EFE. «Muchachos, ahora nos volvimos a ilusionar» volvió a ser el cántico más escuchado este sábado en las calles de Buenos Aires, donde cientos de personas participaron de un «banderazo» para calentar la previa de la final y transmitir su energía a la selección argentina.
La euforia mundialista se pudo sentir en quince puntos diferentes de la capital, que hoy se paralizará durante varias horas para presenciar una nueva cita de la Albiceleste con la historia.
«Esto es muy emocionante. Para los argentinos, el fútbol es una pasión. Tenemos unos nervios increíbles, pero es que la Argentina es así», afirma a EFE Alejandra, una de las múltiples aficionadas que se congregaron a los pies del Obelisco porteño para expresar su apoyo al combinado de Lionel Scaloni.
Hoy por hoy, ningún jugador emociona más a los hinchas argentinos que Leo Messi, receptor de las esperanzas de un pueblo que, pase lo que pase, mantendrá su amor por él hasta el final.
«Lo que se ve de Messi es algo extraordinario, porque realmente te das cuenta de que se está divirtiendo y está jugando en equipo, y el equipo va con él a muerte. Aunque hayamos llegado a la final, gane o no gane, Messi va a ser siempre el mejor del mundo, siempre», asegura a EFE Rodrigo, otro de los hinchas presentes en el Obelisco.
La sensación global es que, independientemente del resultado ante Francia, la selección ya ha conseguido hacer feliz a su país, inmerso en un contexto socioeconómico muy delicado, con altos índices de pobreza y una inflación anual que roza los tres dígitos.
«El país está muy mal, hace muchos años que estamos así y creo que traer la Copa acá será una alegría enorme para el pueblo. La verdad es que nos merecemos un poco de alegría», sostiene Alejandra, que este domingo se dejará la voz en animar al equipo de su vida.