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Óscar Campo Federación Nacional de Cafeteros

El gerente de la Federación de Cafeteros en su laberinto

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Por: Óscar Rodrigo Campo Hurtado

Representante a la Cámara - Cambio Radical

Escuché la entrevista que Julio Sánchez y el equipo de la W le hicieron a Germán Alberto Bahamón, gerente de la Federación Nacional de Cafeteros, un joven ejecutivo que carga sobre sus hombros la responsabilidad del futuro de la caficultura colombiana, con una circunstancia, no ser él quien recoge las simpatías del Presidente de la República, ya que una vez fue elegido Bahamón, con la participación de los mismos delegados del Gobierno Nacional, el mandatario mostró su inconformidad, como ya nos tiene acostumbrados, con sus feroces trinos, y con una inmediatez, artífice de incertidumbre y desasosiego, sentimiento que ha ido acrecentando con el pasar de los meses.

Y es que a raíz de que el Congreso Cafetero eligiera de manera unánime a un gerente distinto al ungido por el Presidente, se ha desatado un ataque revanchista y frontal contra esa institución, como se evidenció en el discurso de la lánguida Asamblea Cafetera, convocada a espaldas de la Federación la semana anterior en Bogotá. Pero por inconforme que esté el mandatario, no podrá esta vez, hacer una aparatosa intervención como la que sufrió Sanitas por parte de la Superintendencia de Salud,dada la condición de una gran base popular democratizada que tiene la Federación de Cafeteros, pero sí, presionándola a través de posibles cambios en el Fondo Nacional del Café, creado desde 1940, hace más de ochenta años.

Y nuevamente se equivoca el Gobierno, queriendo instrumentalizar con fines políticos a las más de 540 mil familias cafeteras, que si bien pudieran tener algunos reparos a la estructura burocrática de la Federación, utilizadas como es costumbre por el Presidente Petro para pretender capitalizar una supuesta indignación colectiva, por el contrario, la realidad nos lleva a todos a entender que la Federación no nació ayer, que su historia tiene que ver con la construcción de país, de sociedad, de carreteras y de colegios, de la implementación de las redes eléctricas y de acueductos rurales, siendo además, el principal soporte de la economía campesina nacional.

Colombia ha tenido identidad a través de la Federación, no solo con la representación del campesino cafetero encarnado por Juan Valdez y su mula de carga Conchita, que nos han hecho ver con simpatía en el mundo; también fue con la flota mercante gran colombiana o con Luchito Herrera y nuestros escarabajos, que ondearon la tricolor desde las mayores elevaciones del mundo, como los Pirineos o los Alpes Suizos, pero ante todo, con la marca registrada del Café de Colombia, lavando la cara de la nación, cuando Pablo Escobar y los carteles de la droga ya nos habían hecho el peor daño de todos, ganarnos el estigma internacional de una sociedad sometida a la ilegalidad.

Damos fe en el Cauca de los arraigos profundos del cafetero a la tierra, ni en los momentos más crudos de la violencia, el caficultor se ha dejado desplazar por los grupos armados, además, ha sido la apuesta que hemos hecho en su momento desde la institucionalidad, para darle un pulso a los cultivos de uso ilícito que hoy están desbordados, lo que nos ha llevado a tener en medio de tantas dificultades y problemas, un departamento aún viable, económica y socialmente. Hablamos de que ahora somos el cuarto productor de café en el país, con relaciones comerciales que apalancan la esperanza con trasnacionales como Nestlé, Illy Café o Supracafé de España, destacando, además, el gran papel que ha hecho la Cooperativa de Caficultores del Cauca.

La Federación seguirá siendo el orgullo del campesino cafetero, teniendo que padecer fenómenos tan complejos que se viven en la actualidad, donde los violentos han obligado a carnetizar a las distintas comunidades, como permisos de tránsito bajo el actual control ilegal territorial que estos grupos ejercen en las montañas del Cauca, sin que exista acción alguna del Gobierno Nacional para impedirlo, sin embargo, es su cédula cafetera la que los hace sentir partícipes de un Estado de derecho, con una institucionalidad que los respalda y que es la fiel muestra de que hay una familia que se sostiene en la legalidad, y que a través de la sinergia del café se aferran a no caer en las garras de las economías ilegales.

De los rimbombantes anuncios del gobierno para la sustitución de los cultivos ilícitos en el Cauca, especialmente recordamos el que se hizo después de un Consejo de Seguridad en Popayán, en el cual se ordenó la recuperación del Cañón del Micay a través de sustituir la coca por el café, arrebatándole así al narcotráfico su principal ruta al Pacífico. De esto nos quedó en la realidad solo un modesto proyecto para menos de 300 familias en Argelia, como la gran solución de sustitución, lejos de quitarle algo a la ilegalidad. En este municipio más del 90% de su economía depende de la comercialización de la hoja y de la pasta de coca.

A pesar de todo lo anterior, me acuerdo de las palabras que dijo Plinio Urbano, un viejo caficultor de Timbío, municipio cafetero cercano a Popayán, “Si pudimos con la violencia, las guerrillas, los godos y los liberales, si no nos ganó ni la roya, ni la broca, ni el mercado internacional, menos vamos a dejar que el populismo y la demagogia nos vayan a acabar con nuestra institucionalidad”.

Soy testigo de la incansable gestión de la Federación en el país y en especial en mi departamento, hago parte de un proceso social y político que ayudó a darle vida al Parque Tecnológico y de Innovación para el Café —TECNICAFÉ —, el Primer Parque Científico, Tecnológico y de Innovación, que con recursos del Sistema General de Regalías, se inició a estructurar en el año 2012 y que me correspondió ayudar a financiar desde la Gobernación del Cauca y posteriormente inaugurarlo como Gobernador en 2017. Igualmente, entre el 2014 y 2019 se desarrolló un proyecto que benefició a más de treinta y ocho mil familias campesinas en producción sostenible, educación y valor agregado del café. En su segunda fase, se continuó fortaleciendo la agricultura caucana, a través de la puesta en marcha de diversos programas, como el mejoramiento de las vías en construcción de placas huellas y el programa Escuela y Café, una iniciativa tendiente a fortalecer el relevo generacional en el gremio cafetero del Cauca.

Doctor Bahamón, es usted un digno hijo de la caficultura huilense, formado y preparado para hacer una maravillosa gestión, ¡usted no está solo!, su voz debiera recoger los sueños y esperanzas de todas las familias cafeteras, convoquen, sin distinción de raza, credo o color político; además, cuenta con la solidaridad de todos los que creemos y sentimos con orgullo al país cafetero, que hemos trabajado por él, y que por encima de todo, estará siempre el arraigo, el respeto y el apoyo a la institucionalidad cafetera, que espera del Gobierno Nacional más que discursos políticos, fortalezca el Fondo de Estabilización para que se le pueda otorgar un buen subsidio a la compra de la carga de café, producido con enormes sufrimientos de los cafeteros que en la actualidad no gozan de un buen precio que garantice siquiera los costos de producción.