Por: Óscar Rodrigo Campo Hurtado- Representante a la Cámara por el Cauca/CR
La Reforma Pensional en Colombiaha puesto de manifiesto una verdad ineludible: el trato que damos a nuestros adultos mayores es un reflejo de nuestra madurez como sociedad. Una sociedad avanzada, en la medida de sus posibilidades económicas, busca reconocer y honrar, cada vez mejor, a aquellos que han trabajado toda su vida, no solo por su esfuerzo individual, sino por haber permitido la existencia y el desarrollo de las generaciones presentes y futuras.
Sin embargo, la financiación de las pensiones de jubilación son una preocupación constante, especialmente en un país donde las condiciones socioeconómicas no garantizan una vejez digna, cuando la vida laboral generalmente está atada a la informalidad.
Al igual que el célebre cantante argentino Sandro, podríamos cantar nostálgicamente sobre la juventud que se va, los hijos que se alejan y los recuerdos que perduran. Sin embargo, los recuerdos no permiten la subsistencia de nadie y se vuelve fundamental y esencial asegurar un sustento para cuando ya no se pueda trabajar.
Las proyecciones de población de las Naciones Unidas indican que América Latina y el Caribe se enfrentarán a un envejecimiento demográfico significativo hacia mediados de la década de 2050. Ante esta realidad, comparto la certeza sobre la necesidad de que el sistema pensional en Colombia necesita una reforma profunda y adaptada a nuestras realidades económicas, laborales y demográficas.
La álgida discusión en el Congreso sobre la reforma, que fue aprobada con bastante ruido la semana anterior, nos permite hacer varias reflexiones, unas de forma, sobre cómo se tramitó sin discusión y avasallando a la oposición en la Cámara de Representantes y otras de fondo, sobre el compromiso profundo de poder aliviar realmente las preocupaciones de cualquier persona que va entrando en edad de jubilación sin cumplir los requisitos para pensionarse y lograr que estos tengan una mesada proporcional, sin que esto implique perjuicio para quienes han venido ahorrando o cotizando en su vida laboral a fin de lograr su pensión.
Un informe del Observatorio Laboral y de la Facultad de Economía de la Universidad del Rosario, indica que para el año 2023, solo el 21,33 % de las personas en edad de pensión (57 años en el caso de las mujeres y 62 años en el caso de los hombres) estaban pensionados, lo que representa un descenso de 8 % con respecto a 2021.
El sistema de pilares propuesto en la reforma no es una invención de este gobierno, ha sido fruto del trabajo de muchos que buscan ordenar un sistema que hasta ahora ha fallado a la mayoría. Los avances para los adultos mayores en extrema pobreza son indudables y representan un alivio significativo para millones de colombianos, pero esto necesita soporte fiscal, una ruta presupuestal clara y lógica, para que sea viable. Pero también es importante cuestionar ¿qué pasa con aquellos que han cotizado, pero no alcanzan las semanas necesarias para pensionarse?
Tomemos el caso de don Pedro Alegría, taxista en Popayán desde 1981; a sus 70 años, sigue trabajando para pagar sus deudas a pesar de haber cotizado disciplinadamente desde los 45 años. Sabe que no logrará su pensión, un destino que comparte con muchos otros colombianos.
La dificultad de consolidar 1.300 semanas de cotización deja a muchos en el limbo, sin poder reclamar sus aportes ni acceder a una pensión. Aquí es donde el pilar semicontributivo puede ofrecer una solución, permitiendo a trabajadores ocasionales y de bajos ingresos obtener una pensión mínima.
Sin embargo, el descontento de otro sector no se centra en estos avances sociales, que, entre otras cosas, no fue la de mayor controversia durante el trámite de la reforma. La preocupación radica en la percepción de expropiación del ahorro de millones de colombianos que, a través del sistema de cuentas individuales, cuyos aportes han sido manejados por los fondos privados de pensiones, ya no podrán hacer uso de ese ahorro, el cual, con la reforma, pasará automáticamente a Colpensiones y congelará las cotizaciones por los ingresos base de cotización entre 1 y hasta 2.3 salarios mínimos para que se continúe cotizando hasta llegar a las 1.300 semanas y tener la edad de jubilación.
En caso de no llegar a las semanas requeridas, pero habiendo contribuido entre 300 y 1000 semanas, podrá aspirar a una renta vitalicia que no podrá superar un 80% del salario mínimo, pero jamás, recuperar todo el aporte hecho como hasta ahora se podía hacer, y esto también tiene un principio de vida para muchos, no todos tienen en mente su pensión de vejez, y si, hacer uso de lo que fue su ahorro
Por otro lado, los que sí han proyectado su vida para buscar una pensión a través del régimen de prima media y han logrado consolidar un salario muy superior a los 2.3 salarios mínimos, sabrán que estarán limitados por este umbral que determina ya esa pensión de vejez y el excedente ahorrarlo en el sistema de cuentas individuales.
La pregunta del millón que surge es ¿quién manejará los ahorros que los fondos privados tenían en renta de capitales de ahora en adelante?
Aunque la ley establece que se creará un Fondo como una cuenta especial administrada por el Banco de la República, este estará sujeto a las decisiones de un Comité Directivo conformado en su mayoría por delegados del gobierno. Esta situación le podría permitir al Ministerio de Hacienda tener en sus balances un importante soporte para sustentar más crédito público y cubrir para su último año de gobierno, puesto que la reforma iniciaría a mediados de 2025 sin un Colpensiones preparado para la transición, a regir con todos los condicionantes de ley, entre ellos, poder volver los ahorros de los colombianos, crédito sin retorno, aumentando el déficit fiscal.
La Corte Constitucional tendrá la tarea de balancear los logros sociales de la reforma con las preocupaciones legítimas sobre su sostenibilidad económica y su impacto en los derechos de los trabajadores.
El Banco Interamericano de Desarrollo ha señalado que "la construcción de sistemas de pensiones preparados para el futuro requiere innovación social, institucional y tecnológica", un reto que debe ser abordado con responsabilidad y con una visión centrada en el bienestar de nuestros adultos mayores y de los jóvenes que ven el sistema pensional cada vez más distante.
La reforma pensional en Colombia es un paso necesario hacia un sistema más justo, pero debe ser sostenible, su implementación necesita ser cuidadosamente monitoreada para asegurar que no se sacrifiquen los derechos de quienes han trabajado toda su vida en favor de soluciones cortoplacistas. Solo así podremos garantizar una vejez digna para todos los colombianos.