«Cualquier planteamiento de parte de Colombia al mundo debe pasar por la cuestión del narcotráfico y sus consecuencias en materia de deforestación y contaminación».
Por: FERNANDO POSADA
Politólogo
@fernandoposada
El mundo entero observa con inmensa expectativa, pero también con un escepticismo razonable, el encuentro de la COP26 en medio de un llamado desesperado hacia las acciones contra el cambio climático. Y las dudas son justificadas, porque si bien la lucha contra el cambio climático es uno de los asuntos más urgentes para la humanidad, es también uno de los que menos avances reales presenta. Uno de los mayores retos de encuentros como el de la COP, que empezó esta semana e irá hasta la siguiente, es no quedarse en anuncios y titulares de prensa, sino lograr incidir en la política pública de decenas de países participantes y en las prácticas de los sectores privado y público.
Es por eso que ahora, cuando Colombia y el mundo hablan de la necesidad de avanzar en políticas ambientales, desde la ciudadanía y los sectores políticos debemos plantear respuestas y una hoja de ruta concreta de cara a los desafíos del cambio climático. Quedarnos en los anuncios, en los discursos y en las promesas es un error que no podemos seguir repitiendo.
Entre los numerosos enfoques, teorías y puntos de vista sobre la crisis y cómo enfrentarla, en Colombia debemos concentrarnos en varios puntos dadas las necesidades y las mayores amenazas al medio ambiente en el país.
Son tres los caminos principales para plantear un mejor futuro y sostenibilidad en el país. En primer lugar, debe construirse y fortalecerse permanentemente un plan contra la deforestación que cuente con el compromiso de todos los sectores relevantes: la ciudadanía, el sector privado, las fuerzas pública, la cultura y la academia. La preservación de los bosques y selvas debe ser una tarea urgente para los gobiernos locales y nacional. Y es aquí donde el país debe abordar uno de los asuntos más dolorosos de su historia reciente, que tiene profunda incidencia en la deforestación: el narcotráfico.
Cualquier planteamiento de parte de Colombia al mundo debe pasar por la cuestión del narcotráfico y sus consecuencias en materia de deforestación y contaminación. El país debe recordarles a las potencias mundiales que su rol en la imposición de la fallida guerra contra las drogas ha dejado una dramática consecuencia en materia de deforestación en países como Colombia, Perú y Bolivia. Y de la mano debe venir la discusión sobre la necesidad de una nueva política de drogas.
En segundo lugar, Colombia debe prever las mayores consecuencias del cambio climático para su población, su territorio, y su flora y fauna. Porque si bien es responsable de menos del 1% de los gases emitidos en el mundo, la biodiversidad colombiana es una de las más amenazadas en el mundo entero por el cambio climático. La preservación de las fuentes hídricas, la protección de las especies y la adaptación de los territorios a las nuevas condiciones climáticas deben ser prácticas implementadas desde los planes de gobierno a nivel nacional hasta los planes de desarrollo de los gobiernos territoriales.
Y en tercer lugar, el país debe comprometerse con la reducción inmediata de emisiones de gases de efecto invernadero. Si bien los indicadores muestran a Colombia como uno de los países menos contaminantes del mundo, la calidad del aire es profundamente preocupante en ciudades como Medellín, Bogotá y Cali, entre otras, donde la salud de los habitantes se ve cada vez más vulnerada por la contaminación. El acceso al aire puro debe ser una garantía para todos los colombianos y para esto deben imponerse sanciones para los agentes contaminantes –un debate muy polémico en la coyuntura mundial–, así como también deben mejorar los mecanismos de medición de calidad del aire en todo el territorio nacional.
Es urgente que ahora que el mundo entero vuelve a tener el medio ambiente como tema central, construyamos políticas públicas capaces de mejorar las condiciones ambientales de manera efectiva y duradera en Colombia. Y que nuestra generación entienda cada vez más el medio ambiente como un tema central de todos los ámbitos de la vida ciudadana en el siglo XXI y no como un asunto aparte y de menor importancia.