Federico Olave y Francisco Uribe son los impulsores de una firma que ofrece financiar la transformación energética de las empresas para producir un impacto ambiental, económico y social.
“Gconomic nació de ver cómo la transformación energética se volvió un motor de competitividad de las empresas”, dice Federico Olave, uno de sus creadores. Y también de constatar que el país en general –y particularmente las empresas– no sabe utilizar de manera eficiente los recursos naturales.
“Hay un amplio espectro de ellos en energía y empezamos a pensar en cómo se pueden utilizar de manera más eficiente en pro de las empresas del país”, agrega Olave, un ingeniero industrial curtido en temas de innovación, administración, mercadeo, comercio y distribución, con maestrías incluidas.
Su socio en esta iniciativa es el ingeniero civil Francisco Uribe, quien después de hacer proyectos propios y construir hoteles en el Caribe para una cadena, hizo su ‘maestría en Bogotá’ como subdirector de Infraestructura del IDU.
“Nuestra propuesta es ayudar a transformar las empresas para que, entre otras cosas, contaminemos menos, lo que se constituye en la encrucijada del mundo actual. Ese paso no es fácil y va más allá de poner bombillos LED”, afirma Uribe.
Cuando dice “más allá” se refiere a que también implica hacer un cambio cultural. “Puedo tener la mejor tecnología, pero si no la prendo, no me sirve de nada. Parte de la eficiencia surge de un cambio de comportamiento del ser humano”. La gente se preocupa de la red hidráulica de su edificio cuando hay un reguero de agua, pero no ve si las bombas son eficientes o si consumen mucha energía. Con la ayuda del internet de las cosas se puede saber la realidad y tomar decisiones”, agrega.
“Puede que cambiar todo en un edificio de 50 años no sea una de ellas, pero sí cambiar tuberías y red eléctrica o buscar las fuentes alternativas de energía que más le convengan a mi negocio”, anota, por su parte, Olave.
Cada caso es distinto, pero Uribe y Olave conocen de ahorros de entre 30 y 50 % en, por ejemplo, industrias avícolas con generación propia de energía con paneles solares; o de hoteleros que han bajado en más del 30 % su gasto en agua con un consumo más eficiente. “Todo esto se traduce en la posibilidad de atraer más clientes, generar más empleos y tener más rentabilidad”, indica Uribe.
LA FINANCIACIÓN
Hasta ahí todo parece sonar bien. Sin embargo, Olave se pregunta: “¿En plena recuperación de la pandemia por covid-19, una mypime invertirá 100 millones de pesos en una transformación energética o una empresa grande los $6.000 millones que puede requerir su plan?”
Y el propio Olave se responde: “De pronto hoy preferirían usar ese dinero como capital de trabajo. Pero, entonces, ahí es donde empieza a ser relevante para ellos una empresa como Gconomic: nosotros financiamos la transformación energética, del uso de agua y la automatización, y de todo lo que ellos se ahorran por ese cambio nos devuelven una fracción durante un periodo de 10 a 20 años”. Todo se pone en un contrato. Como le apuestan mucho a la competitividad de las empresas, confían en que no se van ‘a morir’ en cinco años y no perderán la inversión hecha. Esa solución financiera la llaman “Eficiencia como servicio”.
De todo lo que el empresario se ahorra por el cambio, devuelve una fracción durante un período de 10 a 20 años.
“Con esto, el asunto pasa de ser un negocio de energía y agua a ser uno tecnológico y de finanzas. Cuando las empresas ven que esas eficiencias pueden ser la clave para subsistir y competir mejor, y comprueban las proporciones del ahorro, se les hace más interesante”, agrega el empresario.
Gconomic diseña el alcance del proyecto, financia los costos de materiales y construcción, mantiene los equipos necesarios y monitorea el desempeño para validar los ahorros en su operación. “Esperamos que en 15 o 20 años después nos pidan renovar porque hay nuevas tecnologías o quieren ser aún más eficientes”, puntualiza Olave.
“Como esto no es como volverse vegano de un día para otro, se puede desarrollar por módulos, según las posibilidades de la empresa. Nuestros clientes son, sobre todo, comerciales e industriales, pero también pueden ser residenciales”, explican.
Dado que para la generación de energía no usan baterías, les apuestan más a clientes que tengan un consumo alto diurno, como comercios, plantas industriales, oficinas, hospitales y colegios. Podrían ser también municipios enteros, aunque hoy hay normas que limitan los acuerdos. “Falta legislación que se acomode a estas realidades de la tecnología”, agregan.
La transformación energética encierra igualmente un objetivo ambiental. Colombia tiene una matriz que depende en un 70 % de la generación hídrica, que es energía bastante limpia, pero si hay sequía, el respaldo son las termoeléctricas, que no lo son tanto. Por lo tanto, el empresario que invierte en energía solar estará contribuyendo a la preservación del medioambiente y será más competitivo. Igualmente, si sus procesos son más amigables con los ecosistemas, y lo puede demostrar, sus productos tendrán mayor valor en el mercado. “Los europeos pagan más por una fruta producida con tecnología limpia”, dice Uribe.
La propuesta de Gconomic para volverse más eficientes en el manejo de la energía y el agua, como se ve, es una especie de triángulo virtuoso para generar impacto ambiental, económico y social. El sueño de Olave y Uribe es ver que la empresa crece con proyectos cada vez más representativos dentro de los tres pilares que configuran su mantra. Creen tener en la propuesta de financiación un punto fuerte frente a la competencia, porque, como dice Uribe, “no es tan fácil encontrar a alguien que le diga a uno: ‘Venga, quiero invertir en su negocio para hacerlo más eficiente y menos contaminante’ ”.