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Entre aplausos y con ceremonia religiosa, Medellín despide al maestro Botero

Con una misa solemne en la Catedral Basílica Metropolitana de Medellín, aplausos y pañuelos blancos como gestos de gratitud, concluyó este jueves una semana de homenajes al pintor y escultor Fernando Botero en Colombia, que recordó que «murió el pincel, no el maestro».

Misa de cuerpo presente del maestro Fernando Botero en la Catedral Metropolitana en Medellín. Foto por: Luis Eduardo Noriega Arboleda, agencia EFE

Los restos de Botero, fallecido el 15 de septiembre a los 91 años en Mónaco, salieron desde el Museo de Antioquia, donde fue velado en cámara ardiente por dos días, hasta el céntrico barrio de Villanueva rodeado de familiares, amigos y espontáneos al grito de «maestro, maestro, maestro».

«Ha sido todo muy bonito. Antes de ingresar a la catedral la gente cantó el himno nacional y lo aplaudió. Ha sido muy especial y un verdadero honor para todos nosotros participar en la despedida del maestro Botero, al que hay que recordar con gratitud», expresó la directora del Museo de Antioquia, María del Rosario Escobar.

Ante el cuerpo del artista, que será cremado y sus cenizas llevadas a la localidad italiana de Pietrasanta, donde quedarán al lado de su esposa, la artista griega Sophia Vari, fallecida en mayo pasado, Morelia Arboleda García se animó a entregarle a la familia un pequeño cuadro con la imagen de Botero «en agradecimiento por ese padre maravilloso y bondadoso con toda Colombia».

La artista y tallerista de 52 años contó que hace cuatro días dibujó al pintor y escultor inspirada en su obra y en «todo lo que nos dio», por lo que también plasmó un mensaje para el hombre que hizo del volumen su forma de expresión: «Maestro Botero, manos que elevan los suspiros, sonrisa desbordante de alegría y alma que se eleva al cielo».

En la catedral, en cuya entrada colgaban dos pendones con el mensaje «Gracias Botero», monseñor Mauricio Vélez exaltó el aporte del maestro que deja «muchos sueños concluidos», al «artista incansable que quiso morir pintando», y recordó que, con cada visita suya al departamento de Antioquia, cuya capital es Medellín, la gente «se regocijaba» con su presencia.

«Pido a Dios que le premie la honestidad de su vida y la brillantez de su arte (…) Muere el pincel, no el maestro. Descanse en paz», finalizó Vélez.

Misa de cuerpo presente del maestro Fernando Botero en la Catedral Metropolitana en Medellín. Foto por: Luis Eduardo Noriega Arboleda, agencia EFE

Honrar su legado

Al término de la misa el gobernador de Antioquia, Aníbal Gaviria, anunció que para continuar «honrando» el legado del artista y su memoria, siete instituciones educativas del departamento ahora llevarán el nombre del maestro Botero, lo mismo que el intercambio vial del aeropuerto José María Córdova en Rionegro, en las afueras de Medellín, y un futuro centro de eventos y convenciones.

En el cierre del acto, acompañado por decenas de personas, su hija Lina Botero Zea agradeció todas las muestras de amor hacia su padre en su ciudad natal, «esta tierra que le dio todo, sus raíces, su identidad para que se transformara en la materia prima de su vasta obra».

Sobre ese hombre «sencillo y sensible a los demás», que en su cripta en Pietrasanta solo dirá: «Fernando Botero, pintor y escultor», indicó que mañana emprenderá «un último viaje a ese rincón de Italia que tanto amaba» para encontrarse con las cenizas de Sophia, y «allí permanecerán juntos para siempre».

«Gracias Medellín, gracias Antioquia, gracias Colombia», concluyó Lina, quien agregó que ella y sus hermanos Fernando y Juan Carlos se proponen «proteger y preservar» su legado.

Este fue el último homenaje a Botero en Medellín, la ciudad donde nació el 19 de abril de 1932, después de pasar por Bogotá, donde le rindieron tributo en el Salón Elíptico del Capitolio Nacional y el Museo Botero, que cuenta con 208 obras de las cuales 123 son de su autoría. (EFE)