En lo que resta del año se espera un decrecimiento de los niveles de inflación, situación que no solo corresponde a la economía colombiana, sino a varios países en el mundo que están atravesando por el mismo fenómeno. El Gobierno ha insistido desde el año pasado al Banco de la República en que se debe seguir bajando la tasa de interés de referencia para buscar así dinamizar la economía, especialmente después de que se conociera la cifra de crecimiento económico casi 0 % del año pasado.
Según cifras oficiales del DANE, la inflación en Colombia completó en febrero pasado una racha sostenida de 11 meses a la baja llegando al actual nivel de 7,74 %.
A nivel de análisis regional, no en todas partes del país se encuentra el mismo comportamiento. El costo de vida más alto lo tiene actualmente la ciudad de Valledupar, con una variación anual del 10,13 %, seguida por la ciudad de Riohacha con 9,41 %, y tercero Sincelejo con 8,99 %.
Otras ciudades de la Costa Caribe mantienen niveles superiores al promedio país como Montería con 8,88 %, Santa Marta con 8,72 % y Barranquilla que se ubican en 8,52 %. No es casualidad que sean algunas de estas ciudades las que se han visto afectadas por los altos costos de servicios públicos domiciliarios, especialmente energía eléctrica, consecuencia del lastre histórico de la tristemente célebre Electricaribe. Lo grave es que el gremio de empresas prestadoras de servicio públicos Andesco, la Comisión de Regulación de Energía y Gas y Ministerio de Minas no han logrado llegar a un acuerdo en cómo solucionar el lío de las pérdidas acumuladas que van cargadas a las facturas de los usuarios.
La crisis por la cual pasan ciertos sectores críticos para la economía es devastadora. Construcción y vivienda, sumado al sector automotriz muestran un aparato económico estancado y totalmente frío. No se ven buenas perspectivas en ambos campos, donde el primero esencialmente es un motor de generación de empleo primordial.
Desde un punto de vista teórico, es muy necesaria una reactivación, pero lo que sucede en la realidad es que muchos sectores están llenos de incertidumbre por las condiciones que está intentando imponer el nuevo gobierno, especialmente en materia laboral. Más que bajar tasas y ya, lo que se necesita saber es cómo va a quedar la reforma laboral si es que sobrevive en el Congreso, ya que hay muchos que apuestan por su hundimiento, tal como puede suceder en las próximas jornadas con la maltrecha reforma a la salud. El otro fenómeno de la inseguridad en diferentes ciudades ha ahuyentado a los potenciales turistas internacionales golpeando fuertemente al sector.
La confianza inversionista se ha visto minada por los efectos de incertidumbre política, especialmente cuando se ha visto claramente que lo que falta de gobierno Petro va a ser pura campaña para imponer candidato progresista para 2026.
Hay iniciativas de reactivación puntuales que nacen desde lo local. Recientemente, por ejemplo, se desarrolló una Feria de Promoción de Empresas de Reactivación Económica, que fue organizada por la Cámara de Comercio de Quibdó. La idea nació en el Chocó y se terminó de configurar junto a la Superintendencia de Sociedades. El objetivo primordial era llevar empresarios de diversos sectores a esta zona del país para que ellos pudieran apadrinar proyectos fluviales, pesqueros y por supuesto emprendimientos locales.
El llamado de los empresarios de diferentes regiones al Gobierno Nacional es que debe haber muchos mecanismos para promover diferentes sectores. Los trinos y discursos del presidente Petro no ayudan mucho a que se disipen las dudas existentes, al contrario, muchos pronunciamientos generan grandes dudas en el marco de la confianza inversionista. La voluntad política finalmente es lo que está en veremos.