Con la llegada por segunda vez de Donald Trump a la Casa Blanca, viene un paquete de medidas económicas que afectarán varios renglones a nivel local y global. Las decisiones de reducción de impuestos a las empresas norteamericanas, la imposición de aranceles a productos de China y la Unión Europea. Dos temas adicionales que seguirán creciendo durante la administración Trump son la intensificación de las guerras comerciales y el crecimiento significativo del negocio de los cripto activos. Para las empresas colombianas que exportan actualmente a ese mercado las cosas se pondrán un poco más difíciles, ya que con la reducción de impuestos a las sociedades, las empresas norteamericanas se vuelven más competitivas y habrá algunas que se podrán dar el lujo de bajar precios. Habrá una oportunidad, aunque pequeña, de entrar a competir con aquellos productos de China, que ahora van a tener unos aranceles de 60% aproximadamente. Seguramente algunos productos no volverán desde China a Estados Unidos por este efecto, abriendo el espacio a otras naciones.
Trump apoya las políticas de regreso a las energías fósiles. En campaña prometió revertir gran parte de la agenda climática que se adelantó desde el gobierno Biden. La agenda 2030 y todas sus derivaciones pueden perder fuerza, como cuando decidió retirar a Estados Unidos de los compromisos del acuerdo de París, la famosa COP21 de cambio climático firmada por Obama. Esta agenda podría reducir la inversión en diferentes tipos de energías renovables a nivel mundial. No es gratuito que, apenas se conocieron los resultados el miércoles en la madrugada, las acciones en bolsa de las principales petroleras estadounidenses, ExxonMobil y Chevron, subieron 2,5%.
Si nos remitimos a la política económica implementada por Trump durante su primer mandato, no se puede esperar menos que mano dura. Algunos analistas actualmente creen que la segunda administración tomará decisiones mucho más severas y anticipan potenciales efectos en ciertos renglones del comercio, las estructuras financieras. Todos esos efectos van a repercutir en el crecimiento mundial de los próximos años. Uno de los movimientos que Estados Unidos volverá a hacer es retirarse de los convenios multilaterales, pero en esta ocasión uno de gran impacto es la OTAN. Desde hace años él viene diciendo que los europeos no pagan lo suficiente. Estados Unidos buscará disminuir o acabar del todo su presencia en ese legendario grupo de países.
Hay que partir de un supuesto fundamental y es que Trump apostará por el sector de la tecnología. Elon Musk y otros privados se verán beneficiados en temas de nube, digitalización, inteligencia artificial y contenidos. La promesa de campaña de volver a tener un país como verdadera potencia mundial se enfocará en que puedan alcanzar a China en una carrera frenética por dominar las compañías que desarrollan software y hardware alrededor de una nueva economía que tendrá como principal protagonista a los asistentes de IA que en muchos casos probablemente van a reemplazar los puestos de trabajo que conocemos hoy. Los seres humanos van a terminar trabajando en oficios no programables, lejanos de los paréntesis y códigos de algoritmos. Los nuevos oficios, que están por verse tendrán un fuerte componente de ciencias sociales, humanismo, arte, literatura, creación de contenidos, servicios de turismo y otras profesiones difíciles de asimilar por un robot.
Para el caso de Colombia no se espera una eventual renegociación del TLC. Lo que sí podemos esperar es una tensa situación alrededor del episodio de “Pegasus” aprobado por su antecesor. En ese punto en común, Petro y Trump van a solventar mirando al retrovisor de los gobiernos anteriores. Vamos a tener un dólar alto en el corto plazo y una reevaluación de la moneda en el mediano y largo plazo, cuando se empiecen a implementar sus medidas.