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Miguel de Zubiría Sociedad

La vacuna contra la soledad

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¿Te sientes a menudo solo/a o desconectado/a de los demás? Califica tu experiencia en una escala del 0 (nunca) al 10 (siempre) y reflexiona sobre tu respuesta. ¿Cómo crees que se sentirían tus hijos o estudiantes en esta misma escala?

La anterior es una de las 170 preguntas esenciales del cuestionario completo sobre la soledad. Hemos descubierto que uno de cada tres jóvenes experimenta soledad alta o extrema, otro tercio experimenta soledad moderada, y el último tercio presenta soledad leve o ninguna. Estas cifras son preocupantes.

Durante los últimos 19 años, desarrollamos una “vacuna psicológica” contra la soledad, que podría ser uno de los mayores problemas psicológicos del siglo XXI, y para el cual existen pocas soluciones efectivas. Esta iniciativa comenzó con la Liga Colombiana contra el Suicidio, al evidenciarse una alta asociación entre soledad, depresión y suicidio en grandes muestras. En años recientes, hemos continuado esta labor con la RIA.

La vacuna psicológica contra la soledad contiene al menos dos ingredientes principales:

  • Enseñar a los estudiantes, desde una edad temprana, el mecanismo psicológico para establecer y mantener relaciones interpersonales gratificantes y duraderas. En concreto:
  • Crear una relación sólida: establecer una conexión significativa desde el inicio.
  • Motivarse para compartir actividades: realizar con frecuencia diversas actividades juntos para fortalecer el vínculo.
  • Desarrollar una interacción agradable: sentir que la otra persona también está interesada en interactuar de manera positiva.
  • Conocer a la otra persona a fondo: profundizar en el conocimiento mutuo para fortalecer la relación.
  • Generar confianza y seguridad: brindar y recibir tranquilidad, creando un ambiente de confianza mutua.
  • Cultivar afectos profundos: sentir y compartir sentimientos de afecto genuino y asegurarse de que la otra persona sienta lo mismo hacia ti.
  • Que los estudiantes dominen al menos diez cualidades interpersonales (como simpatía, habilidad para conversar y apertura) y diez cualidades íntimas (como comprensión, capacidad de escucha y generosidad).

Esta “vacuna” contra la soledad demostró ser muy efectiva en el pasado, durante al menos 600 generaciones, en los últimos 12.000 años de vida agrícola. El problema radica en que las enseñanzas necesarias para desarrollar estas habilidades requerían miles de horas de explicaciones, ejemplos, modelaciones y simulaciones proporcionadas por un gran número de tutores afectivos.

En el pasado, este extenso proceso educativo lo llevó a cabo una red amplia de familiares: padres, hermanos, abuelos, tíos y numerosos primos de todas las edades, sumando casi un centenar de personas. Estos tutores, quienes habían adquirido habilidades interpersonales a través de miles de horas de formación en su propia infancia y juventud, transmitían este conocimiento de generación en generación sin interrupciones.

Hoy en día, esa red de tutores afectivos desapareció. En muchos casos, los niños crecen sin uno o ambos padres; en nuestro país, entre el 43 % y el 47 % de los hogares están en esta situación.Además, un número significativo de niños crece como hijos únicos, lo que significa que no reciben las explicaciones, ejemplos, modelaciones y simulaciones necesarias para dominar siquiera el ABC del arte interpersonal. Esta falta de formación es un factor crítico en la creciente soledad.

En consecuencia, es imposible que las familias nucleares actuales asuman la extensa y compleja tarea de educar las destrezas interpersonales como lo hacían los familiares en el pasado.

Sólo queda la esperanza de que colegios y universidades asuman esta responsabilidad, aunque es una perspectiva poco probable. Actualmente, no existen profesores especializados en este complejo tema, ni facultades en el mundo que lo consideren una prioridad, ni siquiera en el ámbito del autoconocimiento. Los colegios y universidades persisten en su enfoque tradicional, centrado en la enseñanza de conocimientos y contenidos intelectuales, desde Comenio, el gran teórico de la didáctica.

¿Con qué frecuencia te sientes solo/a o desconectado/a de los demás?Califica tu experiencia en una escala del 0 (nunca) al 10 (siempre). Reflexiona sobre tu respuesta. Al menos, das un paso hacia el interconocimiento.