Jorge Gil Ángel
Bogotá, 25 sep (EFE).- Durante más de una hora el cantante colombiano Juanes vivió una «noche bonita» con el público bogotano, con el que estableció una conexión que cerró este domingo la segunda edición de un Festival Cordillera que reivindicó lo latino y su diversidad.
En el Parque Simón Bolívar, a donde llegaron decenas de miles de personas a las que la lluvia y el frío no las doblegó, el cantante de Medellín exhibió su mejor repertorio ante un público apasionado que cantó con él cada una de las canciones que interpretó, incluso las más nuevas publicadas este año en el álbum “Vida Cotidiana”.
El espectáculo arrancó justamente con un tema nuevo, «Gris», pero lo que encendió a los asistentes fue el clásico «Mala Gente», que puso a la multitud a saltar y a gritar.
El paisa logró mantener los ánimos arriba durante todo su show e incluso invitó al escenario a Catalina García, vocalista de la agrupación bogotana Monsieur Periné, para cantar «Fotografía».
También se subió a la tarima, con mucho estruendo y una energía desbordante, Mabiland, con la que cantó «Canción Desaparecida», dedicada a las víctimas de los «falsos positivos», como se conocen en Colombia las ejecuciones de civiles cometidas por el Ejército.
Juanes también llevó a su escenario, porque desde el primer momento se apoderó de él, los clásicos «De Madrugada» y «Solo», que evocan su juventud cuando hacía parte de la agrupación Ekhymosis y que el público bogotano, emocionado, cantó al unísono con él.
El cierre de la emotiva presentación, marcada por un escenario sencillo donde hubo juegos de luces, llegó con «La tierra», una canción con la que el paisa reivindicó el amor por su país y por una Bogotá que no lo desamparó ni un momento.
Jornada movida
El público se movió entre los diferentes escenarios para ver a sus artistas favoritos como Andrés Calamaro, quien cantó algunos de sus mayores éxitos como «Estadio Azteca», «Flaca» o «Sin Documentos», pero dejó a la multitud decepcionada porque se bajó de la tarima 25 minutos antes de la hora en la que debía terminar su show.
Sin embargo, otras artistas como Vetusta Morla compensaron el desplante del argentino con un espectáculo que estuvo endulzado por la participación de Jorge Drexler, con quien los españoles cantaron «Finisterre».
Justamente el uruguayo reinvindicó su relación de larga data con el público colombiano y la hora que duró su presentación logró crear una atmósfera mágica donde los acordes de temas como «Cinturón Blanco», «Movimiento» o «Todo se transforma» cautivaron al público.
También saltaron a la tarima este domingo los miembros de Cultura Profética, que animaron la tarde con su reggae y su buena actitud con el público.
Clima frío, ambiente cálido
La noche del sábado era fría, pero cuando la banda mexicana Café Tacvba empezó a tocar «Las flores» el público se animó y saltó al ritmo que imponía la voz de Rubén Albarrán.
De ahí en adelante, el carisma del líder del grupo facilitó todo para que el espectáculo saliera bien y los mexicanos pudieran arroparse del amor de los bogotanos, como lo han hecho ya durante más 30 años.
De otro lado, el primer gran show de la jornada sabatina lo protagonizaron Los Ángeles Azules, la banda regional mexicana que encendió los ánimos del público tras la tormenta y puso a bailar a los asistentes al ritmo de sus mayores éxitos.
Uno de los momentos más emotivos del espectáculo llegó cuando fue invitado al escenario el argentino Pablo Lescano y tocaron juntos «La Cumbia del Infinito».
Luego la banda mexicana -que interpretó canciones como “Cómo te voy a olvidar” o “Amor a primera vista”- hizo a los aficionados levantar sus banderas y aparecieron representantes de México, Perú, El Salvador, Guatemala y otros países de la región, que reivindicaron lo latino en el festival.
También se subió al escenario el puertorriqueño Residente, cuyo show no decepcionó a la multitud que cantó himnos como «Muerte en Hawai» o «Latinoamérica».
Y es que justo esa última canción reivindicó el espíritu de un festival que destacó lo latino y llevó a los colombianos a vivir dos jornadas intensas de música, lluvia y emoción.