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Guillermo Puyana Ramos Miguel Uribe Turbay

La madrugada de Miguel Uribe

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El senador por el Centro Democrático Miguel Uribe Turbay arrancó la campaña presidencial 2026 el 20 de octubre cuando dijo desde Copacabana, Antioquia, donde el Cartel de Medellín asesinó a su mamá que la tenía rehén, que buscaría ser el candidato de su partido. Algunos analistas piensan que es una campaña demasiado que corre el riesgo de diluirse. Una teoría basada en un lugar común que no resiste un estudio objetivo, no hay evidencia que permita deducir una regla de que el último será el primero. Puede ganar un competidor inesperado que sale de atrás, como Álvaro Uribe o Iván Duque, o puede ganar un candidato tempranero que se sostiene como pasó con el mismo Gustavo Petro y Juan Manuel Santos.

Pero además es contradictorio criticar la madrugada del senador Uribe Turbay, cuando a la vez le dicen que no obstante su liderazgo en la oposición, le falta reconocimiento nacional. Sus consejeros le habrán dicho que tiene que consolidar su imagen como líder nacional, y no solo de Bogotá. Cuanto más tiempo se trabaje en eso, tanto mejor.

En el posicionamiento de los próximos candidatos presidenciales jugarán muchos factores: quién finalmente será el del gobierno, si Gustavo Bolívar, María José Pizarro o Susana Muhamad; si Claudia López entrará directo o tendrá que dejar a alguien en la lona; cómo va a incidir Juan Manuel Galán con su partido renacido y aprestigiado, y quién será el candidato del centro derecha donde hay un abanico más variado que en cualquier otro sector político.

Hasta ahora no se conoce cuál será el método de selección que adoptará el Centro Democrático, ni si el peso principal estará en quién es más popular. Sus dirigentes tendrán qué hacer ingeniería de alta precisión.

Miguel Uribe tendrá qué fortalecer su reconocimiento nacional, poniendo a su favor una experiencia pública que incluye haber sido concejal y secretario de Gobierno de Bogotá. También debe hacer valer su capacidad electoral, superior a sus competidores: cuando fue candidato a la alcaldía de Bogotá en 2019 sacó 426 mil votos, en 2022 se lanzó por primera vez al Senado en una lista sin Álvaro Uribe Vélez y sacó 227 mil votos seguido de María Fernanda Cabal con 206 mil.

Pero su prueba más importante fueron las elecciones de concejo y Juntas Administradoras Locales de Bogotá liderando al Centro Democrático que pasó de tener 5 concejales a 7 y a dominar en cuatro JAL cuando solo tenía una; entre ellas ganó en Chapinero, históricamente un fortín verde en una ciudad históricamente de centroizquierda.

En las elecciones presidenciales de 2022 hubo un escenario fragmentado en primera vuelta en el que el progresismo pasó a segunda vuelta y se enfrentó a Rodolfo Hernández al que derrotó por sólo 700 mil votos o tres puntos, las elecciones más apretadas desde 1994 cuando Ernesto Samper derrotó a Andrés Pastrana por dos puntos.

La gran diferencia entre Petro y Hernández fue la organización política básica. Mientras el ingeniero santandereano escurría el bulto, el petrismo se desplegó por todo el país movilizando gente para una segunda vuelta contra un contendor mediocre y disipado al que casi no derrota.

Pero 2026 serán unas elecciones sin precedentes históricos, llenas de desafíos y acertijos. El candidato del gobierno, tendrá la fuerza del manejo de la nómina y el presupuesto, además de la probada capacidad de movilización de las organizaciones que lo apoyen.

Serán las primeras elecciones de la historia con la izquierda desde el poder y no hay experiencia previa. No se pueden analizar con los clichés del pasado.