A partir de mañana comienza el racionamiento de agua en la capital de La República junto a varios municipios aledaños por un tiempo indefinido. El nivel crítico de la represa de Chingaza ya obligó a municipios como La Calera a tener un racionamiento de hasta 8 horas diarias para atender lo crítico de la situación. Con Chingaza a menos del 20% se debe esperar a que el Fenómeno de la Niña traiga las precipitaciones necesarias para tener niveles de operación más adecuados, es decir, por encima del 35% o más. El alcalde de Bogotá Carlos Fernando Galán expresó: “La situación es crítica en términos del nivel de los embalses en Bogotá. Nosotros desde enero hicimos un llamado muy insistente a ahorrar agua, logramos un ahorro, pero no ha sido suficiente. El fenómeno de El Niño ha sido muy fuerte y eso ha llevado a una situación crítica de los embalses. Es importante seguir ahorrando agua.”
Por su parte la gerente del Acueducto y Alcantarillado de Bogotá, Natasha Avendaño, estará entregando junto a los representantes de la Alcaldía el plan que incluye el número de horas y el orden de zonas por día para la ejecución de las actividades durante esta emergencia. Avendaño, quien había fungido en el pasado Superintendente de Servicios Públicos Domiciliarios, explicó la semana pasada a varios medios de comunicación el esquema general de racionamiento. Lo que se sabe es que la ciudad quedará dividida en zonas, que incluyen 19 de las 20 localidades. Usme es la única localidad que por ahora no tendrá racionamiento.
Dentro de las recomendaciones que ha entregado la alcaldía, la prioridad para todo capitalino será la de ahorrar la mayor cantidad de agua que se pueda. Se pide también acoger otras medidas igual de importantes como no lavar los automóviles con mangueras, acostumbrarse a las duchas de corta duración, e implementar en cada hogar el hábito de cerrar los grifos en el proceso de lavarse los dientes. El racionamiento de agua empezaría a mediados de la semana y solo se comenzará a tener una idea global de su finalización dependiendo en gran medida de cómo se mantengan los niveles de los diferentes embalses de agua.
La última vez que Bogotá tuvo un racionamiento de agua fue en enero de 1984, debdo a un cierre del túnel Palacio-Rioblanco, infraestructura crucial para el transporte de agua del sistema Chingaza. El cierre del túnel coincidió con una de las peores sequías registradas en el país durante el Siglo pasado. Para combatir la escasez en aquella ocasión, la alcaldía recurrió a una medida agresiva. Bogotá pidió colaboración a la Nasa quienes exploraron la posibilidad de inducir algunas lluvias encima de los embalses mediante una técnica conocida como la “siembra” de nubes. La técnica de inducción de lluvia, es un “bombardeo” a dichas nubes, basado en el enfriamiento usando anhídrido carbónico mejor conocido como “hielo seco”. Este proceso condensa el vapor de agua y termina en la esperada precipitación. La técnica fue descubierta en 1946 por el químico y meteorólogo norteamericano Vincent Joseph Schaefer. No descartemos que Galán deba volver a usar el método anteriormente probado.
Chingaza suministra alrededor del 70% del agua a Bogotá. Es por esto que es tan crítico el tema, y las medidas vienen a mi juicio un poco tarde, pues todo el país sabía del Fenómeno del Niño a finales del año pasado. Es momento de dejar las otras preocupaciones atrás, ser conscientes del impacto económico que esta medida acarrea, ojalá por poco tiempo, para retornar a la normalidad lo más rápido posible. La economía de la ciudad, y me atrevería a decir que, del país, depende enormemente de esta pronta normalización.