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JAIME E ARANGO Jaime E. Arango pacto histórico

Pacto de milicias

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En febrero de 1932, en el marco del IV Congreso de las Juventudes Socialistas, el Partido Socialista Obrero Español, PSOE, anunció la creación de las Milicias Socialistas. Ese día, con ese gesto, Largo Caballero, dio por terminada la República. Una vez que un partido político degrada a sus militantes a la condición de milicianos está iniciando una guerra, está entrando en la incertidumbre de la violencia, está diciendo que no acepta las reglas del juego democrático, pero, sobre todo, está aceptando su derrota política. Largo Caballero y los suyos no solo perdieron las elecciones, luego perdieron la guerra que iniciaron y al final lo perdieron todo.

Hasta la Revolución Francesa, la guerra en la práctica era un asunto de castas y profesionales, fue la gente de La Convención, la que creó los ejércitos ciudadanos, a partir de sus milicias. El funesto soldado ciudadano, que como lo expresó Churchill, haría que” las guerras de los hombres fueran peor que las guerras de los reyes”.

Las milicias ponen fin al concepto de sociedad civil. Se crean precisamente para copar el espacio de la vida cotidiana con el miedo y desde abajo reemplazar las instituciones. Raramente tienen éxito. Pueden conquistar el poder, pero no retenerlo porque convierten la política en la continuidad de la guerra, a veces contra sí mismos, siempre contra la gente, en un entorno permanentemente inestable. Así como un partido puede transformarse en milicias, las milicias pueden transformarse en partidos, basta con politizar una organización criminal, y estos fenómenos pueden confluir en una comunidad de intereses. Así ha sido, así sucedió en Venezuela. El estado venezolano no dejó de ser un república liberal con la constitución chavista, sino cuando impulsó los Colectivos y creó las Milicias Bolivarianas.

El control territorial que ejercen las economías criminales es típicamente miliciano. En Colombia han aprendido de la larga experiencia que tienen en este sentido los grupos terroristas y el estado ha permitido la politización de estas organizaciones, esto dio como resultado la violenta acción de terrorismo urbano del 2021 en la cual confluyeron milicias políticas, con milicias de grupos criminales, que constituyó el entorno de intimidación que hizo posible la elección posterior de llamado Pacto Histórico.

Un partido originado en milicias y que llegó al poder apalancado en ellas y que estratégicamente desde el poder no busca persuadir sino reclutar. Al igual que el chavismo, el Pacto Histórico es un movimiento miliciano, no es un partido político como los demás, aunque de momento algunos políticos participen el él. Por eso su retórica de criminalización de los opositores, su relato reivindicativo y su táctica de crisis permanente. Por eso no gestiona el estado, porque emplea todos sus recursos para garantizar su permanencia en el poder, no mediante el éxito administrativo, sino mediante la fuerza. No es el partido del cambio, sino del miedo.

¿Cree el liderazgo del Pacto que, si capturaron el poder mediante la intimidación, es por la intimidación que lo conservaran? Supongamos que sí. Revisemos a grandes rasgos esta visión estratégica. Ya conocemos la Primera Línea. ¿pero cuál es la segunda? ¿Cuál es la retaguardia? Su modelo de guerra de información es muy antiguo, criminalizar el pasado para capturar el futuro promoviendo el mito de inelegibilidad de la oposición, mientras en el presente se impulsa un estado hostilidad permanente que de forma un escenario de crisis y confrontación civil en cual las milicias jugarían un papel primordial, con el objetivo de desconocer un resultado electoral adverso, o no llevar a cabo proceso electoral alguno.

¿Pero sin mayoría reales, como puede construir una masa crítica que le permita suplantar la legitimidad electoral para consolidar el poder político? Al parecer la apuesta del Pacto Histórico es la aplicación del modelo chavista, la confluencia de las milicias propias con las de las organizaciones criminales mediante pactos de control territorial para capturar el escenario político. Es lo que llaman Paz Total. Una gobernanza criminal, justificada como la defensa popular frente a un intento de golpe de estado. ¿Puede lograrlo? El Pacto Histórico carece de cuadros competentes para esta tarea. Es probable que no todos en la dirigencia de la organización vea en esta estrategia un modelo exitoso. Muchos ni la entienden.

Están perdiendo la guerra de información, pero sobre todo la primacía moral. Incluso las milicias requieren legitimidad. Debemos como ciudadanos enfrentar este desafío inédito, este pacto de milicias. Hemos ganado antes, muchas veces, y volveremos a hacerlo.