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JAIME ARRUBLA Jaime Arrubla colombia

Ineptocracia

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La libertad exige la competencia, es lo contrario de una Ineptocracia, por lo tanto, para que esta se imponga es necesario que, durante un proceso, que pudo ser de décadas, se hayan creado condiciones adversas a la libertad en un conglomerado social.

Jaime Eduardo Arango. Analista y consultor. Twitter: @jaimearango9

La ineptocracia es el sistema de gobierno en que los menos preparados para gobernar son elegidos por los menos preparados para producir, y los menos preparados para procurarse su sustento son regalados con bienes y servicios pagados con los impuestos confiscatorios sobre el trabajo y riqueza de unos productores en número descendente, y todo ello promovido por una izquierda populista y demagoga que predica teorías que han fracasado allí donde se han aplicado, a unas personas que sabe que son idiotas”, escribió Jean d´Ormesson quien fue director de Le Figaro, decano de la Academia Francesa, filósofo y escritor, y uno de los pocos autores vivos cuyas obras fueron publicadas por la colección La Pléiade de Gallimard. D´Ormesson murió en 2017 pero su profética visión del momento en que “los menos preparados para gobernar son elegidos por lo menos preparados para producir”, está en plena vigencia, de hecho la estamos viviendo.

La libertad exige la competencia, es lo contrario de una Ineptocracia, por lo tanto, para que esta se imponga es necesario que, durante un proceso, que pudo ser de décadas, se hayan creado condiciones adversas a la libertad en un conglomerado social.

Las Ineptocracias no capturan el poder mediante una serie de eventos casuales. Es necesario que la superchería y el pensamiento mágico progresen en la educación, es necesario que la propiedad sea limitada y condicionada por normas arbitrarias, es necesario que se imponga la tribalización de las costumbres, pero sobre todo es necesario el miedo. Una Ineptocracia tan perfecta como la lograda en Colombia solo es posible cuando la esperanza en el mañana se convierte en el miedo al mañana.

Quienes dieron forma a nuestro pacto social en 1991 determinaron que el dinero que los ciudadanos aportaban solidariamente para financiar servicios era público, es decir, pasaba aser de los políticos. Así pasa con el dinero de la salud, las pensiones, el dinero de los cafeteros y ganaderos, o el que aportamos para decenas de subsidios, de manera que cuando los menos capacitados para producir, eligen a los menos capacitados para gobernar, la primera ocurrencia que estos tienen es apropiarse de esos dineros.

Se trata de colectivos que no saben cómo producir nada, ni cómo administrar nada y que además consideran que eso es una virtud y están en medio de un sistema legal que se los permite. La Ineptocracia en Colombia ha llegado incluso a creer que pueden acabar apropiándose del dinero de las organizaciones criminales, pero esta creencia se debe a que son demasiado ineptos.

En resumen, los ineptócratas del Pacto Histórico, incapaces de producir y de gobernar, intentan apropiarse de las rentas lícitas de los ciudadanos y de las rentas ilícitas del crimen para alimentar su dinámica voluntarista, su visión mágica, sus retaliaciones, su infantil visión del mundo.

Los más ricos arguyen que para sobrevivir a una Ineptocracia, la cuestión es tener paciencia, porque ellos solos acabarán hundiéndose, pero eso le funciona al 1% y, como en Venezuela, incluso se asocian al desastre, pero para el resto de la sociedad la Ineptocracia es fatal y sólo si es consciente de esa fatalidad puede llevar a cabo las acciones, impredecibles y definitivas, para devolver el poder los mínimamente competentes.