La guerra ha dejado de ser un concepto absoluto.La línea demarcatoria entre la paz y la guerra se ha difuminado, los actores son indistinguibles, el límite entre civiles y militares, entre fuerzas legítimas y delincuentes, entre fuerzas estatales y no estatales, entre territorio nacional, o extranjero, entre fuerzas regulares e irregulares, entre el inicio y el fin de las hostilidades. Ya no se habla de la niebla de la guerra, sino que la guerra es la niebla misma, es una Zona Gris. Al leer De la Guerra, se entiende que Clausewitz está exponiendo un vasto tratado sobre el azar, pero en la Zona Gris el azar se torna como único factor constante.
En un momento dado una fuerza estatal asociada a una organización criminal ataca en territorio extranjero a un grupo terrorista, que a su vez está disputando una renta criminal con una milicia nativista y todos a su vez están confrontados con las fuerzas legítimas del estado en cuyo territorio se desarrollan las hostilidades. A su vez estados bajo la forma de gobernanza criminal,que cada vez se convierte en un modelo aceptable y extendido, puede buscar alianzas con fuerzas irregulares para explotar negocios ilegales y en ese marco desarrollar acciones violentas contra su propia población, o grupos competidores. En la Zona Gris, todo esto puede suceder de manera simultánea, y de hecho está sucediendo.
Este tipo de guerra es una duración impredecible, e implica medidas ofensivas constantes dirigidas a debilitar a los rivales, o limitar su campo de acción. En la Zona Gris han desaparecido los conceptos clásicos de cese al fuego y cese de hostilidades, en gran parte debido a la multiplicidad de actores y a la ausencia de centralidad e integridad en la toma de decisiones, pero sobre todo porque la violencia obedece a intereses locales, o privados, sólo distinguibles para las fuerzas en un momento y en un lugar concretos.
En las guerras irregulares de baja intensidad, un actor, o actores, desarrollaba un conflicto armado prolongado contra un estado, en la Zona Gris, el estado nacional, o el estado a nivel local, se asocia con las organizaciones armadas e implementa acciones típicas de gobierno para encubrir operaciones criminales, permanecer en el poder indefinidamente, o realizar maniobras de proyección de fuerza sobre terceros.
Lo que ha impulsado el crecimiento de este tipo complejo de conflictos es precisamente el involucramiento de estados, ya no como contraparte, sino como socios en los distintos niveles de violencia y rentas criminales.
Desde siempre lo estado, ha utilizado organizaciones criminales para llevar adelante actividades encubiertas, pero el inusitado crecimiento del crimen organizado en el siglo XXI ha derivado en lo que determinadas élites gubernamentales y activistas radicales, vean en estas organizaciones el germen de una vanguardia política armada capaz, mediante su control territorial y su enorme capacidad financiera, de integrar importantes grupos de su población cliente a un proyecto de consecución y mantenimiento del poder. Así lo creen los teóricos de esta nueva forma de estado, pero en la realidad la gobernanza criminal no es otra cosa que la Zona Gris y tiene otras consecuencias.
Es imposible predecir que formas futuras pueda tomar la guerra, pero no es imposible imaginar un escenario en que la Zona Gris y su violento caos constante abarque no solo territorio venezolano, donde está implantada como modelo hace años, sino también territorio colombiano, donde se está buscando activamente su implantación, lo que crearía una enorme área de conflicto incesante, desde el Esequibo hasta el Pacifico, asomada sobre el Caribe, con actores de todo tipo, desde milicias urbanas hasta fuerzas regulares altamente entrenadas, enfrentados constantemente entre sí y en medio casi cien millones de habitantes, arrojando cientos de miles inmigrantes a la frontera norte, en medio constantes desplazamientos internos, con fronteras nacionales desdibujadas, controladas por bandas armadas, hasta que la amenaza para la seguridad nacional de terceros provoque una intervención masiva, o se dé el caso, muy improbable, de que una de las pequeñas fuerzas en conflicto se imponga y forme un nuevo gobierno estable.
Nunca se sabe.