"Estamos cambiando el Medio Oriente", dijo Benjamín Netanyahu hace un par de días. Razón suficiente para que "Bibi" sea el personaje de 2024. Hace un año, exactamente dos meses después del brutal ataque de Hamás contra Israel, Netanyahu empezaba a batirse en varios frentes (Hamás, Hezbollah y Houthis) contra un enemigo mortal: Irán.
“Bibi” ha sido el Primer Ministro que más tiempo ha liderado el gobierno israelí durante su corta historia como Estado-nación (76 años). Ni Ben Gurion, ni Yitzhak Rabbin, ni Golda Meier permanecieron tanto tiempo en la dura escena política. Lo que de suyo hace a Netanyahu un líder interesantísimo que ha luchado por moldear la región conforme al interés nacional de Israel.
En otras palabras, Netanyahu ha sido uno de los líderes de Israel, y de los últimos 30 años, más importantes no solo por sus 15 años como premier sino porque a su paso está dejando un legado que podría, en efecto, transformar la región.
Desde 1996 que fue electo Primer Ministro por primera vez, pareciera que Netanyahu se hubiese preparado para asumir la defensa de su nación. De hecho, las circunstancias actuales han demandado a un hombre cuyo coraje y valor han estado a la altura del desafío. “Bibi” ha demostrado ser un hombre de Estado con una enorme capacidad de decisión para luchar por la supervivencia de Israel. Un líder no solo debe tener claro qué decisiones tomar sino cómo tomarlas y asumir los efectos de estas.
De otro lado, liderar una nación en tiempos de guerra resulta más excitante que hacerlo en tiempos de paz. Hay líderes para ambos escenarios y los pueblos, a veces, lo intuyen sabiamente.
Pero, por encima de ello, lo que verdaderamente importa es que los líderes lo tengan claro y actúen de conformidad con los códigos de la paz o de la guerra. No hay nada peor para un pueblo que un líder actúe como si estuviera en tiempos de paz cuando su nación puede ser extinguida. En efecto, juzgar a Netanyahu por lo que ha hecho es torpe o mal intencionado toda vez que Israel fue atacado y “Bibi” ha tomado las decisiones que más le convienen a Israel. Guiarse por el interés nacional siempre será lo correcto para un tomador de decisiones.
Su enérgica decisión para adoptar medidas, incluso impopulares, es lo que hace de Netanyahu el personaje del año. Ha tomado decisiones arriesgadas, incluso a despecho de una injusta orden de captura en su contra emitida por la Corte Penal Internacional y de las presiones multilaterales a las que no ha cedido. Si pensaban que por esta vía lo iban a intimidar, subestimaron a “Bibi” porque jamás se ha dejado acorralar.
También le han sacado a la gente a las calles para protestar y han puesto a las familias de los secuestrados en su contra; sin embargo, Netanyahu ha sido firme en sus decisiones y, sin vacilar, avanza como lo hacen los blindados de las FDI por la Franja de Gaza.
Sin dejarse maniatar por una corriente envenenada de antisemitismo, en la opinión pública internacional, el premier israelí se la ha jugado toda por su pueblo. Ha puesto su propio pellejo en riesgo en pro de la defensa de Israel. Como no espera nada a cambio, no ha vacilado para adoptar decisiones que favorecen, a largo plazo, la seguridad de Israel.
Adicional a esto, ha hecho carrera que “Bibi” ha prolongado la guerra contra Hamás para no enfrentar el juicio interno que por corrupción avanza en su contra. Pero, la semana pasada lo vimos antes los tribunales. Plena confianza tenemos en las instituciones de Israel que permitirán que los jueces hagan su trabajo y que Netanyahu nunca saboteará el proceso judicial.
“Bibi” está por encima de ese tipo de argucias. Al fin de cuentas, para él lo único que importa es llevar a la nación por la senda de la victoria que no es otra cosa diferente a que Israel no sea borrado del mapa tal como lo anunció, en su momento, el presidente iraní Ahmadineyad.
Duro, áspero y enérgico, como no podía ser de otra manera, “Bibi” ha enfrentado un eje que no conoce de piedad, solo sí es para ellos. De tal suerte, “Netanyahu” ha sabido liderar las FDI porque les ha dado todo el respaldo político para que las operaciones militares sean tan exitosas como espectaculares. Las tropas han sabido responder a ese apoyo.
En efecto, las explosiones de walkie-talkies y bíperes en el Líbano, la efectiva defensa aérea que hizo del ataque iraní, la desarticulación de Hamás y de Hezbollah, los recientes golpes en Siria y la toma de los Altos del Golan dan cuenta de un Mossad, o sistema de inteligencia, efectivo y de unas FDI lideradas con criterio óptimo.
Indudablemente, Netanyahu ha sabido maniobrar la guerra y las negociaciones para liberar las personas infamemente secuestradas por Hamás. No ha cedido en un milímetro en cuanto al uso de la fuerza pero tampoco ha escatimado esfuerzo alguno para llevar de vuelta a casa a las víctimas de Hamás.
Así como Israel no ha confirmado ciertos golpes tampoco sabremos pronto si estuvo detrás de la caída de Al-Assad en Siria o de lo que suceda, en lo sucesivo, en Irán. Por demás, logrando su cometido estratégico de transformar Oriente Medio, Netanyahu será más que el personaje de 2024.