Tortuoso. Agotador. Innecesario. Para decirlo de alguna manera, es el proceso de elección del fiscal general de la Nación. La Corte Suprema de Justicia entra en una especie de estado de gracia, cada cuatro años, para buscar el nombre de quien ocupará uno de los cargos con mayor poder en Colombia.
En un manoseo innecesario, donde las especulaciones, los ataques soterrados, la exposición de temas íntimos que rodean a los aspirantes, se ha convertido en la elección del fiscal en Colombia. La especulación prima por encima de las hojas de vida de quienes han sido ternados por el presidente de la República.
El juego sucio por debajo de la mesa para atacar a quien va liderando las votaciones, supuestamente secretas de los magistrados de las Altas Cortes, pero que se filtran sin pudor a los medios de comunicación.
Esta elección de la nueva fiscal, Luz Adriana Camargo, es la radiografía exacta de la polarización política y social que vive hoy el país. Caldo de cultivo para las bodegas en las redes sociales. Para el desatino político del gobierno de Petro, que por poco termina en una invasión descontrolada de agitadores a las instalaciones de la Corte con el inexplicable argumento que se debía elegir fiscal ya.
No se aprende de los errores del pasado. Del holocausto que se vivió en 1985 cuando los magistrados fueron asesinados por cuenta del M-19, que se tomó a fuego el palacio que simboliza la justicia en Colombia y que dejó una tragedia imborrable en la memoria de la sociedad colombiana.
Es hora de ir pensando en cambiar el mecanismo de elección y no vivir este circo en que se ha convertido la elección del cargo más poderoso en materia de justicia en el país. Donde no hay justificación alguna para demorar meses el proceso y generar tanta suspicacia e incredulidad en la ciudadanía.
Ahora bien, elegida como nueva fiscal general de la Nación, Luz Adriana Camargo, una experta abogada penalista, que investigó la parapolítica como magistrada auxiliar de la Corte Suprema a comienzos del 2000 y que posteriormente trabajó de la mano del hoy ministro de Defensa, Iván Velásquez, en la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), le esperan grandes retos al frente del ente acusador.
El primero de ellos y que está en la agenda de la oposición y del propio Gobierno, tiene que ver con el caso de Nicolás Petro, hijo del presidente de la República.
Enfrenta graves cargos por lavado de activos y enriquecimiento ilícito, por haber recibido dineros no reportados de personas con líos judiciales para financiar la campaña.
El segundo, también bajo la observación del Gobierno y la oposición, es el del expresidente Álvaro Uribe Vélez. La Fiscalía adelanta proceso penal contra el exmandatario por los delitos de fraude procesal y soborno a testigos. La pregunta es si ahora la Fiscalía bajo la administración de Luz Adriana Camargo, insistirá por tercera vez en la preclusión del proceso o si acusa a Uribe Vélez y lo lleva a juicio.
El tercer gran reto que tendrá la fiscal Camargo está relacionado con la investigación que adelanta el ente acusador por las presuntas irregularidades en la financiación de la campaña presidencial de Gustavo Petro.
En esa carpeta de financiación irregular de las campañas políticas, está también en primera fila el caso de Óscar Iván Zuluaga y su hijo David, por haber recibido dineros (1,6 millones de dólares) procedentes de la multinacional Odebrecht, durante la campaña del 2014. La audiencia de acusación está, por ahora, suspendida por una acción de tutela presentada por la defensa del excandidato presidencial.
En la agenda de prioridades de la fiscal Luz Adriana Camargo está el de la Paz Total, programa prioritario del presidente Petro, que tanta polémica política y judicial ha generado en este año y medio de gobierno.
Un tema espinoso que dio lugar a un agrio debate entre el entonces fiscal Francisco Barbosa y el primer mandatario y que ha tenido serios reparos por parte de la oposición.
En las próximas semanas se deberá tener claro cuál va ser la posición de la fiscal sobre este tema en que el Gobierno pretende meter en el mismo canasto a todos los actores del conflicto armado y de las organizaciones del narcotráfico.
Otra de las prioridades de Camargo es lograr apaciguar los ánimos en Casa de Nariño y normalizar las relaciones entre Fiscalía-Gobierno, eso sí manteniendo la independencia que tanto se le pide a los fiscales cuando llegan a su cargo, por la delicada tarea de investigación que tienen para hacerle frente a temas tan graves para el país, como el de la corrupción que se ha extendido como una plaga maldita por todo el aparato público del Estado.
Habrá que darle un compás de espera a la nueva fiscal. A la que le deseamos la mejor de las suertes. Las tareas que le esperan no son fáciles. Porque no solo es frente a los grandes casos de investigación, sino también al trabajo interno de una entidad que tiene miles de funcionarios en todo el país, que deben actuar con total transparencia y profesionalismo.