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Nixon Carvajal Alemania

Auschwitz: 80 años después: Recuerdo de una barbarie innegable

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Aunque las puertas del campo de concentración de Auschwitz cerraron para siempre, las heridas quedaron abiertas. El recuerdo del horror permanece indeleble en la memoria de la humanidad.

El Holocausto nunca debió suceder, pero ocurrió, y los libros lo registran como un hecho real, macabro y doloroso, contrario a lo que aún creen muchos negacionistas.

En 1945 la derrota y rendición del ejército alemán marcaron el final de la Segunda Guerra Mundial. El mundo celebraba la culminación del peor conflicto armado de la historia, originado en la mente enferma y racista de Adolf Hitler.

Tras siete años de enfrentamiento desigual en contra de una ideología demencial que solo dejó destrucción, padecimiento, desolación y cerca de 40 millones de víctimas, de los cuales, 6 millones eran judíos, la comunidad internacional al fin despertaba de la peor pesadilla posible.

Las atrocidades de aquel genocidio empezaban a conocerse. Los crímenes cometidos por el ejército Nazi superaban toda capacidad de asimilación y sensibilidad personal.

En medio de maniobras de guerra y fuego cruzado, Adolf Hitler priorizaba su odio visceral en contra del pueblo judío, al que calificaba de sub humano, muy por debajo de la cruz esvástica gamada, el símbolo de un ultranacionalismo radical, xenófobo y racista.

Lamentablemente el antisionismo endémico de muchos impidió el establecimiento del pueblo de DIOS, principalmente en las ciudades europeas, lo que llevó al Reich a tomar una decisión: iniciar un proceso de segregación, disfrazada con la falsa excusa de que los judíos eran un peligro para la economía de Alemania y Europa, una mentira histórica.

No solo le bastó a Hitler con presionar y maltratar a los descendientes del patriarca Abraham. El genocida, de la mano de Adolf Eichmann y Henrich Himmler, diseñó una estrategia denominada "Solución Final", que buscaba acabar con el pueblo judío, confinándolo en herméticos y amplios campos de concentración, en condiciones de hacinamiento, tortura, trabajo forzado y eliminación.

Fue en el campo de concentración de Auschwitz, el más grande de todos, en donde más de un millón de judíos fueron asesinados.

Judíos, gitanos y polacos, tan pronto llegaban al área localizada muy cerca de Cracovia, en Polonia, pasaban por la diabólica selección que realizaba Rudolph Hoss, comandante del campo de concentración, quien decidía quienes sobrevivirían o quiénes serían ejecutados inmisericordemente.

Cientos de miles fueron elegidos para morir por fusilamiento y ahorcamiento, o en el peor de los casos ser enviados a las horrendas cámaras de gases, en el que un compuesto letal de cyclon-B, ácido cianhídrico, ácido prúsico, arsénico y cianuro, causaba su muerte en cuestión de minutos.

El Libro del profeta Isaías en el capítulo 53, versículo 7, textualmente dice: “Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció y no abrió su boca”. Las mujeres y niños que eran conducidos a las cámaras de gases, en ningún momento opusieron resistencia. Se les engañó con la excusa de darles un baño, cuando en realidad, tal como le aconteció al Mesías, se dirigían rumbo a su muerte.

Mientras se escuchaban los desgarradores gritos de las víctimas, los mandos ordenaban a los músicos, también judíos, interpretar piezas musicales para "ambientar" el momento y silenciar aquellas voces.

El testimonio de una sobreviviente del Holocausto certifica la infamia que se vivió en aquel ghetto.

Miriam Ziegler, de 93 años, recuerda que con tan sólo 8 años de edad, fue confinada en Auschwitz junto con sus padres y hermanos, a quienes vio morir y luego desaparecer en los hornos crematorios, para mantener viva hasta la fecha, la imagen del humo negro que despedían las chimeneas.

La mujer, con asombrosa memoria también recuerda haber observado a miles de niños, mujeres embarazadas y ancianos, caer bajo el sadismo del doctor Joseph Mengele, el "ángel de la muerte", quien los sometía a inhumanos y monstruosos experimentos de laboratorio.

Auschwitz fue un reclusorio construido sobre un área de 40 kilómetros, en el que el principal objetivo era hacer sufrir al máximo a los internos que acogió.

Los casi 7.000 integrantes de las SS Nazi que operaban el campo, cumplían sin el mínimo dolor o forma de arrepentimiento con la orden emanada de nivel superior, aplicar la hostilidad y el odio hacia quienes consideraban inferiores. Desde el más alto oficial Nazi, hasta el último soldado raso, absolutamente todos debían humillar y torturar a millones de inocentes, solo para complacer al Reich.

De acuerdo a los datos confirmados, cada día, aproximadamente 10.000 personas eran ejecutadas en Auschwitz.