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Larry Miller, el ejecutivo de Nike que cometió un asesinato hace más de 50 años

Con 72 años de edad, siendo el presidente de la […]

Con 72 años de edad, siendo el presidente de la marca Michael Jordan en la compañía deportiva, pidió perdón a los familiares de su víctima en 1965, Edward David White.

Larry Miller. Foto: Getty Images

Miller no había sido capaz de enfrentarse por sus propios medios a los familiares de su víctima, porque temía a sus reacciones. El encuentro vino luego de que publicara el libro titulado: Jump: My Secret Journey From the Streets to the Boardroom (Jump: Mi viaje secreto desde las calles a la sala de juntas).

Allí, sin nombrar explícitamente el caso de White, Miller cuenta su historia de cuando fue miembro de una pandilla a los 16 años y un día borracho decidió disparar a la primera persona que se cruzó aquella noche de 1965: Edward David White.

Por dicho asesinato pagó cuatro años y medio de cárcel y cinco más por una serie de robos con armas blancas. Todo esto antes de convertirse en una de los altos ejecutivos deportivos de Nike.

Un familiar de White, según cuenta The New York Times (NYT), “leyó un artículo sobre el asesinato y el libro en la revista Sports Illustrated “. Los parientes de la víctima expresaron un sentimiento de desconcierto con Times, que contó la historia de White en noviembre del 2021.

Superada la incomodidad de la familia, el pasado 17 de diciembre, luego de 57 años, Miller se reunió con ellos en una oficina en el distrito Center City de Filadelfia. El NYT propició el encuentro.

Miller se vio con Hasan Adams, Azizah Arline, Barbara Mack y Josaphine Hobbs, hijos, hermana y esposa de White, respectivamente.

Josaphine Hobbs, sentada, con Hasan White, a la izquierda, y Azizah Arline, los hijos que tuvo con Edward White. Créditos: Kriston Jae Bethel – The New York Times

Hubo muchos sentimientos encontrados. Barbara Mack, por ejemplo, le expresó que lo perdonaba por asesinar a su hermano, pero que lo hacía porque de lo contrario “Dios no la perdonaría a ella”.

Según contó Mack a Times, Miller no paraba de disculparse y de lagrimear, y en un momento le preguntó que si podía darle un abrazo, a lo que ella respondió “sí, pero si tuviera 30 años menos, habría saltado por encima de la mesa para golpearte”.

Hasan Adams, hijo de White, dijo que lo perdonaba, pero no dejó de expresarle el dolor de enterarse de todos los detalles hasta hace poco tiempo.

Azizah Arline, por su parte, le recordó lo injusto que fue, porque nunca llegó a conocer a su padre. Apenas tenía ocho meses en la barriga de su madre cuando este perdió la vida. Lamentó el difícil camino que tuvo ella para criar a los dos hijos y que enterarse ahora por completo del caso era como si lo hubiera “perdido dos veces en una vida”.

Por último, Miller les agradeció el encuentro, porque había encontrado “la paz que necesitaba” y les propuso que crear una fundación -financiada por él- con el nombre de Edward David White, con dos objetivos: que el nombre de su víctima no pase en vano y, segundo, ayudar a aquellas personas que estén en situaciones similares a la de él cuando era adolescente.