“Las crisis tienen cierta magia para sacar lo mejor de las personas. Hoy esto se traduce en que gente de todos los espectros ideológicos confluye en el propósito de expulsar a esos ineptos gobernantes de las alcaldías de nuestras queridas Cali, Medellín y Bogotá”.
JAIME ARIZABALETA
Abogado javeriano
@jarizabaletaf
Nunca antes en la historia del país se presentó que, de forma coordinada, las tres principales ciudades de Colombia estuvieran a merced de improvisadores, populistas, disociadores y mentirosos.
Las administraciones de Jorge Iván Ospina, Daniel Quintero y Claudia López se hicieron al poder con apoyo de sectores que se autodenominan dizque ‘alternativos’. Sin embargo, a juzgar por sus acciones, están lejos, por mucho, de representar un cambio. Por el contrario, sus prácticas han sido peores que las de la vieja política corrupta y desvergonzada. ¡Quien los ve: resultaron ser unos lobos vestidos de ovejas!
Cualquier turista que visite Colombia por estos días se topará en Medellín con un aire de tensión sin precedentes. La tradición indicaba que la articulación entre el sector público, el sector privado y la academia era la fórmula más exitosa para llevar las riendas de la capital de Antioquia. Lastimosamente, durante la actual alcaldía ha sido todo lo contrario: Quintero se ha dedicado a pelear con todos los sectores políticos, con el Grupo Empresarial Antioqueño e incluso con la Universidad Eafit; ha gobernado con inexperiencia, mentiras, inmadurez y corrupción.
Quien visite Bogotá –si es que puede, porque la movilidad es imposible y la solución ‘más sensata’ para la alcaldesa es vender el carro– notará una ciudad detenida en el tiempo. La capital del país pasó de una administración caracterizada por grandes obras de infraestructura a una que pinta puentes, gasta cantidades increíbles de dinero en maquillaje y ayuda a gestar repúblicas independientes como el ‘Portal de las Américas’, que se ha convertido en el nuevo Bronx, regido por bandidos y traficantes de droga.
Quien venga a Cali hallará una ciudad destruida, sin estaciones de transporte público, con buses vandalizados, sin semáforos, calles llenas de huecos y con una inseguridad rampante. Cali es hoy la campeona del sicariato en Colombia con una cifra de 1.220 homicidios en el último año, posicionándola como una de las más peligrosas del mundo; ¿Es aceptable pensar que Cali, teniendo un cuarto de la población de Bogotá, registre un mayor número de homicidios?
Los turistas que lleguen a visitar estas tres ciudades quedarían afectados, o mejor, petrificados, al ver las condiciones paupérrimas en las que están; contrario a lo que sucedería si visitaran Barranquilla, puesto que encontrarían en “La arenosa” una ciudad pujante y unida en el propósito de acrecentar su desarrollo. Mientras en Cali levantaban monumentos al vandalismo, como el adefesio de Puerto Rellena, y en Bogotá destruían el monumento a Los Héroes, Barranquilla inauguraba el puente Pumarejo, el Malecón y la Ventana al Mundo, obras que la hicieron más atractiva para sus habitantes y sus visitantes.
Pese a las dificultades que vivimos quienes residimos en algunas de las tres grandes capitales de Colombia, todavía hay un halo de esperanza. Las crisis tienen cierta magia para sacar lo mejor de las personas. Hoy esto se traduce en que gente de todos los espectros ideológicos confluye en el propósito de expulsar a esos ineptos gobernantes de las alcaldías de nuestras queridas Cali, Medellín y Bogotá.
Precisamente la Constitución Política estableció la revocatoria de mandato como un mecanismo de participación ciudadana pensando en casos extremos como estos. Es hora de activar la Constitución de 1991 y seguir el ejemplo de Medellín, donde el proceso ha avanzado significativamente y los más arrepentidos son quienes votaron por Quintero, como en Bogotá y Cali lo son quienes confiaron en Ospina y Claudia. Revoquemos a los ineptos
Adenda: ¿Cómo va la revocatoria en Cali?
Medellín nos ha dado un ejemplo. En Cali y Bogotá debemos seguirlo y hacer un relanzamiento del proceso de revocatoria. En Cali, mi ciudad, por ejemplo, ha habido dos intentos; el primero fue torpedeado desde la misma alcaldía, puesto que algunos de los promotores aparentemente fueron comprados con contratos, lo que llevó a que no entregaran la totalidad de las firmas necesarias para impulsar el proceso revocatorio.
El segundo intento ha perdido credibilidad y, aunque los promotores han recogido numerosas firmas, aún les faltan y tienen plazo hasta los primeros días de este mes (febrero) para la entrega, lo que complica significativamente todo. Sin embargo, estamos gestionando la creación de un nuevo comité que cuente con un plazo adicional y tenga la credibilidad de exalcaldes como Ricardo Cobo, de otros sectores políticos, empresariales y sociales.
A quienes vivimos y queremos a Cali les digo que no perdamos el entusiasmo y la esperanza. Los mantendré al tanto.