“Hemos hablado tanto de la pandemia que quizá una de las cosas sobresalientes fue la de exponer sin tapujos las debilidades que teníamos como salud pública”
Por: Dr. Remberto Burgos de la Espriella
Médico neurocirujano, miembro número 1 de la Academia Nacional de Medicina.
Se calcula que en el siglo XX la viruela mató unos 500 millones de personas y tenía una mortalidad del 30 %. En 1796 el doctor Edward Jenner descubre la vacuna, en 1980 la Organización Mundial de la Salud (OMS), la declaró erradicada y Colombia tuvo una fábrica de vacunas contra la viruela a principios de 1900. En 1917 se inició en el país la vacuna antirrábica y fallecieron cerca de 60 mil personas/año. Estas dos muestras nos sirven de ejemplo sobre la importancia de tener una sede o empresa de vacunas que proteja a la población de enfermedades que se supone ya desaparecieron.
Hace un par de semanas se convocó la reunión bajo la iniciativa de la Alcaldía Mayor de Bogotá y se congregó el Instituto Nacional de Salud, el Ministerio de Salud y Protección Social y de Ciencia para anunciar que en el 2026, Bogotá tendría una fábrica de vacunas, no sólo para la capital, sino para todo el país. Recuperar la soberanía sanitaria en cuanto a producción y divulgación ha sido uno de los anhelos antiguos de la política salubre y esta convocatoria esboza la realidad de su producción.
Bogotá-BIO es el nombre de la nueva sede: traerá la tecnología y las patentes para envasar y producir las vacunas contra covid-19, neumococo e influenza. Además, se crea un escenario para la formación del recurso humano que les permita desarrollar iniciativas para otras enfermedades como zika, chikunguña y dengue. Estudiar los problemas locales en salud y plantear las soluciones nuestras es el primer paso que abre los caminos de la investigación.
Este memorando de entendimiento nos llena de optimismo: el Distrito asignó un presupuesto de 321 mil millones de pesos en infraestructura y equipamientos. Además 21 mil millones para la vinculación del recurso humano, la estructuración y la financiación del inicio del proyecto. Hay que traer las universidades y vincular su recurso para que crezcan, desarrollen y expongan iniciativas de su talento.
Hemos hablado tanto de la pandemia que quizá una de las cosas sobresalientes fue la de exponer sin tapujos las debilidades que teníamos como salud pública. Se demostró la no cobertura en las zonas rurales y entre otras, el sufrimiento por no tener las vacunas. Fuimos sometidos a los vericuetos de la negociación y algo avanzamos en protección inmunológica. Pero la estructura de una fábrica de vacunas es algo que necesitamos y pronto. Empezar con estas tres enfermedades aliviará mucho la presión sobre los organismos de salud.
Nadie ha hablado en qué orillas está o qué ideología le llena. Lo que sabemos es que este trabajo mancomunado que nos empuja lo necesitamos y su realidad debe venir pronto. Ojalá los recursos no se dilaten o vayan por caminos diferentes pues otra frustración en salud pública no cabe en el corazón de los colombianos.
El país debe avanzar en investigación, la mente de los médicos debe salir del ambiente asistencial y enfocarse en descubrir nuevas opciones. Ajeno a que dentro de cuatro años sean sólo tres, hemos iniciado el camino de la equidad con este centro de vacunas. No guarda relación con la reforma de salud ahogada o con los 40 artículos que dejarían si pasa… la escritura en salud debe ser clara y la letra de este memorando nos enorgullece a todos los colombianos.