Viernes, 22 de noviembre de 2024
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La historia de Prometeo es dogmática: invadió el taller de Hefesto y Atenea en el monte Olimpo y robó el fuego escondiéndolo en una caña hueca. Dio el valioso regalo a los hombres para ayudarlos en su lucha por la vida. El fuego era considerado un elemento sagrado y un don reservado sólo para los habitantes del Olimpo. Intentó engañar a Zeus y le ofreció los mejores huesos y la manteca. Zeus lo desterró y castigó haciendo que un águila todos los días comiera el hígado de Prometeo. Durante el día el hígado se regeneraba y en la noche el águila lo devoraba. Tortura infinita pero no podía fallecer por el dolor. Hizo Prometeo una caja que no debía abrirse y cuando lo hicieron salieron todos los males que podían perjudicar a los seres humanos.

Les entregó esta caja rectangular donde contenía varios tratados: avaricia, poder, soberbia, orgullo y quizá el más anhelado: corrupción. Este, fecundo, dio varios frutos: Odebrecht, Reficar y todos estos carteles que nos avergüenzan: “hemofilia”, “pensiones”, “SaludCoop” y por donde han desfilado un número lamentable de líderes nacionales y dirigentes gremiales. UNGRD, alumbramiento reciente. Algunos de ellos fueron aplaudidos y la conciencia colectiva cómplice de sus escándalos. Para mencionar el último en donde el presidente del Senado y de la Cámara —aún no han renunciado— ocupan, mirando al piso, el cargo donde fueron elegidos.

¿Dónde está el origen del problema? ¿Es esto algo multifactorial? No es aceptable que esto sea solo local cuando Colombia —según transparencia internacional— es de los países más aventajados. Como sociedad somos débiles y no nos manifestamos ante este delito. Incluso, muchas veces participamos en los homenajes que se hacen a estos personajes.

En los últimos 13 años cerca de 60 mil denuncias, 94 % no tienen condenas, 83 % sin capturas y el 77 % en indagación. La corteza prefrontal y su cognición social son individuales y cada una de ellas tiene sus valores: no es un problema colectivo. Trasciende su influencia y nuestros hijos muchas veces transitan en los carros del vecino adquiridos producto del dinero sucio del ilícito.

Hay un océano de impunidad en Colombia: no se castiga ni se sanciona a los responsables de los delitos. Existe un 94 % sin condenas o penas y solo un 6 % de los responsables son sancionados. Estamos en el puesto 91 entre 180 países y esto nos califica como un estado corrupto. Somos un Estado débil y cobarde y vemos pasear abultados a quienes el día anterior cometieron el ilícito.

Se dice que el año 2023 pasó a la historia como el año de la impunidad en Colombia y fueron estos dos desencadenantes; la solicitud del presidente de la excarcelación de los dirigentes condenados (muchos de la primera línea) y la moción de apoyo del ministro de Justicia. La impunidad es la tómbola de los rechonchos listos a jugar.

¿Quiénes deben ser los ejemplos y marco de referencia para derrotar la impunidad? Los funcionarios que llegan y reciben el inventario de las actividades deben denunciar los faltantes. No “somos un país de sapos” pero si debemos empezar nuestros cargos —para la cual fuimos elegidos— con datos ciertos y concretos sobre los que nos entregan y recibimos. Denunciar los ilícitos y hacer que los responsables paguen sus delitos frenará la impunidad. Alguien escribió hace unos días que la impunidad es la descripción de un estado que pasa por estado de barbarie.

Crear una conciencia colectiva de no aceptar estas irregularidades y tiene como actor principal a la familia. A los hijos hay que mostrarles el camino recto y sancionarlos cuando se alejen de esto. No podemos encubrirlos y mucho menos apoyar este tipo de actuaciones. Entrar al colegio y exigir es el plan complementario. Un ciudadano que tiene desde pequeño las bases del buen comportamiento no se alejará jamás de estas convicciones.

Cognición social explica cómo los pensamientos, sensaciones y comportamiento del hombre como individuo social se ven influenciados por la presencia real o imaginaria de otros. Si derrotamos y aniquilamos el mal ejemplo empezaremos la construcción de la sociedad que todos anhelamos: los malhechores no pueden escaparse de la sanción por el delito cometido.

Diptongo: matrimonio entre ética y política: indisoluble.