No se puede negar que tanto los del SÍ como los del NO tuvieron argumentos interesantes a la hora de votar sobre el Acuerdo de Paz. Sin embargo, las mismas Farc se han ido encargado de acercar a los votantes del SÍcon los del NO por la reiterada burla de ese grupo hacia las víctimas y por la oleada de violencia que sufre Colombia.
Los seres humanos en el transcurrir de nuestras vidas nos vemos avocados de manera constante a tratar de resolver dilemas. En este camino apelamos a realizar racionamientos morales. Sin embargo, esos racionamientos morales, si los analizamos con detenimiento, pueden llevarnos a sentir decepción al verificar que no hay respuestas absolutas.
Michael J. Sandel, en su famoso libro “Justicia ¿Qué es lo correcto?”, trae una serie de ejemplos que nos invitan a reflexionar. Menciona el hipotético casode una persona que va conduciendo un tranvía que se queda sin frenos. El conductor, quien no puede hacer nada para detenerlo,observa que en su camino hay cinco trabajadores que están realizando labores en la línea férrea. Observa también que fuera de la línea férrea hay otra persona. El conductor entonces piensa: “si mantengo el tranvía por la línea férrea probablemente mataré a cinco personas, pero si viro el tranvía probablemente sólo mataré a una”. ¿Qué es lo correcto? ¿Es mejor propender por salvaguardar cinco vidas o una? ¿Lo correcto es seguir por la línea férrea y no virar porque la vida no se puede valorar en términos de cantidad? ¿El escenariocambiaría si las 5 personas que estuvieran en la línea no fueran trabajadores sino prófugos de la justicia? ¿En ese escenario lo correcto sería darle prioridad a la vida de la persona que tiene un buen pasado judicial?
La filosofía del derecho nos confronta todos los días y las posturas en relación a lo que es “correcto” o lo que es “mejor” han sido objeto de constantes debates. Las conclusiones no han sido pacíficas.
Hay una corriente de pensamiento que enseña sobre el racionamiento moral consecuencialista y que señala que lo correcto dependerá de las consecuencias de las acciones u omisiones. En los ejemplos mencionados podría entonces llegar a pensarse que si el conductor se sale de la línea férrea, probablemente matará no a cinco personas sino sólo a una y salvar a cinco personas es mejor que salvar a una.
De otro lado, nos encontramos ante el racionamiento moral categórico cuyo enfoque sobre qué es lo correcto no atiende a las consecuencias de los actos, sino que parte de la premisa de la existencia de unos derechos que son intrínsecos, categóricos, que no están sujetos a discusión y por ende deben ser faro que ilumine las acciones de los sujetos sociales. Por ejemplo: no matar, no robar.
Todo lo mencionado creo que es interesante si lo aterrizamos, al menos un poco, alAcuerdo de Paz suscrito entre el Gobiernoy las Farc; y en general a los nuevos diálogos que hoy se surten con organizaciones terroristas. La sociedad tiene serios interrogantes y racionamientos morales sobre los cuales debe reflexionar.
Como recordaremos, el Acuerdo de Paz suscrito con las Farc fue sometido a votación del pueblo. Las únicas posibles respuestas eran el SÍ o el NO.
Uno de los análisis realizados por los votantes del SÍ al Acuerdo de Paz, consistió en considerar que, pese a los atroces crímenes cometidos por las Farc, a la enorme cantidad de víctimas del conflicto y a la peligrosidad de sus integrantes, el efecto de un Acuerdo de Paz podía redundar en el fin del conflicto y por ende a garantizar no más muertes por cuenta de esa guerrilla.
Pensaron también que si eso iba acompañado de verdad, justicia y reparación, el resultado no podría ser mejor porque no sólo se salvarían vidas, sino que las víctimas serían resarcidas de manera integral.
Por su parte, algunos de los votantes del NO al Acuerdo de Paz, consideraron que el efecto esperado sobre las vidas a preservar no estaba garantizado.
Otros, incluso, pensaron que así el número de vidas a salvaguardar estuviese garantizado no sería un buen mensaje para la sociedad el hecho de que los delincuentes no obtuviesen un castigo por sus crímenes porque esto podría constituirse en un incentivo perverso que sólo aumentaría los índices en materia de criminalidad. Además, el número de muertos sería irrelevante porque la vida no es cuestión de una cifra.
Dicho esto, ¿se podría especular que el Acuerdo de Paz se valoraría como exitoso si con ocasión de él hubiesen cesado las muertes? ¿El Acuerdo de Paz podría ser considerado como exitoso pese a que si bien las muertes no hubiesen cesado, al menos el número de ellas se hubiera reducido? ¿Bastaría que se hubiesen reducido las muertes en un 50% (por citar una cifra) o bastaría con que se hubiese salvado al menos el 1% de la población para decir que la suscripción del Acuerdo de Paz era lo correcto?
¿No importa que desde antes del perfeccionamiento del Acuerdo se supiera que un gran número de guerrilleros no se iba a desmovilizar? ¿No importa que algunos de los líderes de esa guerrilla se encuentren todavía delinquiendo con tal de mantener el Acuerdo de Paz y así preservar vidas?¿No importa que las víctimas no tengan ni verdad, ni justicia ni reparación si con ello se cumple el objetivo de lograr un país en paz? ¿De verdad puede haber un país en paz si las víctimas no tienen garantías reales?
Algunos en su racionamiento podrían responder sí o no a algunos de estos interrogantes, pero podrían ir matizando sus respuestashasta incluso llegar a cambiar el sentido del voto que emitieron en el pasado teniendo en cuenta la situación actual.
Eso es lo que está pasando en el país. No nos extrañemos cuando escuchemos a los votantes del SÍ decir que si hubieran anticipado lo que hoy hay en términos de impunidad y muertes tal vez no hubieran votado por el SÍ. ¿Pero si la impunidad fuera necesaria para salvar vidas, se mantendrían en el SÍ?
No se puede negar que tanto los del SÍ como los del NO tuvieron argumentos interesantes a la hora de votar sobre el Acuerdo de Paz. Sin embargo, las mismas Farc se han ido encargado de acercar a los votantes del SÍcon los del NO por la reiterada burla de ese grupo hacia las víctimas y por la oleada de violencia que sufre Colombia. Es decir, hoy hay muchos votantes del SÍ decepcionados con los resultados del Acuerdo.
Se perciben sentimientos de desazón, desasosiego e incertidumbre frente a lo que está ocurriendo con el Acuerdo de Paz suscrito con las Farc, que se agravan al vislumbrar nuevos diálogos con sujetos que se burlaron de dicho Acuerdo y que hoy están nuevamente negociando con el Gobierno. Lo anterior se suma a que, según Indepaz, a 18 de septiembre de 2023, llevamos 65 masacres dentro del territorio nacional.
Pese a que los cuestionamientos suscitados parecieran no tener respuestas absolutas, considero que no podemos desistir en el intento de conseguir la paz (y no me refiero al Acuerdo de Paz del anterior Gobierno ni a la Paz Total que plantea el actual). Es necesario que las respuestas a los planteamientos sean dadas de manera conjunta por los diferentes protagonistas de esta historia y demás actores sociales. Ese fue uno de los errores que, en mi opinión, se cometieronen la negociación del Acuerdo de Paz con las Farc. Allí el racionamiento moral se hizo a espaldas del pueblo e imponiendo reglas y respuestas, que nos guste o no, no atendieron a los resultados del plebiscito.
Un racionamiento moral no puede realizarse a espaldas de la sociedad ni impulsado por estigmatizaciones, resentimiento, odio e intereses particulares. Los líderes hacedores de políticas públicas tienen el gran reto de consultar, construir y dialogar, so pena de darle un falso manto de legalidad a racionamientos que poco o nada atienden a la moralidad y que nos llevan a divagar en un laberinto sin salida.