Miércoles, 30 de octubre de 2024
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La gente de la caravana es una casta superior.Como en el poema de García Lorca, “pasan si quieren pasar (…) y guardan en su cabeza una vaga astronomía de pistolas inconcretas”. Dicen que la caravana venía del norte, atravesando intrincados caminos para dejar mensajes y amenazas y consignas secretas a sus socios en un largo laberinto entre cordilleras. Al parecer esos mensajes eran definitivos, esenciales, históricos.

La caravana, ahora lo sabemos los hombres pequeños, traía consigo una muestra variopinta de su profunda naturaleza: niños secuestrados, oro, billetes de origen inexplicable, armas de fuego, dádivas para la humilde clientela en el largo camino, la suma de sus pasajeros agotaba la infamia. Razón suficiente para que los admiradores de la infamia inventaran el aura mítica de la caravana.

En su atroz intimidad la caravana recorrió largos caminos. Se detuvieron aquí y allá, era imperioso dejar unas migajas de dinero y oro y terror en la ruta, pero no sabemos con exactitud dónde porque la gente de la caravana es dueña de su destino. Nadie tiene por qué saber de sus designios.

A altas horas de la noche y con el corazón en vilo, personas aterradas fabrican leyes y normas singulares para la gente de la caravana. Entre líneas les envían mensajes tranquilizadores. Que no serán detenidos por autoridad alguna si los sorprenden cometiendo un crimen, les dicen, que porque lo de ellos, la gente de la caravana, no son crímenes sino asuntos del futuro de la nación, gestos de paz, resistencia. Cualquier justificación es buena para que la gente de la caravana no se contrarie.

En una mala curva del camino, porque el camino es la niebla de la guerra, hombres armados que alguna vez fueron una fuerza temible, pero que ahora son solo gente que vaga por ahí sin destino, amenazan a la gente de la caravana, se atreven incluso a detenerla. Los de la caravana bostezan y aguardan, gente de poder que no cederá a la indignidad de bajar de sus camionetas para dar explicaciones a los hombrecitos sin jefe, ni autoridad, ni decisión, que obstaculizan su camino.

¿Qué ley se imagina esas personas que pueden aplicarles, si ellos son la ley? Son la nueva ciudadanía, porque todos los demás son pueblo, masa informe, tumulto, así lo ha definido el líder del país donde la gente de la caravana pactó con él códigos y reglas que tan solo ellos conocen. Pasan unas horas y entonces soberbios autos que lucen etiquetas de burocracias internacionales, escoltan a la gente de la caravana. Los hombrecitos de uniforme, representantes de la nada, quedan atrás. La caravana sigue, impune, poderosa, con su aura invencible.

El último informe del INSTITUTO JACK D. GORDON DE POLÍTICAS PÚBLICAS de la Universidad de la Florida , titulado , "Cuarta ola criminal transnacional: nuevos actores extrarregionales y mercados cambiantes transforman las economías ilícitas y las alianzas contra el crimen organizado transnacional de América Latina" (2024) , dice en su introducción : “Las organizaciones criminales transnacionales (OTC) en América Latina –ayudadas e instigadas por nuevas alianzas extrarregionales y protegidas por gobiernos autoritarios ideológicamente neutrales– están experimentando transformaciones históricas que plantean amenazas existenciales a la gobernabilidad democrática, el estado de derecho y los intereses estratégicos de Estados Unidos.

Nuevos actores, mercados y productos impulsan la fragmentación entre los grupos tradicionales y la consolidación de economías criminalizadas a través de nuevas alianzas.” Es como si hubieran visto la caravana.