos, los vecinos, la comunidad, esto se constituye como un factor protector para episodios adversos de salud mental. Al hacer parte de grupos de ejercicio, de participación ciudadana, religiosos o de cualquier tipo, evitan sentirse solos, y de paso previenen sintomatología depresiva o consumo de sustancias psicoactivas.

Sociedad, Estado e instituciones

Hay que reconocer que en los viejos hay un capital intelectual acumulado a lo largo de la vida, compuesto de experiencia, sabiduría y conocimiento que sin importar la edad puede ser útil en la construcción de sociedad o país. Los gobernantes deben ser conscientes que tienen que gobernar para toda la población y dentro de todos sus planes y políticas deben incluir a los adultos mayores.

Según el Censo del 2018, el 13% de la población correspondía a adultos mayores y según las proyecciones, para el 2050 será del 25%, es decir 1 de cada 4 personas será una persona mayor, de ahí la importancia de empezar a construir viviendas, ciudades y entornos amigables con la vejez para ser una mejor sociedad.

“El 13,6% de los encuestados manifestó haber realizado en algún momento de su vida apuestas en dinero, siendo este uno de los criterios para establecer el riesgo de juego patológico”