Miércoles, 30 de octubre de 2024
Suscríbase
Miércoles, 30 de octubre de 2024
Suscríbase
Amylkar D. Acosta Petróleo

¡Cuesta abajo!

Más de este autor

Ahora, cuesta abajo en mi rodada, las ilusiones pasadas yo no las puedo arrancar. Sueño con el pasado que añoro. El tiempo viejo que lloro y que nunca volverá”. Cuesta abajo es un tango que nos viene como anillo al dedo para describir cuanto le viene aconteciendo a Colombia en materia de hidrocarburos.

Se repite la historia en viceversa: hace 10 años, cuando la producción de crudo de Colombia alcanzó el millón de barriles al día, se hizo popular en la industria petrolera el gracejo como acertijo tratando de establecer cuánto tiempo haría falta para que se cruzara la curva de producción de Colombia en ascenso con la de Venezuela en declive. Y, efectivamente, hoy la producción de Colombia está alrededor de los 800.000 barriles/día, mientras Venezuela, después de producir 4 millones de barriles/día solo produce actualmente 864.000 barriles/día.

Esta vez es el nuevo rico en el vecindario, la llamada Guyana Dubái,que cuenta con reservas recién descubiertas, hace apenas 10 años, superan los 11.000 millones de barriles, el que ha venido escalando su producción desde los 1.200 barriles/día en 2019 hasta los 645.000 que produce actualmente y de acuerdo con la proyección de la Agencia internacional de energía (AIE) el próximo año, 2025, la producción de Guyana sobrepasará a la de Colombia con un volumen de 850.000 barriles/día contra los 750.000 barriles/día de Colombia. En la última década se ha desplomado la producción promedio/día el 21% y sería iluso esperar que repunte mientras las precarias reservas remanentes caen.

Lo que hace la diferencia es que mientras en Guyana están atrayendo la inversión y firmando a la lata nuevos contratos de exploración y explotación de petróleo el Gobierno de Colombia decidió descartarlos, como su mayor y mejor contribución a la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), causante del Cambio climático, sin lograrlo, porque el consumo de petróleo sigue en ascenso, ya que según la AIE el año pasado alcanzó un récord de 101 millones de barriles/día y su previsión es que este año 2024 alcanzará otro récord con 2 millones de barriles más.

Es decir que el petróleo que deja de producir Colombia lo provén otros países, entre ellos Guyana y Brasil, en donde el Presidente Luiz Inacio Lula Da Silva proyecta pasar de la producción actual de 3.5 Millones de barriles/día a 5.4 millones en 2028, hasta convertir a PETROBRAS en la tercera empresa petrolera más grande del mundo y a Brasil en el quinto productor mundial de crudo. Se cumple así la Ley de Keynes según la cual toda demanda crea su propia oferta. En conclusión, con tan absurda como desatinada decisión, Colombia se está quedando con el pecado y sin la gracia.

En este contexto, no sabe uno cómo interpretar esta sibilina declaración del Presidente Petro a propósito de la caída de las exportaciones de Colombia en lo que va corrido del año. Esto dijo: “no es una buena noticia que caigan las exportaciones, pero no había un análisis del porqué y resulta que el 60% de las exportaciones del país son fósiles, es decir, carbón y petróleo”.Lo que no advierte el Presidente Petroes que al tiempo que caen las exportaciones está cayendo también la Inversión extranjera directa (IED). Según registros del Banco de la República, entre el primer semestre de 2023 y el primer semestre de este año pasó de US $7.524 millones a US $6.304 millones, para una caída del 16.2% anual, siendo más pronunciada la de la IED en hidrocarburos y minería, que fue del 30.3%!

Cabe preguntarse si será bueno para Colombia que las exportaciones caigan si es por cuenta de que “el precio internacional del carbón cayó a la mitad entre el año pasado y hoy, por eso caen las exportaciones. También cayó la demanda del carbón colombiano y esa caída internacional tiene que ver con que el mundo está haciendo una transición energética”. Eso es solo pensar con el deseo, porque las cifras no vienen en auxilio de los augurios del Presidente porque de acuerdo con el más reciente reporte de la AIE el año pasado la demanda por carbón batió el récord con 8.530 millones de toneladas y prevé que este año alcanzará otro récord. Al igual que ocurre con el petróleo, carbón que no extraiga y exporte Colombia lo extraerá y exportará alguno de los países que compiten con Colombia.

La ingenuidad y el desatino del Gobierno de Colombia, que firmó recientemente el Tratado de no proliferación de los combustibles fósiles, comprometiéndose a proscribirlos, contrasta con el realismo y el pragmatismo de Guyana y Brasil que, sin renunciar a la Transición energética ni dejar de trabajar por el cumplimiento a su meta de reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) están atrayendo más inversiones al sector de los hidrocarburos, su principal fuente generadora de ingresos, de divisas y de financiamiento de la misma Transición.

En concepto del Vicepresidente de Guyana, “el petróleo no sólo permite aumentar los ingresos y emplear estos recursos en políticas sociales, sino que, además, resulta la principal fuente para financiar una sólida Transición energética hacia energías renovables”. Y remató diciendo que “necesitamos dinero del sector del petróleo y el gas para hacer nuestro país a prueba del clima y adaptarnos al cambio climático”.

Por su parte el Presidente Lula, reconocido defensor de la Agenda verde, explica que la inversión en petróleo tiene como objetivo primordial disponer de más ingresos para consolidar la Transición energética, bandera de su Gobierno. Y destaca cómo PETROBRAS, pasó de la explotación de petróleo onshore a hacerlo offshore, “ahora puede pasar a las renovables”. Y deja en claro que no incurre en ninguna contradicción, pues “el petróleo seguirá ocupando un lugar importante en la matriz energética junto a las renovables. Queremos hacerlo juntos”.

Bien ha dicho el Presidente de la CAF Sergio Díaz Granados que “cada país deberá elegir su velocidad, intensidad y estrategia de acuerdo con sus características” y Colombia, al igual que el resto de Latinoamérica tiene las suyas.