«En mayo de 2025 cesa definitivamente la guerra de décadas entre el ELN y el Estado», aseguró un Petro confiado, al que el anuncio del cese al fuego bilateral de 180 días, que empezará el próximo 3 de agosto, se le quedó pequeño y quiso poner una fecha de fin para el conflicto.
El presidente tomó la decisión de viajar a Cuba el miércoles en la mañana, antes de sumarse a las manifestaciones a favor de su Gobierno, donde se dio un baño de masas y subió a uno de los estrados donde más cómodo está: frente al «pueblo», hablándole directamente y diciéndose, casi a sí mismo, que no era «un presidente abandonado en su palacio presidencial».
EL «FUEGO AMIGO»
Pero lo cierto es que Petro, conocido por su ensimismamiento y desconfianza, lleva una semana muy solo. Hace una semana que dijo adiós a la persona en la que más confianza ha depositado desde que llegó a la Casa de Nariño el pasado 7 de agosto: Laura Sarabia, quien fue su jefa de Gabinete.
Se vio obligado a hacerlo después del escándalo de escuchas ilegales que persigue a la exfuncionaria por un supuesto robo de dinero de su casa, de lo que se acusa a su niñera, caso en el que entró otra persona también cercana a Petro: Armando Benedetti, hasta hace una semana embajador en Venezuela.
Benedetti, que hace un año fue clave para el triunfo electoral de Petro, según conversaciones filtradas a medios de comunicación, presionaba a Sarabia, quien fue su propia secretaria, para que le diesen un puesto más importante en el Gobierno y amenazaba con revelar una supuesta financiación irregular de la campaña electoral.
Este escándalo digno de serie política, al estilo «House of Cards», ha afectado a Petro aunque de momento no ha llegado a mancharlo, por lo que el presidente, cuyas reformas políticas no avanzan en el Congreso y parece que solo acumula derrotas, necesitaba buenas noticias, que han venido por fin de uno de los pilares de su Gobierno: la paz total.
Foto: Presidencia
PASOS HACIA LA PAZ
El acuerdo de cese al fuego con la última gran guerrilla colombiana ya estaba cerrado desde días antes y el mismo Petro lo reveló, de manera velada, al subir a su Twitter -donde se ha atrincherado aún más estos días- una foto en una reunión militar donde en una pantalla proyectada había una diapositiva en la que explicaba cómo funcionaría esta medida de disminución de las hostilidades.
Estaba dispuesto a subirse al avión presidencial, rumbo por primera vez a Cuba, el jueves a las ocho de la mañana; él mismo -una persona poco madrugadora- había fijado la hora. Pero no fueron ni las dos o tres horas de retraso a las que suele acostumbrar el presidente: fueron casi 12 horas después de lo previsto cuando aterrizó en la isla.
Esta vez la demora se le salió -en parte- de sus manos. Las dos delegaciones pidieron más tiempo para concretar los últimos detalles del acuerdo -que se ha firmado apenas una hora antes del acto- y el cierre del tercer ciclo de conversaciones se retrasó un día, así que a Petro se le fue la prisa por llegar a Cuba.
Pero finalmente en la isla se ha dado una fotografía que con el ELN solo se logró al final de los diálogos, cuando el acuerdo final ya estaba firmado: la del jefe de Estado y el jefe de la guerrilla, Eliécer Chamorro, alias «Antonio García», dándose la mano.
Quizás parece una foto precipitada, pues a la paz aún le queda un camino largo, pero revela que las negociaciones con esta guerrilla son muy diferentes a las de las FARC y que en todo caso, un cese al fuego que alivie a las poblaciones más afectadas por el conflicto colombiano, siempre es una buena noticia, y más si sucede en una mala racha. EFE