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JAIME E ARANGO Jaime E. Arango Opinión

La guerra que no cesa

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Se ágil como el tiempo, se fuego con el fuego, amaga a quien amaga, y sostén la mirada del jactancioso horror”, esta famosa sucesión de metáforas de Shakespeare en La Vida y Muerte del Rey Juan expresa cual debe ser la actitud correcta frente la violencia y la amenaza del terror, y ahora que está en marcha un plan particularmente perverso para expulsar a la sociedad civil de la vida política, la recomendación de Shakespeare cobra vigencia y se hace urgente.

Con la etiqueta de Paz Total se está desarrollando un acuerdo que permite a las organizaciones criminales gestionar el territorio e imponer a los ciudadanos un marco de normativo y legal diferente del pactado en el orden constitucional. La Paz total está incentivando la aparición de nuevos leviatanes que fragmentan el territorio y que imponen una ley que es peor que la guerra.

En la medida misma en que se restringe el acceso legal a la explotación de los recursos naturales, usando excusas ambientales, se estimula la actividad ilegal para acceder a los mismos y esto se hace de forma deliberada, el gobierno prefiere ser socio del Clan del Golfo, o de cualquier otra organización criminal, y no de las multinacionales mineras por eso estratégicamente expulsa de los territorios a los actores legales, restringe los mercados e incentiva el aislamiento de las poblaciones, por ejemplo permitiendo que se elimine el acceso a servicios financieros y logísticos prestados por operadores postales de pago vigilado que lograron romper la incomunicación con los mercados para personas en los lugares más apartados del país.

El cierre de una mina legal, o de un pequeño local de giros, es igual de grave y tiene el mismo propósito. Las organizaciones criminales han llegado a un punto de control que implica que las transacciones económicas en sus territorios solo se podrán hacer con su supervisión, solo les resta emitir moneda.

El economista Mancur Olson propuso que entendiéramos el estado como un Bandido Estacionario, un bandido que por alguna razón de fuerza se ve impedido para moverse robando y saqueando y por lo tanto está obligado a gestionar el territorio y la población donde está estacionado si quiere seguir aumentando su botín sin agotar los recursos del lugar. Las bandas criminales en Colombia han aprendido a ser Bandidos Estacionarios y llevan años extrayendo recursos de las economía locales sin convertirlas en tierras baldías.

La banda del Pacto Histórico no sabe ser un Bandido Estacionario porque no gestionan nada y por eso ya se quedaron sin recursos, en este sentido la banda del Pacto es un grupo calificado como un mal aliado por las organizaciones mafiosas altamente especializadas con las que busca un modelo de asociación para capturar el estado. Los problemas y malentendidos en los acuerdos de Paz Total son causados precisamente por la ineptitud y la incompetencia de los agentes gubernamentales, demasiado amateur para concretar y llevar adelante un modelo de gobernanza criminal.

La presencia de grupos armados en 253 municipios implica un gran desafío para la realización de elecciones en 2026, a la vez la capacidad de estas organizaciones para activar milicias y pandillas urbanas, como lo hicieron en las acciones de terrorismo urbano del 2021, supone un escenario electoral determinado por la violencia y la coacción, no solo en los territorios, sino también en las esquinas de los principales centros urbanos, en las carreteras en las universidades, en los hogares de cada ciudadano señalado como opositor.

Bajo la retorica de la paz se ha instalado la guerra permanente, un gobierno sin ciudadanos ha decidido que esa guerra y esos señores de la guerra, son la fuerza y la legitimidad que la gente le niega, que con ellos y sus bandas puede copar la sociedad y expulsarla de la política. En esa tarea están, avanzan con determinación, pero, sobre todo, avanzan sin oposición.