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Elecciones en época de pandemia

Con una votación histórica, los estadounidenses eligieron presidente para los […]

Elecciones en época de pandemia

Con una votación histórica, los estadounidenses eligieron presidente para los próximos cuatro años. El manejo del coronavirus, la recuperación de la economía, las políticas de inmigración, la erradicación de los cultivos ilícitos con aspersión y el gobierno dictatorial de Maduro, harán parte de la activa agenda de la Casa Blanca

En plena pandemia mundial, con un segundo rebrote en Europa que ha llevado a los gobiernos a limitar la movilidad de los ciudadanos, al cierre de restaurantes y bares antes de la media noche y a fuertes controles fronterizos. En ese escenario, los estadounidenses llevaron a cabo las elecciones en Estados Unidos, con una votación histórica y golpeada por el Coronavirus.

Donald Trump y Joseph Biden, se enfrentaron en una elección marcada por profundas divisiones internas, el racismo que generó actos violentos en el país y la puesta en marcha de medidas draconianas contra la inmigración y la controversia por el manejo de la pandemia causada por el Covid-19.

La reciente elección del presidente de los Estados Unidos de América ha sido una de las de mayor número de votos en su historia. Más de 100 millones de estadounidenses lo hicieron a través del voto por correo y acudiendo a las urnas para trazar el destino del país en los siguientes años.

Al cierre de esta edición de Alternativa, todavía no se conocía el ganador entre el republicano Donald Trump, aspirante a una reelección y Joseph Biden, demócrata que por tercera vez aspira llegar a la Casa Blanca. Dos candidatos antagónicos, con carreras políticas muy disímiles y visiones opuestas sobre lo que debe ser Estados Unidos para el resto del mundo.

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Trump, conocido por ser un hombre controversial, polémico, impredecible, apostó por la continuidad en la Casa Blanca bajo una plataforma política centrada en la inmigración, el fortalecimiento de la economía y el comercio internacional.

Trump no ha sido un político tradicional. Buena parte de su vida ha estado dedicada a lo empresarial y a los programas tipo reality show en televisión. Jamás se postuló para desempeñar un cargo político ni tuvo aspiraciones de llegar al Congreso. Su vida política empezó en el 2016 cuando se presentó como candidato del partido Republicano y contra todo pronóstico venció a sus rivales de partido y posteriormente a Hillary Clinton para convertirse en presidente.

Mientras Biden es un veterano político, a sus 29 años llegó a Washington como el congresista más joven de la historia. Estuvo 30 años como congresista y posteriormente se convirtió en la fórmula vicepresidencial de Barack Obama y ocupó el cargo durante ocho años. Su campaña política estuvo marcada por un tono conciliador porque le preocupa cómo las divisiones internas en el país se han ampliado y cada vez las heridas son más profundas.

La crisis económica, la pandemia, los problemas originados por el racismo y violencia, serán los temas en primera línea que tendrá que enfrentar el nuevo mandatario de los estadounidenses.

Desde que Donald Trump llegó a la Casa Blanca, la controversia ha marcado estos cuatro años de Gobierno. Las relaciones con sus propios miembros de partido en el Congreso no han sido las mejores y qué decir con los Demócratas, que no han ahorrado adjetivo para señalarlo como responsable de todos los males por los que atraviesa Estados Unidos.

Pero quizás el tema más controversial durante estos cuatro años de Gobierno, ha sido el manejo que le ha dado a la pandemia del Coronavirus. Nunca aceptó las recomendaciones de la comunidad científica de su país, las medidas de bioseguridad pasaron a un segundo plano, mientras las unidades de cuidados intensivos no daban abasto para atender la demanda.

Más de nueve millones de estadounidenses han sufrido las consecuencias del virus, y 231.400 han muerto. Incluso, el propio presidente Trump, en la recta final de su campaña resultó positivo al igual que la primera dama Melania Trump y buena parte de su equipo de trabajo. A pesar de ello, el uso de mascarillas, así como el distanciamiento social, que universalmente han sido declaradas como dos medidas fundamentales para evitar el contagio, para Trump siguen siendo secundarias.

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Biden no ha sido ajeno a las problemáticas sociales de América Latina. En la última década dedicó buena parte de su tiempo a la situación de violencia y pobreza que tantos estallidos sociales provocaron en el continente, especialmente en Centroamérica.

En sus escritos siempre se refirió a que era un problema complejo, pero que Estados Unidos podía resolver. Y ahora, mucho más como nuevo presidente. “De todos los lugares de crisis en el mundo, llegué a creer que Centroamérica tenía la mejor oportunidad”, escribió en sus memorias Promise Me, Dad. Su trabajo no se limitó a analizarlos en largos estudios. Viajó por la región cientos de miles de kilómetros, y el resultado de ello, fue lograr que el Congreso en Washington aprobara una serie de paquetes económicos para contrarrestar la pobreza en la región.

Esas experiencias, sirvieron para que con su equipo asesor de política exterior diseñará una serie de programas que en su campaña anunció que llevará a cabo y de paso resucitar las iniciativas que en su momento impulsó Barack Obama y que posteriormente sepultó Donald Trump.

La política exterior de mano dura de Trump se centró en frenar el flujo de inmigrantes y drogas con duras medidas que incluso llegaron a amanerar a los gobiernos vecinos de imponer sanciones económicas. Una de las políticas más duras y controversiales fue la separación de los hijos de sus familias en la frontera. Más de 450 niños no han podido encontrar a sus padres a pesar de la ayuda de las autoridades centroamericanas.

Biden anunció que enfrentará la situación de los inmigrantes con un programa más amplio y más humanizado. “No podemos seguir permitiendo que a Estados Unidos se le vea como un matón que impone sus políticas en los países más pequeños”. Para ello, ha propuesto un paquete económico de 4.000 millones de dólares para atender exclusivamente los problemas de migración en los países centroamericanos.

Por su parte Donald Trump tiene en su agenda de trabajo para su segundo mandato, la construcción del muro en la frontera con México. Es una de sus obsesiones, con el fin de detener el alto movimiento migratorio proveniente de los países centroamericanos. En su escritorio también están las tareas prioritarias en continuar insistiendo en la eliminación de las regulaciones federales, especialmente las establecidas por la administración Obama, como son la Ley de Cuidados de Salud Asequibles; así como el nombramiento de jueces conservadores en los tribunales federales.

En cuanto al comercio exterior, su campaña estuvo centrada en dos puntos: un acuerdo comercial con China e impulsar su tratado revisado y ajustado con México y Canadá. Para los expertos, su política exterior se resume en “Estados Unidos primero”. Un lema, que incluso, ha utilizado para cuestionar los principios fundacionales de alianzas tan importantes con la OTAN.

Los próximos cuatro años, la política en Estados Unidos seguirá siendo candente. Temas para la región como la dictadura de Maduro y la erradicación de cultivos ilícitos, dominan en buena parte la agenda de Washington.

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