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La incertidumbre ciudadana, grave riesgo para la institucionalidad

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Ver que no es claro a esta altura que algún candidato de centro o de la derecha tenga garantizada su posición en la segunda vuelta está causando nerviosismo en algunos dirigentes empresariales y en la ciudadanía en general”.

VÍCTOR G. RICARDO

Comienza el 2022 con muchos sueños y expectativas en la cabeza de los colombianos. Es un año eminentemente electoral cuando, además de escoger en las urnas a quien reemplace al presidente Iván Duque en agosto, se ha de elegir a los nuevos senadores de la República y representantes a la Cámara este 13 de marzo, en comicios que –aspiramos– cuenten con el voto de todos los colombianos. Un voto que sea a conciencia, por los mejores, aprovechando este escenario para dar un castigo a los corruptos y abusadores del poder que tanto mal le han hecho al país. Ellos son los mayores responsables de nuestros males y destructores de los valores éticos y principios morales.

Por otra parte, el 29 de mayo se dará la primera vuelta para elegir presidente y vicepresidente de la República y, si en esa oportunidad ninguno de los candidatos logra sacar más del 50 % de los votos, tendremos que ir a una segunda vuelta, que se realizaría el domingo 19 de junio. Este último escenario es el más probable, pues no hay ningún candidato que haya demostrado respaldo suficiente para ganar en primera vuelta.

Lo dicho nos pone frente a la incertidumbre sobre quiénes serán los llamados a esta segunda vuelta, para la cual –según lo que actualmente indican las encuestas– tenemos solamente un probable finalista: el candidato de la izquierda. Esta realidad se ha convertido en una nueva fuente de incertidumbres. Ver que no es claro a esta altura que algún candidato de centro o de la derecha tenga garantizada su posición en la segunda vuelta está causando nerviosismo en algunos dirigentes empresariales y en la ciudadanía en general.

A este escenario de incertidumbre política se suma la espantosa inseguridad que está presente en el país y que genera mucha más zozobra. Los datos, conocidos por distintas fuentes, reflejan un incremento del robo de vehículos, tanto particulares como de servicio público; así mismo, en los perpetrados a residencias, oficinas y restaurantes. Aterra el aumento de los atracos en las calles e incluso en establecimientos públicos. El hecho de que en muchos casos los delincuentes maten o hieran a los ciudadanos antes de robarlos es realmente alarmante y muy preocupante.

Los responsables de las administraciones locales deben pasar de las declaraciones y las palabras, que se las lleva el viento, a tomar las medidas necesarias para superar una situación tan desestabilizadora. Si no se actúa con la rapidez que debemos exigir, serán muy graves las consecuencias. En esta materia, no necesitamos más de personas como la alcaldesa de Bogotá que, en lugar de gobernar y controlar la inseguridad casi total que se vive en la capital del país, está enviando mensajes para intervenir abiertamente en política.

A la receta tóxica de incertidumbres debemos adicionar la pandemia de la covid-19, que ha resurgido con una nueva variante que, si bien es mucho menos agresiva que la inicial, está registrando muchos contagios y muertes. La mayoría de las nuevas víctimas son personas que no se habían vacunado. En el caso de Cali, la alarma es mayor, pues además de ser la región de más nuevos contagios, tiene un preocupante nivel de decesos: seis de cada 10 personas que entran a UCI en las clínicas están muriendo. Incluso se ha llegado a pensar que se puede tratar de otra variante.

La pandemia que vivimos ha llevado a que decrezca la clase media y aumente la pobreza y, si bien vemos con ilusión que la economía está reactivándose de manera acelerada, estas noticias recientes generan, sin lugar a duda, más incertidumbres.

Finalmente, y como si lo anterior fuera poco, debemos agregar los escándalos recientes de corrupción y abuso de poder, que en momentos de gran dificultad se convierten en una grave afectación a la institucionalidad y a la confianza ciudadana.

Debemos actuar con urgencia en todos estos frentes, pues si no se gestionan y resuelven de manera simultánea y con contundencia, estaremos pasando de la incertidumbre a la desesperación con el grave riesgo de desestabilización que dicha situación pueda generar.