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Ernesto Gordillo Triana//Movilidad//Bogota//Opinion//Revista Alternativa//revista Semana//Revista Cambio Ernesto Gordillo Triana Opinión

La corresponsabilidad de la movilidad en Bogotá

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Por más medidas y sanciones que impongan las autoridades distritales y la policía, el rol de los ciudadanos y actores viales es crucial para mejorar la movilidad.

El alcalde Carlos Fernando Galán ha insistido de diversas maneras y a través de distintos canales que la movilidad en Bogotá mejorará en la medida en que todos los ciudadanos contribuyamos cumpliendo con las normas de tránsito (lo mínimo), y así dejemos de ser parte del problema. Porque sí: los conductores y actores viales somos gran parte del problema.

Las dificultades de movilidad en la ciudad parecen estar sobre diagnosticadas. A la reducción de la calzada, por cuenta de las obras de infraestructura (en las ya precarias e insuficientes vías de la capital), hay que agregar a los mal parqueados en vías principales, a los automóviles con un solo pasajero, a los conductores muy lentos, a los muy rápidos, y a los inconscientes, que creen que son los dueños de las vías y que pueden armar doble fila en un cruce, salir de una glorieta desde el carril interno, o ‘mandarle’ el carro a los peatones sobre un cruce peatonal.

Todo eso sumado a que el transporte público nada que logra atraer a automovilistas y motociclistas para sacarlos de las vías, en medio de una crisis económica que asumimos todos los contribuyentes, y hasta los paros; sí, los paros. Cada día y medio en Bogotá, algún grupo bloquea alguna vía, y de paso, Transmilenio, para protestar por algo… O por nada, porque ya nadie sabe por qué y para qué es que lanzan piedra y bloquean la 26 o la NQS los encapuchados de la Universidad Nacional.

Mientras tanto podríamos ir pensando en algunas medidas complementarias. El uso de la tecnología es crucial. Más allá de cámaras trampa de velocidad, cuya efectividad en la reducción de la accidentalidad parece tener algunos resultados positivos, se necesita que otras, o las mismas cámaras, permitan enfocar a los mal-parqueados, a los que se atraviesan en las intersecciones y a los infractores de tránsito en general, para que se puedan imponer sanciones sin la presencia de un agente de tránsito en el lugar específico de la infracción.

En algunos lugares del mundo, por ejemplo, se están implementando dispositivos FOG (Fog Computing) a partir de las cámaras instaladas en algunos vehículos, lo que permite recolectar y procesar la información del tráfico en tiempo real para mejorar la movilidad e imponer multas a partir de la información que recolectan. Esto es particularmente útil en grandes centros urbanos como Bogotá, donde es imposible tener agentes de tránsito en cada esquina.

Y pensando en la corresponsabilidad de todos los actores viales, se puede ir más allá. ¿Por qué no imponer una sanción económica a las empresas de transporte que tengan conductores con más de 4 o 5 multas por infracciones de tránsito? Bien conocidos son los casos de conductores de servicio público que tienen en su haber millones de pesos en multas y hasta la licencia suspendida, pero siguen trabajando en las empresas como si nada. Es que ni la suspensión de la licencia de conducción parece servir, pues se leen en las noticias casos en los que conductores con licencia suspendida causan accidentes y muertes en las vías por manejar bajo la influencia de alcohol, por exceso de velocidad o por simple falta de atención. De no creer.

Otro corresponsable son las escuelas de conducción. Es evidente la impericia, la falta de apropiación de las normas de tránsito, y los más mínimos conocimientos sobre el manejo de vehículos de muchos conductores. Sería interesante explorar la posibilidad de que las escuelas de conducción obtuvieran puntos negativos por cada conductor que cometa una infracción de tránsito y que haya sido avalado por alguna de estas escuelas. Al acumular cierta cantidad de puntos negativos la escuela pagaría una sanción pecuniaria, y si se excede en el número de puntos negativos, podría ser incluso causal para el cierre definitivo de esa agencia.

Desde luego, todas estas medidas requerirían de una ley o de un acuerdo distrital para llegar a materializarse, y uno puede anticipar demandas y revisiones de la Corte Constitucional, pues suenan como medidas muy coercitivas, pero la triste realidad nos demuestra que nuestra cultura ciudadana, desafortunadamente, no da para otra cosa, y es necesario abrir la discusión y el debate. Basta ver los miles de colados al día en Transmilenio o los mal parqueados en vías principales, para saber que, lamentablemente, necesitamos de una sanción (pertinente y efectiva) para comportarnos de manera correcta, colaborativa y solidaria,

En la medida en que la sanción nos toque a todos y nos haga corresponsables conscientes de los problemas de movilidad, quizá empiece a darse un cambio en nuestro comportamiento; un cambio más alineado con la cultura de la legalidad y el sentido común. Lo cierto es que no hay policía ni agentes de tránsito suficientes para imponer todas las sanciones que nos merecemos, y si no hay un cambio contundente de los actores viales para cumplir con las normas de tránsito podríamos llegar a un colapso total en la movilidad de la ciudad.

Posdata: ¡Qué maravilla la movilidad en Bogotá a finales de diciembre! Ojalá así fuera siempre.