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Carlos Barros Ferreira Martin Scorsese

Petróleo sangriento

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No es sorpresa. Pero cada cierto tiempo Scorsese nos asalta con un hecho insólito de la historia de Estados Unidos convertido en una filigrana de imágenes. Esta vez con 'Killers of the Flower Moon' fija su atención en la tragedia de los Osage. Tribu indígena que fue desplazada de pueblo en pueblo por una pila de años por todo Estados Unidos hasta que lograron asentarse en Oklahoma. Con la (des) fortuna de llegar a una tierra repleta de petróleo.

No es ningún espóiler. No hace falta pertenecer a ninguna Comisión de la Verdad para saber que pasa cuando una comunidad de estas características llega a una tierra y ocurre eso que los colombianos dicen con cierta sorna de “se les apareció la virgen.”

¿Qué hace Scorsese para tener al espectador tres horas y media en la sala con una historia llena de corrupción, genocidio y amor tóxico? Lo que sabe hacer mejor: usar su insultante sabiduría cinematográfica. Y acá se vale de todo para que no olvides que esto pasa día a día. Para que tengas en cuenta que la Historia está llena de muertos, y el futuro de gente que va a morir.

Cortesía Paramount/Apple

Mezcla géneros como el western, el melodrama, el noir, el true crime que en manos de un advenedizo fuera un sancocho sin el mejor bastimento para lograr el efecto deseado. 'Killers of the Flower Moon' es otro mazazo, pero esta vez no desde la espectacularidad y el vértigo de algunos de sus filmes más conocidos. Esta vez Scorsese ajusta cuentas con su país con óptimo pesimismo, si se me permite el oxímoron, tal vez producto de la edad y el cansancio de saberse un moralista que ya dejó un corpus lo suficiente robusto para alimentar a espectadores y cineastas por muchas décadas.

EFE

Un señor que da otra lección de cine. Otra obra maestra. Es la historia perfecta para rodearse una vez más de sus colaboradores más eficaces. Esa nómina compuesta por De Niro, DiCaprio, su excelsa montajista Thelma Schoonmaker, el fallecido músico Robbie Robertson y la lente del mexicano Rodrigo Prieto. ¿Qué más quieres de un artista que lleva más de cinco décadas demostrando película a película que el cine es un arte y no un entretenimiento? Aunque acá nos enseña que, sin este último, no sería posible dar a conocer historias de esta envergadura.

Porque es necesario contar con sequedad hechos que molestan. No hace falta que la recomiende.

cbarros.baq@gmail.com