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Una productora hecha a pulso

Natalia Echeverri llegó a la industria audiovisual hace dos años, […]

Natalia Echeverri llegó a la industria audiovisual hace dos años, cargada de ilusiones e ideas. Con su tenacidad y empeño pudo convertirse en una hacedora de sueños.

Natalia Echeverri cuenta con más de una década de experiencia en la industria.

Por Juan Fernando Sánchez

Actor, productor teatral y gestor cultural

@juanfernandosanchezv

Natalia Echeverri es una mujer muy relevante en la nueva realidad de la industria audiovisual del país, que en los últimos años se ha venido multiplicando y haciendo producciones cada vez mejores. Su carrera comenzó en la productora Dynamo hace 12 años.

“Me tocó vivir ese cambio que hubo en la industria y que ha logrado que Colombia hoy sea lo que es: un territorio donde la gente quiere venir a filmar, pero que también produce un contenido que viaja por Latinoamérica. Tuve la enorme fortuna de crecer en un lugar como Dynamo”.

Natalia ha pasado por todos los cargos: empezó como asistente de producción en el set y hoy en día tiene créditos como productora ejecutiva en series y películas; pero para llegar ahí tuvo que ser parte del equipo de trabajo de varias producciones extranjeras que vinieron a Colombia a raíz de los incentivos del gobierno.

“Los servicios de producción le dieron al equipo colombiano un entrenamiento fuerte que principalmente consistió en replicar lo que traían esas productoras de afuera, las cuales además venían con equipos muy grandes. Quienes vinieron nos enseñaron cómo funcionaba esto de verdad a nivel de gran industria y en proyectos ambiciosos”.

Y es que Dynamo ha sido pionera en muchas cosas: hizo la primera película con la Ley de cine (1156), que es la ley que incentiva los proyectos extranjeros; también, la primera serie original para una plataforma…

Así se ha constituido en una gran escuela para grandes talentos. “Tener la posibilidad de enfrentarse al trabajo de producir y crear contenido desde la base donde todo ocurre, en un set, te forma de manera distinta. Así empezó mi camino; el primer rodaje que pisé en mi vida fue el de La cara oculta”.

Natalia tuvo mente de productora desde niña; en el colegio era quien organizaba el paseo y la que llevaba las cuentas. “Pensé que me iba a dedicar a la música, pero me enamoré de la producción cuando empecé a estudiar comunicación. Luego con el tiempo, después de participar en varias películas, empecé a entender que cuando el contenido me interesaba y me tocaba las fibras, mi productividad en el trabajo se elevaba. Entonces ahí decidí definitivamente involucrarme en la parte creativa”.

Apenas apareció la primera posibilidad de participar en ese lado de la producción, dio el salto con la ventaja de tener la visión de la productora, que trata de balancear lo soñado y creado con la realidad de un presupuesto.

EN LAS SERIES

Ese es un momento relevante porque es el paso al híbrido de las series de televisión, con toda la cinematografía de una película, pero con historias contadas con detalle y en episodios.

“Haber podido participar en Distrito Salvaje me dio muchas herramientas creativas que hasta hoy aplico. Ya venía con mi formación de productora, con la posibilidad de haber tenido un mentor como Andrés Calderón, y en Distrito Salvaje tuve la fortuna de contar con un mentor volcado hacia lo creativo, Cristian Conti.”

Como productora, Natalia lideró la primera serie original de Dynamo para Netflix, Distrito Salvaje, temporadas 1 y 2.

Yo hice parte de esa producción y puedo decir que era como un sueño hecho realidad. Llegábamos al set y estábamos haciendo una serie original para Netflix, la primera en Colombia; pero además en ella se tocaban muchos temas y había susto por lo que estábamos tocando y cómo lo hacíamos.

Ahí comprobé que Natalia Echeverri tiene una habilidad especial para manejar equipos. “El éxito de tu proyecto va a depender 100 % de tu equipo y de la capacidad de mantenerlo en armonía, pues uno tiene que juntarse con personas que posean la misma energía. La mitad de lo que pasa en un set depende de la energía de la energía concentrada en el sitio, y siento que eso no solamente se vive y se siente durante el rodaje, sino que queda en la pantalla”.

LA EXPERIENCIA CON MALAYERBA

Recientemente, en Dynamo terminaron la serie Malayerba, la cual, además de estar muy bien escrita, se hizo en mucha armonía. Eso se respiraba en el set desde todos los puntos. “También creo que es un tema de pertenencia, de donde viene el compromiso de la gente. Uno convive intensamente durante 10 o 12 semanas con un mismo equipo en jornadas agotadoras, pero cuando hay sentido de pertenencia por los proyectos la energía es otra”.

Eso me lleva a otro punto: la mística. En el director Andrés Beltrán y en Natalia Echeverri habita la mística creativa y fue la que los juntó en Llanto maldito y ahora en Malayerba.

“Andrés y yo no solo somos grandes amigos, sino que nos entendemos muy bien en la parte creativa. Un día nos sentamos y empezamos a botar ideas: ‘Queremos hacer algo para nuestra generación, algo que nosotros queramos ver. ¿Qué hacemos?’. Y empezamos a cuestionarnos sobre las experiencias que nos habían marcado; eso se mezcló con las series que estábamos viendo en ese momento”.

Ha estado involucrada en más de 20 proyectos: Narcos, Monos, Los 33, Siete cabezas, Perdida, La cara oculta y El elefante desaparecido son algunos.

El caso es que empezaron a ver que el éxito los había marcado como generación. “La época de los 30–35 es ese momento en el cual las decisiones que tomas, tanto personales como profesionales, te pueden cambiar el rumbo de todo. Era curioso porque Andrés y yo estábamos en esa situación”.

“Así comenzó Malayerba, con todos estos jóvenes emprendedores que se quieren comer el mundo, pero ¿qué son capaces de hacer para comérselo? Entonces decidimos hacer un thriller: pongamos un muerto ahí y juguemos a ver quién lo mató y a jugar un poco con el código del género y demás”.

Luego invitaron a Esteban Orozco, con quien habían trabajado en Distrito Salvaje, a que se montara como escritor en la serie y terminó creando todo con ellos.

“Así comenzó Malayerba, con todos estos jóvenes emprendedores que se quieren comer el mundo, pero ¿qué son capaces de hacer para comérselo? Entonces decidimos hacer un thriller”.

Aquello de que los proyectos sacan un montón de cosas de sus creadores, Natalia lo sintió con el personaje de Mariana. “Al principio decía ‘me imagino que esta mujer está viviendo eso y se está cuestionando cosas como ser mamá’. En ese momento yo le tenía mucho miedo a la maternidad y hoy tengo un bebé de siete meses. Esa exteriorización propia en los personajes te eleva las ganas de hacer todo el trabajo posible. Después toca ponerle números y aterrizarlo”.

Sin embargo, aclara que en la serie hay mucho espacio para la ficción: “Nosotros no tenemos a ningún muerto escondido por ahí, no tenemos una sociedad secreta… Además, somos unos ‘ñoños’ porque ni a Andrés ni a mí nos gusta el ‘porro’”.

Natalia ve en ese proyecto enmarcado en la industria del cannabis algo que marca su generación, un cambio de paradigma chévere, que da espacio a un universo ya de por sí “cool”. “Malayerba es una serie que creo que va a conectar con mi generación; tiene una gran historia y es una producción con todo el sello de calidad de una gran casa productora como Dynamo”.

Como Natalia Echeverri, por Dynamo han pasado varias mujeres productoras que han abanderado causas distintas, con realizaciones que llegaron para romper el molde y trascender fronteras.

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