Ensombrecida por una tortuosa batalla legal que todavía no ha concluido, el pasado martes 14 de noviembre culminaron los escrutinios que le dieron la victoria, con un muy estrecho margen, al candidato del caicedismo, Jorge Agudelo, en la contienda por la alcaldía de Santa Marta.
Doscientos cuarenta y seis votos fueron los decisivos en un proceso que será recordado como uno de los más extensos, polémicos y discutidos en la perla de América. Y es que todo el embrollo nace de una decisión bastante equivocada por parte del líder de Fuerza Ciudadana, Carlos Caicedo, al elegir para dicha contienda a su hermana Patricia Caicedo. No creo necesario ahondar sobre las razones del CNE para revocarla y, al poco tiempo, ratificar tal fallo; debido a lo obvio.
Lo que sí me parece interesante son las razones que tuvo Carlos para arriesgarse con semejante candidata. Me resulta imposible aceptar que no existiera a su alrededor un abogado con la inteligencia y el sentido común mínimos para alertar sobre los evidentes riesgos de tal decisión; y, mucho menos, que Caicedo no sea lo suficientemente inteligente para también verlos.
Me decanto entonces por la hipótesis de que la motivación fue el mayor problema que los partidos ultra jerárquicos sufren: la sucesión de poder.
El riesgo máximo al entregar las banderas del poder, en este tipo de estructuras, es que el elegido posea y aplique sus planes particulares y, una vez gane, saque del juego de una patada al líder natural; siendo el ejemplo más claro el caso Santos vs Uribe. Por tal motivo, y sumado a la experiencia con la actual alcaldesa de la ciudad, me da la firme impresión que Caicedo no quiso volver a correr la misma suerte y decidió arriesgarse por otra opción diferente y, hasta cierto punto, manejable.
Tras todo lo ocurrido, la conclusión más prístina sobre la casi pérdida de la alcaldía —siendo una conclusión más precisa que usar estrecha ganancia— fue debido exclusivamente a esa pésima decisión, exhibiendo un flanco amplio y muy débil para sus adversarios que aprovecharon en su totalidad para sacar de la ecuación a la opción progresista en el tarjetón. A lo anterior, se le podría agregar como sustento que, en las diferentes encuestas, daban como ganadora a Patricia.
Empero, si bien no estoy negando que ello pudo afectar formidablemente, hay dos votaciones que dejan en evidencia el agotamiento de la fuerza del partido en el electorado samario.
La primera, y más obvia, son los 18 mil votos del principal contrincante de Carlos Caicedo en la ciudad; Carlos Pinedo. Con tres periodos consecutivos como concejal, Pinedo se lanzó por el movimiento significativo “Santa Marta Sí Puede”, apuntando como estrategia proyectar ser todo lo opuesto a los doce años de poder que ha tenido Fuerza Ciudadana. La táctica, se basó en recoger el descontento gestante y creciente hacia la casa Caicedo, y reafirmarse como una solución disruptiva frente a esa hegemonía, aportando soluciones a los problemas desatendidos.
Si bien no ganó, logró herir de gravedad al caicedismo desde otros puntos débiles, además de la demanda de revocatoria que son, el grave problema con el agua potable, la creciente inseguridad, el pésimo estado de la malla vial y un desempleo crudo acompañado de la perdida de empresas. El talón de Aquiles de Pinedo fue, y es, su alianza con la política tradicional de la ciudad; que goza con justa causa de una muy mala imagen.
De ahí la decisión de lanzarle con el aval de un nuevo movimiento significativo, sin embargo, y para mi concepto, eso no fue suficiente y el fantasma de la Santa Marta antes de la era Caicedo le cobro la victoria.
Pero el verdadero golpe no vino de la mano de Pinedo, sino del voto en blanco. Un hecho muy relevante que mide más la pérdida de confianza del partido de gobierno, que el nivel de convencimiento de su principal adversario. El voto en blanco es la expresión más pura que existe en la democracia y, que haya sacado casi la misma cantidad de votos que los dos principales candidatos —18 mil cada uno— es la señal más dura del descontento mayoritario hacia la gestión de Fuerza Ciudadana.
Teniendo a una fuerte oposición, una gran porción del electorado descontento y una crisis
de relevos en el liderazgo, este viniente cuatrienio pinta para el caicedismo ser un mar de
luchas e incertidumbres.